El pueblo de Asturias que parece sacado de Cuba: con casas de colores de estilo colonial que es Bien de Interés Cultural

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Viajar a Asturias puede convertirse en un inesperado recorrido por la Cuba colonial. En pleno norte de España, lejos del Caribe, existe un pequeño pueblo que parece arrancado de La Habana y trasladado a la cornisa cantábrica: Colombres, capital del concejo de Ribadedeva. Sus calles, repletas de casonas de vivos colores, balcones acristalados y jardines con palmeras, guardan el legado de los emigrantes asturianos que “hicieron las Américas” en el siglo XIX y regresaron con fortuna.

Conocidos como indianos, estos hombres levantaron a su vuelta auténticos palacetes inspirados en la arquitectura colonial que habían admirado durante su estancia en las colonias españolas de ultramar. Querían diferenciarse de la burguesía asturiana y lo lograron con mansiones exageradas para la época: fachadas en tonos llamativos, miradores en voladizo, terrazas con balaustradas, torres ornamentales y extensos jardines con especies exóticas. El contraste con las modestas construcciones de piedra del entorno era abismal, tanto en tamaño como en decoración.

El resultado es lo que hoy se conoce como la Pequeña Habana de Asturias, un conjunto arquitectónico único en España que ha sido declarado Bien de Interés Cultural y que ostenta, además, el título de Pueblo Ejemplar de Asturias. Aunque Colombres apenas alcanza los 35 kilómetros cuadrados, atesora uno de los patrimonios coloniales mejor conservados del país.

La joya indiscutible de este legado es la Quinta de Guadalupe, un edificio blanco y azul de gran porte que acoge actualmente el Archivo de Indianos y Museo de la Emigración. Allí se conserva la memoria de quienes partieron con lo justo y regresaron como grandes terratenientes, dejando tras de sí una huella imborrable en la historia y en el paisaje urbano.

Pero Colombres no se entiende sin recorrer su Ruta Indiana, un itinerario que permite descubrir las casonas más emblemáticas: la Casa Consistorial, impulsada por Manuel Ibáñez Posada tras enriquecerse en México; la llamativa Casa Roja de Eduardo Sánchez Escalante; la Casa de Piedra y la Casa de las Palmeras, ambas vinculadas a la familia Sánchez Escalante; o las Casas Gemelas de Florencia Noriega. Cada fachada cuenta una historia de ida y vuelta, marcada por la emigración, la prosperidad y el deseo de dejar huella en la tierra natal.

Hoy, pasear por Colombres es viajar en el tiempo y, a la vez, cruzar el Atlántico sin salir de Asturias. Sus calles son un museo al aire libre de la arquitectura indiana y un testimonio vivo de una época en la que miles de españoles buscaron fortuna lejos de casa. Una pequeña Habana en verde y azul que sorprende a cada visitante.