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"Ya te llamará" y otras mentiras piadosas para no hundir a tus amigas en la miseria
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"Ya te llamará" y otras mentiras piadosas para no hundir a tus amigas en la miseria

Que mentir está mal visto (que es diferente a que esté mal a secas) es una verdad universal. Pero intentar reconfortar a nuestras best friends es algo que todas hemos hecho. Todas

Foto: Las mentiras si son piadosas saben mejor. (Imagen: Sexo en Nueva York)
Las mentiras si son piadosas saben mejor. (Imagen: Sexo en Nueva York)

Todos mentimos y son muchos los estudios que arrojan datos sobre este singular hecho. Aunque la mayoría de las personas aseguran que no les gusta faltar a la verdad y que son muy malas tergiversando la realidad (bonita manera de evitar decir que uno miente), lo cierto es que se calcula que una persona miente diez veces al día. Una cifra mínima si tenemos en cuenta que otros autores se atreven a aseverar que cada diez minutos de conversación que mantenemos con alguien se nos deslizan por la lengua tres mentiras. Vaya, que dejamos a Pinocho en mantillas.

¿Por qué lo hacemos?

Maravillosa pregunta que nadie alcanza a responder con total seguridad. Hay estudios que apuntan a que mentimos para proteger una parte de nuestra intimidad, otros apuestan por el hecho de que mentir es un mecanismo de defensa para evitar un posible enfrentamiento, y por último, pero no por ello menos importante, los hay que piensan que mentimos para no lastimar los sentimientos de los demás. ¡Voilà!

placeholder Imagen: Pretty Little Liars.
Imagen: Pretty Little Liars.

¿Cuántas veces te has mordido la lengua para no decirle a esa amiga del alma querida tuya que ese chico no la va a llamar? “Pues antes que mentir, yo prefiero dar la callada por respuesta”, oímos a menudo. Claro (que no). Cuando tienes enfrente a una persona cuyos sentimientos penden de un hilo, un silencio es casi peor que una verdad. No obstante, también es justo decir que nadie quiere que le digan la verdad. Las cosas como son. Preferimos escuchar una mentira piadosa para seguir manteniendo viva la esperanza que un ‘pasapalabra’ que resquebraje por completo nuestro frágil y dolorido corazón.

Así pues, y como el verano es proclive a las charlas interminables con las amigas sobre lo divino y lo humano, lo mejor es que estés preparada para mentir sin pestañear o para recibir una tergiversación de la realidad teniendo claro que lo es. He aquí el 'top five' de mentiras piadosas que solo una best friend entendería y sería capaz de perdonar.

“Ya te llamará”

Mentira y no pequeña. Quizá esta sea la mentira más grande y más repetida en la historia de las relaciones amorosas. Es el mítico tira y afloja que todos hemos tenido con alguien. Él dice que te llamará, pero nunca lo hace. O bueno sí, tres meses más tarde y haciendo como que aquí no ha pasado nada. Lo típico, para algunas claro. Así pues, cuando esa amiga te pregunta en voz baja si ves factible el hecho de que reciba una llamada suya, tú optas por contestar tirando de verbo en futuro y con un adverbio de tiempo: “Ya te llamará”. Si lo pensamos fríamente no estamos mintiendo, simplemente decimos que lo hará evitando decir cuándo.

“Pues yo te veo igual”

Contestación tradicional a la afirmación “he engordado”. De nuevo, el lenguaje lo es todo. Si analizamos la frase “pues yo te veo igual”, no hay mentira alguna en esta construcción gramatical. Es decir, nosotros seguimos viendo a nuestra amiga a través de los ojos. Vale que es hilar fino, pero es la verdad. Otra cosa es que ahora pese un par de kilos más. Además, si nos fijamos, siempre y cuando se habla de peso, nadie pregunta: “¿he engordado?”, sino que lo afirma. Claro, si es que la báscula no miente.

“No es mi estilo, pero me gusta”

Dícese de un vestido o conjunto de dudoso gusto que nos enseña nuestra querida amiga como si se tratase de una chaqueta vintage de Chanel que se revaloriza con el paso del tiempo. Ella sabe que no lo es y tú también. Sin embargo, aquí se establece el típico “tú miénteme, que yo te sigo la corriente”. Después de “no es mi estilo, pero me gusta”, llega la siguiente fase, la de “ya, pero a mí me gusta y me sienta bien”. Ajá, traducido en un lenguaje puro y sin mentiras sería un “no me gusta pero es lo único que me puedo permitir”. Nadie podrá decir que mentir no es divertido.

“Si al final lo pasarás bien”

Nadie en la faz de la tierra se divierte yendo a una boda, cumpleaños, bautizo, comunión o cualquier otro evento social si tiene que hacerlo en soledad. En serio. Es imposible. Puede que superemos el trauma con grandes dosis de alcohol y poca dignidad, pero todos sabemos que hubiésemos preferido perder un miembro a acudir a esa cita.

“Tu jefe no te odia”

Sí lo hace. Tú lo sabes, él lo sabe, todos los sabemos. Eres la última en elegir las vacaciones, día sí y día también te toca subirle el café y sorprendentemente siempre tiene ese último encargo justo cinco minutos antes de que acabe tu jornada laboral. Menos mal que existen los afterworks en los que desahogarte y recibir esa mentira piadosa por parte de tus amigas para seguir pensando que tu trabajo merece la pena.

¿Moraleja?

Demos gracias a que no vivimos conectados a un detector de mentiras.

Todos mentimos y son muchos los estudios que arrojan datos sobre este singular hecho. Aunque la mayoría de las personas aseguran que no les gusta faltar a la verdad y que son muy malas tergiversando la realidad (bonita manera de evitar decir que uno miente), lo cierto es que se calcula que una persona miente diez veces al día. Una cifra mínima si tenemos en cuenta que otros autores se atreven a aseverar que cada diez minutos de conversación que mantenemos con alguien se nos deslizan por la lengua tres mentiras. Vaya, que dejamos a Pinocho en mantillas.

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