70 años de 'Obsesión', la película que convirtió a Rock Hudson, el mártir gay de Hollywood, en una estrella
La película, uno de los melodramas por excelencia de Douglas Sirk, se estrenó en julio de 1954 y cambió para siempre el concepto que el público y la prensa tenían del actor
Olvídense del titular de este artículo. Si hubiese que medir la importancia de 'Obsesión', de cuyo estreno se cumplen 70 años esta semana, no solo hablaríamos de Rock Hudson y de cómo se convirtió en una estrella gracias a esta película. 'Obsesión' también fue el primer melodrama que coronó a su director, el alemán Douglas Sirk, como rey del género. Y también fue la película que hizo de Jane Wyman el prototipo de mujer madura doliente y enamorada de alguien más joven (Hudson en este caso). Un rol de señora rica que repetiría en varios films posteriores. 'Magnificent Obsession' influyó en las vidas de aquellos que participaron en ella y también en la historia del cine, ya que se estudia como arquetipo de esas cintas que, bajo su aparente trama de telenovela de sobremesa, esconden dardos envenenados contra las instituciones familiares y las convenciones sociales.
Para poner el foco en Hudson, habría que decir que 'Obsesión' cambió la vida del intérprete por completo. Habitual en películas de aventuras de tres al cuarto y chico florero de Universal Studios desde que su agente, el acosador Henry Wilson, se fijase en él, le cambiase su nombre real (Roy Harold Scherer) y lo sexualizase, el joven fue feliz con su participación en la película. Cualquiera lo estaría: pasaba de ser un acólito en el cine de serie B al protagonista de una película de mayor presupuesto al lado de Jane Wyman.
Esa felicidad le hizo ignorar que el argumento de 'Obsesión' solo tendría pies y cabeza en el futuro universo de Jeanette Rodríguez y 'La dama de rosa'. Hagamos memoria: un joven playboy provoca la muerte de un reputado doctor tras apropiarse de la única bombona de oxígeno del centro médico de una pequeña localidad cuando tiene un accidente debido a sus imprudencias con una lancha motora. Después, provoca un incidente a la viuda del médico, que se queda ciega como resultado. El malcriado playboy intenta arreglar el desaguisado enamorándose de ella, que no puede verle el rostro, y se convierte en cirujano para tratar de devolverle la vista. Ni el mejor culebrón televisivo sería capaz de construir tal enredo, difícil de explicar incluso en un artículo como este. Se trataba de un dramón que ya se había llevado a la gran pantalla en los años 30 con los rostros de Irene Dunne y Robert Taylor.
Durante el rodaje, los nervios de Hudson estaban a flor de piel. Fueron treinta o cuarenta tomas las que tuvo que repetir en alguna ocasión. Años después, agradecería a Wyman su paciencia al compartir plano con él. La actriz, que ya tenía un Oscar en sus manos (y era origen de la expresión 'más mudo que Belinda' en nuestra España de posguerra) por 'Belinda', nunca se quejó de los retrasos y las repeticiones pese a ser ya toda una estrella. Tampoco se perturbó demasiado ante la saña con la que muchos periodistas describieron la diferencia de edad entre ella y el personaje de Hudson. O con las bromas, algo crueles, de algunos críticos sobre su falta de belleza con respecto a la del galán entre galanes. ¿Qué espectador iba a creerse que un guaperas como Rock Hudson iba a ir detrás de una señora más mayor y menos atractiva que él? Claro que, si hubiesen sabido que él era gay y que en la vida real lo obligaron a casarse con la secretaria de su representante, se lo habrían creído aún menos. Así era aquella América conservadora de los 50.
A medida que el actor se convirtió en una estrella, es decir, en el año en el que se estrenó 'Obsesión' y empezó a ser más que una cara bonita, crecieron las sospechas en torno a su vida sexual. Revistas como 'Confidential' siempre estuvieron dispuestas a pagar (y muy bien) a todo chico que hubiese pasado por la cama del bueno de Rock. Y fue el propio Henry Wilson, harto de sobornar a jóvenes imberbes para que no abriesen la boca y hablasen de más, el que obligó a la estrella a casarse con su secretaria, Phyllis Gates. Por decirlo suavemente, la chica fue engañada de la manera más vil. Solo pasado el tiempo llegó a descubrir que su marido era gay. Las visitas a casa o las llamadas misteriosas de chicos guapos eran el pan de cada día en el hogar de los Hudson. Cuando Phyllis los descubría, su marido siempre daba la misma explicación: solo se trataba de fans. En 1959, harta de fingir sin recibir nada a cambio, acabó solicitando el divorcio.
Una masterpiece demencial
'Obsesión' no fue, en principio, una proposición placentera para un Sirk educado en el teatro y en formas de arte más elevadas que la adaptación de una novela que él mismo calificó como "basura". De hecho, cuando habló del proyecto con el productor, Ross Hunter, con el que formaría un tándem fundamental en aquella década, le dijo que no entendía cómo John M. Stahl había conseguido, en los años 30, sacar algo decente de un libro tan demencial. La base literaria era realmente rocambolesca.
Lo que el alemán tuvo claro es que Hudson, al que había dirigido en su único western, 'Raza de violencia', debía ser el protagonista de la historia. No hace falta decir que a los jefes del estudio no les hizo ninguna gracia la propuesta. Y que los críticos de cine sacaron sus puñales contra la película y contra el propio intérprete, asegurando que era "aún peor actor" que Robert Taylor, que había encarnado al mismo personaje en la versión anterior.
El tiempo ha querido que 'Obsesión' se analice como un punto de inflexión en la filmografía de Sirk. Hoy día, las escuelas de cine desmenuzan secuencias como aquella en la que la protagonista, ciega y a oscuras en una habitación llena de sombras expresionistas, se levanta del sofá mientras la música de Frank Skinner va in crescendo. Tras recorrer la habitación, acaba saliendo a la ventana y tira una maceta de manera involuntaria. Un momento de exaltación melodramática acompañado de la percusión musical de Siknner que sirve para que la pobre Helen (así se llama el personaje de Jane Wyman) se dé cuenta, de manera contundente, que su vida nunca será la misma tras perder la vista. Puro arte cinematográfico.
Pese a que los críticos tardaron años en encontrarle las costuras y los remiendos a los melodramas sirkianos, el público se entregó con fervor a 'Obsesión'. El éxito fue tal que acabó propiciando otras producciones de Ross Hunter como 'Solo el cielo lo sabe' (también con Hudson y Wyman), 'Escrito sobre el viento', 'Ángeles sin brillo' o 'Imitación a la vida'. Y en algunas de ellas estuvo un Rock Hudson eternamente agradecido al alemán que apostó por él cuando el resto del mundo solo lo consideraba una cara bonita. La carrera del actor, también recordado por ser la primera estrella enferma que confesó tener Sida públicamente, no se entendería sin Douglas Sirk. Sirk y Hudson, un dúo imprescindible para entender la historia del séptimo arte y de ese género tan despreciado como fue el melodrama.
Olvídense del titular de este artículo. Si hubiese que medir la importancia de 'Obsesión', de cuyo estreno se cumplen 70 años esta semana, no solo hablaríamos de Rock Hudson y de cómo se convirtió en una estrella gracias a esta película. 'Obsesión' también fue el primer melodrama que coronó a su director, el alemán Douglas Sirk, como rey del género. Y también fue la película que hizo de Jane Wyman el prototipo de mujer madura doliente y enamorada de alguien más joven (Hudson en este caso). Un rol de señora rica que repetiría en varios films posteriores. 'Magnificent Obsession' influyó en las vidas de aquellos que participaron en ella y también en la historia del cine, ya que se estudia como arquetipo de esas cintas que, bajo su aparente trama de telenovela de sobremesa, esconden dardos envenenados contra las instituciones familiares y las convenciones sociales.