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La reconversión de los mercados de abastos de Madrid
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La reconversión de los mercados de abastos de Madrid

Algo se está moviendo en los mercados tradicionales de Madrid. Si bien la costumbre de ir a comprar productos frescos se está perdiendo por la apertura

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La reconversión de los mercados de abastos de Madrid

Algo se está moviendo en los mercados tradicionales de Madrid. Si bien la costumbre de ir a comprar productos frescos se está perdiendo por la apertura de supermercados y una oferta más que competitiva, los emprendedores toman el relevo de puestos abandonados y cerrados desde hace años para convertirlos en originales tiendas o pequeños restaurantes que dan continuidad -y vida- a mercados que tienen varios años de historia a sus espaldas.

Mercado de San Fernando

El Mercado de San Fernando, en pleno Lavapiés, ha despertado de un largo periodo de letargo después de llevar un tiempo sumido en el olvido. Jóvenes con nuevas ideas y enormes ganas de trabajar han dado un impulso a un espacio donde los novatos y los veteranos parece que se conocen de toda la vida.

Estos nuevos comerciantes no son desconocidos entre sí. La Plataforma en Defensa de los Mercados de Abastos les puso en contacto hace unos meses descubriéndoles la posibilidad de montar un negocio que, por ganas y necesidad, aceptaron.

Conserva el nombre del puesto que había antes, una casquería, pero en vez de entresijos vende libros al peso. El kilo sale a 10 euros y te lo pesan en una báscula antigua. Más económico imposible. Como dice Ana, una de sus socias: “La cultura no se mide en euros”.

Fieles a su filosofía ecologista, su buen fondo de libros proviene de donaciones de librerías que han echado el cierre o que han actualizado su catálogo. Por ello, La Casquería da una segunda vida a libros que necesitan que se lean y se compartan.

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Sus dueños se conocieron en la Asamblea de desempleados del Movimiento 15-M y a partir de ahí decidieron autoemplearse y montar esta cooperativa.

Tiene productos ecológicos de todo tipo y a precios muy económicos, ya que trabajan sin intermediarios. Venden queso, leche, huevos, aceite, pan… desde el origen y en apoyo a los pequeños productores madrileños. 

Recuperan el local 63 que llevaba diez años cerrado desde que el último afilador del barrio abandonara su puesto. Tiene de todo, desde cosas para bebés, pulseras y broches hasta una pequeña colección de fanzines y libros con una impecable edición. 

Además, cuenta con un espacio dedicado al arte con cuadros e ilustraciones de artistas del barrio y talleres de punto, ganchillo y cuentacuentos.

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Juanma y Ana tienen tantos tipos de cerveza que nunca sabes por dónde empezar. Hay que dejarse aconsejar porque se puede descubrir auténticas maravillas.

Apuestan por las cebadas de producción nacional como las madrileñas Cibeles, Lest y La Virgen, aunque también tienen de importación, sin alcohol y sin gluten. 

Mercado de Antón Martín

En la primera planta de este mercado y entre una frutería y una herboristería, Rubén, Pedro y Virginia han sido capaces de hacer una combinación que alimenta no sólo el cuerpo sino también la mente con productos 100% hechos a mano: fanzines -publicaciones autoeditadas- y pequeñas sorpresas culinarias.

Su tortilla de patatas, dicen, es una de las mejores de la capital. Aunque tampoco hay que perderse su pastel de verduras o su sándwich de queso de cabra con mermelada de caramelo de violeta.

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Yoka Kamada se ha propuesto que la cultura gastronómica japonesa tenga buena acogida en Madrid y parece que lo está consiguiendo. Sus taburetes casi siempre están ocupados, pero que no cunda el pánico. YokaLola se creó para ser un puesto de comida para llevar y de ahí su fama.

Las materias primas son importadas de Japón, de donde Yoka trae también algunas bebidas, condimentos y artículos como kimmidolls o cuchilos especiales para cortar sushi. A parte de los makis, el sushi, tallarines y gyozas, su verdadero éxito son los cursos de cocina, que organiza los fines de semana. Tanto es así, que no hay hueco hasta el 18 de mayo.

Algo se está moviendo en los mercados tradicionales de Madrid. Si bien la costumbre de ir a comprar productos frescos se está perdiendo por la apertura de supermercados y una oferta más que competitiva, los emprendedores toman el relevo de puestos abandonados y cerrados desde hace años para convertirlos en originales tiendas o pequeños restaurantes que dan continuidad -y vida- a mercados que tienen varios años de historia a sus espaldas.