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Tendencia 'Wifi is over': las fiestas más cool... sin móvil
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Tendencia 'Wifi is over': las fiestas más cool... sin móvil

Llegan los eventos en 'modo avión', espacios de ocio en los que el único requisito es desconectar para conectar con nosotros mismos

Foto: Desconexión. Solo hace falta proponérselo (Foto: Bito Cels)
Desconexión. Solo hace falta proponérselo (Foto: Bito Cels)

Jueves noche en Barcelona. El local de moda de la ciudad está a rebosar de gente joven. En un rincón hay un grupo de chicas enfrascadas en lo que parece un intenso debate. A un par de metros de ellas una pareja de tortolitos se mira a los ojos con complicidad, mientras observa a su alrededor y comparte impresiones sobre el personal. Al lado de la barra, tres hipsters están riéndose a carcajadas. ¿Será que alguno de ellos ha contado un buen chiste? A través de los bafles, del año 1968 por cierto, el vinilo suena de maravilla. A simple vista, todo parece normal. Pero hay algo inusual en esta escena: ninguno de los asistentes tiene el móvil en la mano. Se miran a los ojos y se escuchan los unos a los otros. Hablan sin consultar cada 3 microsegundos si les ha llegado un wasap. Nadie está en un rincón haciéndose selfis o haciendo una conexión en directo en Instagram Live. Sorprendentemente, están viviendo el presente. Sin interferencias tecnológicas.

Estamos en la primera fiesta Wifi is over, organizada por Artte (C/ Muntaner, 83 C), uno de los restaurantes-espacio artístico más cool de la ciudad. Se trata de una propuesta de ocio que ya se hace en grandes ciudades como Londres, Nueva York o San Francisco, con la que se busca la desconexión del mundo virtual y que ofrece, a cambio, la conexión con uno mismo. Una experiencia que se repetirá el primer jueves de cada mes a partir de las 20 h y que no podrás compartir en las redes sociales mientras la estás disfrutando.

La idea de estas fiestas en Artte parte de una sensación personal de su impulsor, Mario Fradera: "Estamos entregando muchas parcelas de nuestra vida a la tecnología. Todo van tan rápido en la red, estamos tan hiperconectados, que hemos superado los límites de la toxicidad".

Para que la vivencia sea auténtica han querido asociar la desconexión con el concepto de velada sin alcohol y por eso ofrecen una selecta carta de mocktails o cócteles saludables con cero alcohol. Aunque de entrada se pueda pensar que el 'modo avión' no está reñido con una copa de vino, el razonamiento de Fradera resulta convincente. "No hace falta emborracharse para divertirse. De hecho, la idea es estar presentes, disfrutar del espacio y evitar el ruido de las fotos y las llamadas. Además es una oportunidad para tomarnos un cóctel revitalizante y volver a casa con más energía de la que hemos salido".

A juzgar por la afluencia de gente y el ambiente distendido que se respira, la fiesta ha sido un éxito. Las normas son claras: al entrar debes apagar el móvil. Estás a punto de entrar en el túnel del tiempo y volver a la época pre smartphones, esa que algunos hemos vivido y en la que lo pasábamos bien sin vídeos, ni selfis, ni tuits. Solo diversión real con los amigos. Quizás estos experimentos libres de wifi pueden aplicarse a otros fines como apagar el teléfono para leer un libro o para irse de escapada romántica con tu pareja, o simplemente para tener un espacio para ti sin estar pendiente de lo que ocurre en las redes sociales.

Esto no quita que en el baño de Artte pille in fraganti a una chica chateando a escondidas por el WhatsApp. Nadie dijo que el tecno detox fuera fácil. Pero por algo se empieza.

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Jueves noche en Barcelona. El local de moda de la ciudad está a rebosar de gente joven. En un rincón hay un grupo de chicas enfrascadas en lo que parece un intenso debate. A un par de metros de ellas una pareja de tortolitos se mira a los ojos con complicidad, mientras observa a su alrededor y comparte impresiones sobre el personal. Al lado de la barra, tres hipsters están riéndose a carcajadas. ¿Será que alguno de ellos ha contado un buen chiste? A través de los bafles, del año 1968 por cierto, el vinilo suena de maravilla. A simple vista, todo parece normal. Pero hay algo inusual en esta escena: ninguno de los asistentes tiene el móvil en la mano. Se miran a los ojos y se escuchan los unos a los otros. Hablan sin consultar cada 3 microsegundos si les ha llegado un wasap. Nadie está en un rincón haciéndose selfis o haciendo una conexión en directo en Instagram Live. Sorprendentemente, están viviendo el presente. Sin interferencias tecnológicas.