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La historia de un sueco llamado González
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La historia de un sueco llamado González

La de José González es la historia de un hombre improbable. Con su nombre y su origen –padres argentinos emigrados al frío norte europeo– la suya

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La historia de un sueco llamado González

La de José González es la historia de un hombre improbable. Con su nombre y su origen –padres argentinos emigrados al frío norte europeo– la suya podría haber sido la vida de un bioquímico enfrascado en asuntos de proteínas y ácidos nucleicos, que para eso estudió, pero la música se cruzó en su vida y él no pudo -ni quiso- hacer nada para evitarlo. Su primer disco, Veneer, tardó años en alcanzar relevancia, pero desde entonces el reconocimiento ha sido mayúsculo. Cada vez más asiduo de los escenarios españoles, el sueco que se apellidaba González vuelve este marzo a Madrid y otras ciudades españolas y perdérselo no está, simplemente, permitido.

Sus conciertos tienen poco que ver con espectáculos de luces, efectos de sonido o despliegues de escenografía. Sobre el escenario sólo están él, su voz desnuda y herida y su guitarra. El público asiste hipnotizado a una sucesión de temas sin pausa y en un gesto muy a lo Bob Dylan, González aparece ensimismado, entregado a la música y sin casi decir ni hola. ¿Acaso haría falta?

 

Creció empapándose en la herencia latinoamericana de sus padres, escuchando una y otra vez a Silvio Rodríguez y la nueva trova, admirando a Michael Jackson y asistiendo a conciertos de The Wailers. Del cubano aprendió a pelar temas para quedarse con lo elemental, concentrando en unos pocos acordes acústicos y una voz desnuda toda la pasión de su música, aunque puede que al principio no le pareciera suficiente: su primera experiencia musical no fue haciendo versiones de El Unicornio, sino en una banda punk más cercana al California Uber Alles de los Dead Kennedys que al Ojalá de Rodríguez.

 

El primer primer disco de González, Veneer, vio la luz en Suecia en 2003 pero no fue hasta dos años más tarde cuando por fin su éxito comenzó a despegar más allá del frío norte. En 2005 el disco fue reeditado en EEUU y las cosas cambiaron. En el país escandinavo el larga duración había recibido buenas críticas pero resultados discretos. Tras saltar el charco la cosa fue distinta: no hay nada como que la televisión o la publicidad se fijen en tu música, y así ocurrió: el tema Heartbeats, una versión del de sus compatriotas The Knife cambiando el techno-pop por el sonido indie-folk sirvió como cierre a la segunda temporada de la serie The O.C. (una especie de Sensación de vivir adaptada al siglo XXI) y como banda sonora de un anuncio de los televisores Sony que cualquiera recuerda: pocas imágenes tan evocadoras como 250.000 bolas de colores cayendo por las cuestas de San Francisco han ocupado los espacios publicitarios en los últimos años. 

 

Folk introspectivo, voces grabadas en dos pistas y una percusión mínima. Con las mismas pautas regresó al estudio y en 2007 presentó In our nature, un trabajo que profundizaba en el camino emprendido en Veneer. González es especialista en darle la vuelta a temas conocidos de otras bandas (aparte de The Knife, ha reinterpretado temas tan dispares como Love will tear us apart, de Joy Division, o Hand on your heart, de Kylie Minogue) y en su segundo trabajo remató una de Teardrop, uno de los mayores éxitos de Massive Attack, cuyo videoclip se puede ver al final de este artículo. Con sus admiradores esperando la publicación de un nuevo larga duración (en 2008 dio a conocer un ep en directo) y más de un año después de su último concierto en Madrid, esta es una oportunidad perfecta para descubrirle.

 

José González actúa el 12 de marzo en Madrid, en la sala Joy Eslava a partir de las 20 horas. Entradas a la venta en internet a través de Ticktackticket.com y Entradas.com. También en las tiendas Fnac y en CD-Drome.

  

 

 

 

La de José González es la historia de un hombre improbable. Con su nombre y su origen –padres argentinos emigrados al frío norte europeo– la suya podría haber sido la vida de un bioquímico enfrascado en asuntos de proteínas y ácidos nucleicos, que para eso estudió, pero la música se cruzó en su vida y él no pudo -ni quiso- hacer nada para evitarlo. Su primer disco, Veneer, tardó años en alcanzar relevancia, pero desde entonces el reconocimiento ha sido mayúsculo. Cada vez más asiduo de los escenarios españoles, el sueco que se apellidaba González vuelve este marzo a Madrid y otras ciudades españolas y perdérselo no está, simplemente, permitido.