El estilo marinero, siempre a contracorriente

El estilo marinero vuelve ¿Pero alguna vez dejó de llevarse en las fechas veraniegas? Quizá no, pero lo cierto es que siempre hubo temporadas en las que estuvo más presente que otras, sobre todo aquellas en las que se añoraban los años 40, o esos momentos en los que la mujer, al incorporarse al mundo del deporte, adoptó este estilo.

En la película recién estrenada sobre Coco Chanel, la modista adquiere una camiseta de rayas tras fijarse en los marineros trabajando a la orilla del mar, y no duda en añadirle un cinturón fino marrón que le va como un guante. Y es que, como en los momentos en que las mujeres empezaron a llevar bañador, las rayas horizontales han estado irremisiblemente ligadas a las vacaciones. Por eso resulta imposible no ver un vestido amarinerado en cualquier expositor de una tienda de modas

 

Uno de los últimos recordatorios de la importancia del look navy en la moda lo encontramos en París, que ha querido rendir un homenaje a este estilo mediante una exposición que refleja la influencia que ha recibido de los uniformes de la Marina. De ellos provienen las mencionadas camisetas, gorras o boinas y chaquetas con doble abotonadura metálica forman ya parte imprescindible de los armarios de muchísimas personas.

 

Hasta el 26 de julio pueden pasarse por el Museo de la Marina de París y disfrutar de una muestra que nos revela un estilo elegante, rebelde y que, como hemos dicho, nunca pasa de moda. Para ella han tirado de archivo, cayendo en la cuenta, eso sí, que más allá de espectaculares uniformes de oficial la moda se ha inspirado sobre todo en el atuendo del soldado raso. Muestra de ello son un centenar de modelos de grandes diseñadores como la mencionada Chanel, Yves Saint-Laurent, Gaultier, Kenzo o Sonia Rykiel.

 

El estilo marinero es un must. Sin duda. Por eso les recomendamos que si han sido tan inteligentes de guardar una de esas camisetas de manga larga de rayas azul marino sobre fondo blanco, ya pueden buscar en el fondo del armario y rescatarla. Cuando el caprichoso viento de la moda sopla, no hay nada que abrigue mejor.