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La Alberca, un pueblo milenario en el corazón de la Sierra de Francia
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La Alberca, un pueblo milenario en el corazón de la Sierra de Francia

Al sur de la provincia de Salamanca, en el corazón de la Sierra de Francia y justo en el punto más adyacente a la comunidad extremeña,

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La Alberca, un pueblo milenario en el corazón de la Sierra de Francia

Al sur de la provincia de Salamanca, en el corazón de la Sierra de Francia y justo en el punto más adyacente a la comunidad extremeña, se encuentra La Alberca, uno de los municipios más tradicionales y con mayor encanto de nuestro país. Estamos ante uno de esos pueblos, escasos ya, que luchan por mantener su integridad y autenticidad, su arquitectura, sus costumbres, ritos, y por no dejarse alterar por los cambios que, desgraciadamente, han modificado muchos paisajes rurales de nuestra región. Los albercanos han conseguido conservar durante años su folclore, su historia y su tradición, y eso es lo que llevó a este pueblo a ser declarado en 1940 Conjunto Histórico Artístico Nacional.

Su nombre proviene del árabe Al-Bereka, algo que complica aún más la explicación de su origen, puesto que ya se encontraron restos en la prehistoria, en algunas pinturas rupestres trazadas en los valles contiguos a La Alberca -en Lera y en Las Batuecas-, sin olvidar la presencia de un ara romana en la iglesia parroquial.

Durante la reconquista cristiana medieval, el territorio en el que se asienta La Alberca fue repoblado. Con el rey Alfonso IX esta zona recibió un gran número de habitantes, entres ellos, muchos de origen francés, lo que justifica la cantidad de topónimos franceses en el sur de la provincia charra.

El casco urbano

Son muchos los intereses arquitectónicos e históricos de los que podemos disfrutar en el interior de las laberínticas calles de La Alberca. En todas ellas podemos pararnos a apreciar la tradicional casa albercana, de tres pisos de altura como máximo, generalmente construida a base de mampostería de granito y madera. Los pisos suelen tener balcones de madera o de hierro, y sus fachadas son, la mayoría de las veces, de barro cocido, con un entramado de vigas de madera.

Al adentrarnos en La Alberca, en primera instancia nuestra atención se fija sobra la plaza del pueblo, la Plaza Mayor. Ésta, de forma cuadrada, sigue siendo el núcleo de la actividad social, en la que impera el dinamismo y donde en agosto se desarrollan las fiestas de la virgen de la Asunción y se le hace el Ofertorio a la patrona.

Caminando calle abajo nos encontramos con la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que fue construida en el siglo XVIII y es el centro de la actividad religiosa de la zona. Tiene gran importancia histórica y arquitectónica puesto que se terminó en el mismo año que la catedral de Salamanca, en 1773 y, en su interior, se puede apreciar un púlpito de granito del siglo XVI. Junto a ella tiene gran valor la torre, construida unos doscientos años antes que dicha iglesia parroquial. Además, dado el interés litúrgico y religioso de este municipio salmantino, varias ermitas ocupan el centro y alrededores. Una de ellas, la del Cristo del Humilladero, es de las más antiguas.

Fiestas y tradiciones primitivas

En La Alberca también hay espacios y momentos dedicados al ocio. La fiesta más importante es la que se celebra el 15 de agosto, por la virgen de la Asunción. Por este motivo, los albercanos salen a las calles disfrazados de ángeles y demonios y cada uno representa un papel. En Semana Santa también tiene lugar una gran fiesta en el pueblo, y celebran lo que conocen por el 'Día del trago' o 'Lunes de aguas'.

Por otra parte, en nuestra visita será curioso contemplar la celebración de una de las tradiciones más antiguas no sólo de La Alberca, sino también de nuestro país, que es la de la moza de ánimas. Cada viernes, cuando empieza a oscurecer, una mujer del pueblo sale con una esquila -cencerro pequeño, en forma de campana- y recorre todas las esquinas del mismo al tiempo que reza y canta. Hay unas diez o doce mujeres que se ofrecen para hacer este rito y, a cada una, se le asigna un mes. Así, cada mujer recorrerá el pueblo con la esquila los cuatro o cinco viernes que haya en su mes.

Una suculenta gastronomía

En La Alberca podemos deleitarnos con un amplio abanico gastronómico que hace las delicias de todos los que degustan sus productos. Para todos aquellos que disfrutan con la carne, en este municipio nos encontramos con las más variadas, excelentes y sabrosas especies ganaderas. También este entorno es famoso por los embutidos, y es considerado de las mejores regiones españolas donde se produce jamón ibérico, chorizo, o lomo de alta calidad.

En esta localidad son típicos los hornazos, que son unas empanadas hechas a base de embutidos, así como también es fácil catar buenos vinos de cosecha. El limón serrano, hecho a base de limón, naranja, huevo duro y chorizo, y el cabrito asado son otras de sus especialidades. Pero, igualmente, La Alberca no se olvida de los amantes del dulce y, para ellos, elabora turrones, obleas, bizcochos, perrunillas y miel, todos ellos de producción natural y alta calidad.

Rutas con encanto

Además de todo lo que nos ofrece el centro histórico, también podemos destinar parte de nuestra estancia a recorrer los hermosos alrededores de La Alberca, y seguir algunas de las rutas que nos lleven a conocer lugares como el Santuario de la Peña de Francia, Las Batuecas y sus pinturas rupestres o los distintos pueblos aledaños, como Mogarraz, Monforte o San Martín del Castañar.

Hay sendas marcadas para hacer las diferentes excursiones. Una vez comenzado el recorrido, inmediatamente nos veremos envueltos en la belleza singular de la sierra salmantina, con castaños centenarios, una variada flora y una dilatada diversidad de fauna y enclaves naturales como el nacimiento del río Francia, o el hermoso valle de Lera.

Al sur de la provincia de Salamanca, en el corazón de la Sierra de Francia y justo en el punto más adyacente a la comunidad extremeña, se encuentra La Alberca, uno de los municipios más tradicionales y con mayor encanto de nuestro país. Estamos ante uno de esos pueblos, escasos ya, que luchan por mantener su integridad y autenticidad, su arquitectura, sus costumbres, ritos, y por no dejarse alterar por los cambios que, desgraciadamente, han modificado muchos paisajes rurales de nuestra región. Los albercanos han conseguido conservar durante años su folclore, su historia y su tradición, y eso es lo que llevó a este pueblo a ser declarado en 1940 Conjunto Histórico Artístico Nacional.