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Por qué es importante incluir naturaleza en nuestro hogar, según una experta en neuroarquitectura
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NATURALEZA Y HOGAR

Por qué es importante incluir naturaleza en nuestro hogar, según una experta en neuroarquitectura

Según la experta, estamos conectados a lo primario, lo esencial...por eso nuestro hogar debe beber de un espacio natural

Foto: María Gil, neuroarquitecta. (Cortesía/Maria Gil Neuroarquitectura)
María Gil, neuroarquitecta. (Cortesía/Maria Gil Neuroarquitectura)

Pasamos buena parte de nuestra vida dentro de espacios construidos: casas, oficinas, establecimientos... Aunque muchas veces no lo veamos —o no lo sintamos—, esos entornos influyen en cómo dormimos, en nuestra energía, nuestro estado de ánimo y hasta en el manejo del estrés. Y, según la arquitecta y neurocientífica María Gil, una clave esencial para que esos espacios nos cuiden es la naturaleza.

María Gil es fundadora del método AENAD de Neuroarquitectura Integrativa, que propone diseñar espacios que respeten nuestros ritmos biológicos más profundos. Ella sostiene que nuestros cerebros y cuerpos siguen atados a códigos evolutivos: necesitamos luz natural, espacios con referencias al mundo exterior, movimiento, calma sensorial y conexión con lo vivo. Cuando nuestro entorno carece de esos elementos —exceso de pantallas, iluminación artificial, espacios cerrados— el sistema nervioso entra en alerta contínua: el hogar deja de ser un refugio para convertirse en un lugar hostil.

placeholder Debemos incluir plantas de interior en nuestro hogar. (iStock)
Debemos incluir plantas de interior en nuestro hogar. (iStock)

La naturaleza no es solo un adorno bonito; tiene funciones reparadoras y reguladoras. María Gil señala que elementos naturales ayudan a activar el sistema nervioso parasimpático (relajación) y reducen la activación permanente del sistema de alerta. Entre los beneficios concretos que asocia con incluir naturaleza dentro del hogar está la reducción del estrés y la ansiedad, debido a que la presencia de vegetación, luz natural y materiales orgánicos actúa como un regulador emocional; mejora en la calidad del sueño, la luz natural y una iluminación más acorde con los ciclos del día ayudan a sincronizar el reloj interno; recuperación más rápida y sensación de bienestar. Los recintos con vistas verdes o elementos naturales tienen un efecto reparador. Por último, podemos sentir una mejora de nuestra salud física debido a la mejor ventilación y reducción de contaminantes

No necesitamos convertir nuestra casa en un bosque para aprovechar estos efectos. Gil propone medidas simples y accesibles como incluir plantas de interior que aporten vida visual y purifiquen el aire; permitir la entrada de luz del día; usar materiales naturales o de textura orgánica como madera, piedra, cerámica…Gil advierte que los materiales plásticos o pinturas sintéticas pueden generar reacciones adversas invisibles para nosotros; integrar elementos como fuego (chimeneas o velas), sonidos suaves naturales (agua, viento), aromas con aceites esenciales, y tener contacto visual con lo exterior y, por último, evitar el minimalismo extremo o espacios demasiado fríos: según Gil, los espacios muy vacíos o despojados también pueden aumentar la hormona del estrés (cortisol). Lo que propone la experta no es una moda decorativa, sino un enfoque más profundo: que el diseño no sea solo cómo se ve, sino cómo se siente. Que nuestros hogares sean espacios donde el cuerpo respire, el sistema nervioso descanse y la mente se conecte con lo esencial. Porque incluir naturaleza en casa no es solo estética: es un gesto tangible para alinear nuestros entornos con lo que somos, para recuperar algo de paz en medio del ruido moderno, y para que el espacio donde vivimos se convierta en verdadero aliado de nuestra salud.

Pasamos buena parte de nuestra vida dentro de espacios construidos: casas, oficinas, establecimientos... Aunque muchas veces no lo veamos —o no lo sintamos—, esos entornos influyen en cómo dormimos, en nuestra energía, nuestro estado de ánimo y hasta en el manejo del estrés. Y, según la arquitecta y neurocientífica María Gil, una clave esencial para que esos espacios nos cuiden es la naturaleza.

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