La polémica condena a prisión a 13 guardias de la reina Isabel por ponerla en peligro

La guardia de la reina Isabel ha quedado mermada de un plumazo. Y todo por una grave irresponsabilidad que han cometido varios de los componentes del Primer Batallón de la Guardia Galesa, que custodian a la monarca, realizan deberes ceremoniales en sus diferentes propiedades y tienen su base muy cerca del castillo de Windsor. Debido a su desafortunado desliz, no han recibido ninguna piedad del tribunal militar que les ha juzgado, que les ha aplicado una dura sentencia que no ha tardado en ser motivo de debate en Reino Unido.

Todo empezaba el pasado junio, solo unos días después de que se celebrara el desfile militar con motivo del cumpleaños de Isabel II en el castillo de Windsor. Parte del mencionado batallón participó en un partido de fútbol junto al río. Hasta ahí todo bien, si no fuera porque se mezclaron con civiles sin tomar las medidas oportunas para minimizar el riesgo de contagio de coronavirus. Y lo más grave venía después, cuando remataron la jornada con una fiesta con otros compañeros de batallón, que acabó con gran parte de ellos bastante perjudicados por el alcohol. Una situación que no sería condenada si no estuviéramos en situación de pandemia.

Tras la investigación, un superior, actuando como juez militar, no tuvo duda de cuál tenía que ser la sentencia. Trece de ellos han sido condenados a dos semanas de internamiento en un centro correctivo militar, durante las que no cobrarán su sueldo, mientras que otros tres están esperando saber cuál es su condena. Pero es que además las informaciones apuntan que hay cuatro de estos guardias que también han dado positivo en cocaína, por lo que serán inmediatamente expulsados del ejército una vez que cumplan condena, sin que ningún portavoz de las Fuerzas Armadas haya confirmado este último punto.

Entre los soldados y compañeros de otros batallones hay bastante malestar, ya que creen que la sentencia es bastante desproporcionada, especialmente si la comparan con las que se imponen a los civiles que cometen la misma infracción, quienes, en el mejor de los casos, solo tienen que pagar una pequeña multa. Pero hay que tener en cuenta el riesgo de contagio al que se han expuesto ellos mismos, a sus compañeros y a la propia monarca, ya que muchos trabajan guardando las espaldas de la reina en el castillo de Windsor. "Exigimos los más altos estándares de comportamiento de todo nuestro personal", ha comentado al respecto un portavoz del ejército británico, dando por buenas -y más que justas- estas condenas.