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Millán Salcedo: “En mi congelador tengo empanadillas”
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LA ENTREVISTA

Millán Salcedo: “En mi congelador tengo empanadillas”

Decía Millán Salcedo en un artículo de 1985 que su única intención era hacer reír. Entonces actuaba en las salas de fiesta de Madrid con Josema

Foto: Millán Salcedo: “En mi congelador tengo empanadillas”
Millán Salcedo: “En mi congelador tengo empanadillas”

Decía Millán Salcedo en un artículo de 1985 que su única intención era hacer reír. Entonces actuaba en las salas de fiesta de Madrid con Josema Yuste -antes también con Fernando Conde- travestido con la careta de Martes y 13, epónimo que incluso terminó engulléndole aparentemente. Después de salir de las tripas de la ballena ha acabado cambiando los camerinos de la histórica sala Caribiana por los del teatro Infanta Isabel y tras un viaje a través del universo de la televisión que pareció durar años luz vuelve a medirse cara a cara con el público en Yo me subí a un piano verde, a partir del 22 de abril, bajo la dirección de Tricicle.

¿Qué da más miedo, volver a enfrentarse cara a cara con el público o con los periodistas?

Miedo ninguno, aunque sí me da un poco de respeto porque afortunadamente sigo siendo de carne y huevos. Después de picotear en mil historias, televisión, cine, giras, zarzuela, dirigir alguna que otra serie... lo que más me gusta, con lo que me quedo, es con el escenario. Yo estudié arte dramático hace muchos años y mi oficio es ese, así que qué mejor que la tabla del escenario para poderse subir.

¿Qué has sacado de los baúles? ¿Para qué hay espacio en Yo me subí a un piano verde?

Esta obra es el día a día de la superación, lo que me ha permitido salir de la confusión en la que estaba. Aquello de decir “bueno, vamos a ver, si cada vez que salgo todo el mundo me habla de la empanadilla ¿yo cuando voy a poder evolucionar?”. Vaya donde vaya todo el mundo me habla de aquello. Yo no me ofendo, porque estoy orgulloso. Al contrario, me encanta: soy un tío afortunado, porque he triunfado en algo que me gustaba, pero llega el momento en que uno quiere evolucionar. Yo me subi a un piano verde habla un poco de eso. Se trata de atreverse, de ser osado. Yo he sido osado y me he atrevido a subirme a algo tan absurdo como puede ser un piano verde. Lo importante es que sacar lo que uno tenga ahí. Es una especie de terapia ocupacional, si quieres llamarlo así. A mí me ha servido y por eso lo recomiendo.

Hace poco Miguel Narros, ahora Tricicle... el teatro te está cuidando con grandes directores, ¿no?

Eso lo da el haber salido televisión muchos años y haber sido ‘el de la empanadilla’. Se te abren determinadas puertas en muchos campos y eso está muy bien por un lado, pero por otro hay veces que no te permite evolucionar. Está bien pero en ocasiones no resulta tan fácil como pueda parecer desde fuera; es un arma de doble filo.

¿Se puede decir que ésta es la autobiografía de Millán Salcedo o te reservas unas 'memorias' jugosas?

No exactamente. Es un ejercicio de superación, ni más ni menos. A mí me gusta la pintura y descubrí el mundo del collage y es gracias a ese tipo de asuntos (que van canalizados dentro del espectáculo) que he salido adelante. Anímicamente me he enrollado, me he puesto las pilas y he vuelto de determinadas tentaciones de la vida disipada. Tengo las pilas tan bien puestas que ahora mismo... ¡que me den cuerda que me pongo a funcionar! Voy a hacer algo que me gusta, que yo he escrito y cuyos collages y fotomontajes los he hecho yo. Está en mi línea, en mis trece.

¿Cuál va a ser el recorrido de la obra?

Estrenamos el 22 de abril en el teatro Infanta Isabel de Madrid, en la calle Barquillo de Madrid. Luego haremos gira. Yo desde luego estoy dispuesto a ir donde me digan. Ahora, que nadie piense que yo reniego de mi pasado: hago varios homenajes en este espectáculo a Tip y Coll, a Gila, al personaje que más me gustó imitar siempre, que es Gloria Fuertes, y al final nos hago un homenaje a nosotros mismos, a Martes y Trece, y a nuestro público, que no nos olvida. La verdad es que pasan los años y no hay ni un solo día que alguien se me acerque por la calle con una sonrisa en la cara y no me hable de las empanadillas. Si yo ahora te dejara las llaves de mi casa entrarías, irías al congelador y allí tengo empanadillas.

La televisión es hoy en día casi tan surrealista como lo podían ser los sketches que hacías tú hace años. ¿Hay que tomársela con humor?

No sólo la televisión, sino la vida en sí misma. El único oxigeno respirable es el sentido del humor. Si no tienes sentido del humor vete, no me interesas. Hay que reírse de uno mismo. Y en cuanto a la tele, está entreteniendo a otra parte, no está entreteniendo bien. Antes los espectadores se reían con los humoristas y hoy en día la gente se ríe de los frikis. A mí me gusta que la gente se ría con el sentido del humor, con las cosas espontáneas que salen... yo defiendo lo manual, lo artesano. Mis mejores cosas me las sigo haciendo a mano, no sé si me explico. Yo no estoy en contra de la técnica, pero soy un tipo que no tiene ni coche ni móvil y prácticamente no tengo ni idea de ordenadores. Me parece que está muy bien que las ciencias adelanten, pero yo personalmente estoy en mi línea. A mi me gusta la tranquilidad y hacer las cosas a mano. Recomiendo el collage a todo el mundo, es una maravilla...

Tocar, pegar, cambiar, recortar...

Sí, lo artesano, lo manual. Está bien que hoy en día a través de los ordenadores se puedan hacer verdaderas maravillas, pero a mí me gusta que se vea el corte, por dónde está la tijera, la costura... No en vano yo fui sastre. Hace... ¡buff! Tenía dieciséis años y estaba en un internado en Ciudad Real. Allí me dieron oficio y los curas determinaron que yo tenía que ser sastre.

Hablando de Ciudad Real. Tú naciste en un pueblo de la provincia, como José Mota de Cruz y Raya, y de Cuenca y Albacete son los componentes de Muchachada Nui, que parecen estar revelándose como los nuevos maestros de la comicidad. ¿Se acabó el tópico del andaluz gracioso? ¿Podemos hablar un humor manchego?

Eso lo da la tierra. Es algo que además digo en el espectáculo, que si tenemos ingenio es porque somos de la tierra del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha y dalgo tenía que servirnos haber nacido allí. Si te das cuenta, todos los artistas de La Mancha tenemos un sentido del humor muy parecido y tenemos que ver con la comicidad. Pedro Almodóvar ni te cuento, Sara Montiel no veas la retranca que ha tenido siempre... Paco Clavel, por ejemplo, también es manchego. Esto lo da ese ingenio del ingenioso hidalgo.

Decía Millán Salcedo en un artículo de 1985 que su única intención era hacer reír. Entonces actuaba en las salas de fiesta de Madrid con Josema Yuste -antes también con Fernando Conde- travestido con la careta de Martes y 13, epónimo que incluso terminó engulléndole aparentemente. Después de salir de las tripas de la ballena ha acabado cambiando los camerinos de la histórica sala Caribiana por los del teatro Infanta Isabel y tras un viaje a través del universo de la televisión que pareció durar años luz vuelve a medirse cara a cara con el público en Yo me subí a un piano verde, a partir del 22 de abril, bajo la dirección de Tricicle.