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'Estado Eléctrico', una carísima y olvidable imitación de Spielberg, Lucas y 'Guardianes de la galaxia'
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'Estado Eléctrico', una carísima y olvidable imitación de Spielberg, Lucas y 'Guardianes de la galaxia'

Llega a Netflix una de las producciones más caras de su historia (320 millones de dólares) protagonizada por Chris Pratt, Millie Bobby Brown o Stanley Tucci

Foto: Poster promocional de 'Estado Eléctrico'. (Netflix)
Poster promocional de 'Estado Eléctrico'. (Netflix)

El nivel de producción de los blockbusters estrenados directamente en plataformas resulta apabullante. Los 320 millones de dólares que Netflix ha invertido en 'Estado Eléctrico', que llega a la plataforma este viernes 14 de marzo, son la mejor prueba de ello. Los tiempos en los que la prensa se escandalizaba por los 200 millones de 'Titanic', también una de las películas más taquilleras de la historia del cine, o los 300 de una secuela de 'Piratas del Caribe', quedan muy atrás y parecen pueriles al lado de lo que puede costar hoy cualquier superproducción de andar por casa. En el caso de la película protagonizada por Millie Bobby Brown y Chris Pratt, el coste es más significativo porque no se verá nunca en salas pese a su aparatosidad, ni el resultado final está a la altura de dicho desembolso económico. Ni siquiera con una campaña publicitaria que ha llevado a la pareja de actores por varios países para promocionar este remix en el que caben robots con sello Lucas, amor fraternal y sentimentalismo a lo Spielberg, 'mad doctors' o inventores que proyectan sus traumas pasados en sus inventos y una crítica bastante obvia (y para colmo, verbalizada) del uso abusivo de la tecnología. Aventuras, robots, ciencia ficción y drama familiar. Todo en uno.

placeholder Millie Bobby Brown en 'Estado eléctrico'. (Netflix)
Millie Bobby Brown en 'Estado eléctrico'. (Netflix)

Según la plataforma, esta historia, basada en una novela gráfica de Simon Stålenhag, es la de una adolescente huérfana que atraviesa el oeste americano con un robot misterioso y un vagabundo excéntrico en busca de su hermano menor. La narración se desarolla en unos años 90 alternativos en los que, tras una guerra entre humanos y robots, los segundos han sido recluidos en una reserva y los primeros viven realidades alternativas gracias a unos neurotransmisores que les permiten habitar dos mundos, el de su cuerpo físico y el de su conciencia, albergada en máquinas de diseño. En esa época retrofuturista, tener robots está prohibido pero no esas gafas de realidad virtual, esos neurotransmisores con los que todo hijo de vecino parece estar obsesionado. ¿Les suena de algo? ¿Les recuerda a esas docenas de personas que no quitan ojo de su teléfono móvil cada mañana en el metro?

Ese es el contexto en el que la protagonista, encarnada por Millie Bobby Brown, recibe la visita de uno de los robots vetados, que asegura ser la conciencia de su hermano, supuestamente fallecido. A partir de ese momento, se iniciará la búsqueda de la joven por un camino en el que se encontrará, entre otros, a un Chris Pratt que parece repetir su personaje gamberro y desenfadado, su Han Solo 2.0 de 'Guardianes de la galaxia'.

Dirigida por los hermanos Joe y Anthony Russo, a los que debemos 'Los Vengadores' y otros blockbusters de calidad indiscutible, 'Estado Eléctrico' hace buena aquella afirmación que aseguraba que todas las películas norteamericanas son, en el fondo, 'El mago de Oz'. Porque la protagonista es también una Dorothy en busca de algo; una jovencita que se encuentra con el reverso tenebroso de un lugar a priori idílico; con unos buenos que no son tan buenos y unos malos que no son tan malos. Y sobre todo, porque todo lo que vemos en esta película ya lo hemos visto en otras, no solo en 'El mago de Oz' o en 'Guardianes de la galaxia'. Y mejor contado, aunque el uso de CGI sea comedido y bueno y algunas de las luchas proporcionen la adrenalina y el entretenimiento que se espera de un producto de este tipo. La cinta cuenta, además, con secundarios de la talla de Stanley Tucci, el recientemente oscarizado Ke Huy Quan o la voz de Woody Harrelson. Por haber, hay hasta una pequeña intervención de Holly Hunter, con la que uno se pregunta qué diablos hace una chica como ella en un lugar como este.

placeholder Chris Pratt y Millie Bobby Brown en 'Estado Eléctrico'. (Netflix)
Chris Pratt y Millie Bobby Brown en 'Estado Eléctrico'. (Netflix)

El problema no solo es la acumulación de personajes robots, demasiados para ganarse el cariño del público, o de múltiples tonos de la película, que pasa de las secuencias con canciones 'molonas' a lo 'Guardianes de la galaxia' a las escenas sentimentales a lo Spielberg sin que dé tiempo a pestañear. El problema es que los Russo parecen haber querido hacer un conglomerado de homenajes a un tipo de cine sin la gracia de lo referencial y sin un foco concreto que destaque sobre el resto. Un universo muy cercano a la robótica y a la acción, o incluso a 'Toy Story' gracias a sus múltiples criaturas, pero muy alejado del fondo reflexivo de la obra original. En definitiva, una ensalada de sabores y un plato combinado razonablemente entretenido que se olvida nada más finalizar y aparecer los títulos de crédito. Y quizá el olvido no es lo que uno espera de una película que ha costado semejante barbaridad de dinero.

El nivel de producción de los blockbusters estrenados directamente en plataformas resulta apabullante. Los 320 millones de dólares que Netflix ha invertido en 'Estado Eléctrico', que llega a la plataforma este viernes 14 de marzo, son la mejor prueba de ello. Los tiempos en los que la prensa se escandalizaba por los 200 millones de 'Titanic', también una de las películas más taquilleras de la historia del cine, o los 300 de una secuela de 'Piratas del Caribe', quedan muy atrás y parecen pueriles al lado de lo que puede costar hoy cualquier superproducción de andar por casa. En el caso de la película protagonizada por Millie Bobby Brown y Chris Pratt, el coste es más significativo porque no se verá nunca en salas pese a su aparatosidad, ni el resultado final está a la altura de dicho desembolso económico. Ni siquiera con una campaña publicitaria que ha llevado a la pareja de actores por varios países para promocionar este remix en el que caben robots con sello Lucas, amor fraternal y sentimentalismo a lo Spielberg, 'mad doctors' o inventores que proyectan sus traumas pasados en sus inventos y una crítica bastante obvia (y para colmo, verbalizada) del uso abusivo de la tecnología. Aventuras, robots, ciencia ficción y drama familiar. Todo en uno.

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