El discreto encanto de una casa de comidas y un vino con historia
Rafael Ansón visita Alcaravea, un restaurante en la tierra de Santa Teresa de Jesús, quien decía que Dios también está entre los pucheros
En la Plaza de la Catedral, un enclave privilegiado de la ciudad de Ávila, se encuentra un edificio construido en 1903. Hasta allí condujo la intuición a Pepe Sánchez en el año 2006, cuando buscaba local para poner en marcha un restaurante. Fácil de localizar, sería una casa de comidas aliada a la nueva cocina donde, según su propietario, todos serían bien recibidos, y así fue: “Familias, hombres de negocios, parejas enamoradas, viajeros curiosos… Para todos hay mesa en Alcaravea”.
De este restaurante se dice que es como la propia ciudad que lo alberga que, tras ser nombrada Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO por su recinto amurallado medieval y su cuidado centro histórico, conserva intacta una filosofía de vida slow. Acogedora, calmada, silente… perfecta para caminarla de punta a punta sin dejar de respirar aire puro.
La humildad y la honestidad son dos de los valores que Pepe heredó de sus padres y que quiso que fueran los pilares sobre los que sostener el que hoy es un referente gastronómico de Ávila. Así es también la cocina que proponen, sencilla, pero imponente, de la que se ocupa Inés Gómez, la madre del propietario. En Alcaravea no existe el artificio superfluo. En él la carta es tan importante como el deseo de que los comensales estén cien por cien a gusto.
“Aquí no hay trampantojos ni falsas ilusiones, tampoco cocina-espectáculo. Los protagonistas no somos nosotros, sino nuestros clientes, quienes deciden entrar a nuestra casa de comidas y sentirse en ella como si fuera la suya propia”, expresa con ilusión Sánchez, que pensó en los detalles que harían este deseo realidad: decoración acogedora, comedores de aire hogareño, suelos de madera y mucha luz natural; el ambiente ideal para largas sobremesas.
Sus recetas, como demuestra el plato elegido por Ansón para lograr la perfecta armonía, son equilibradas y apetitosas. Inés, la artífice de la carta -que aúna tradición y vanguardia culinaria- comparte la misma filosofía de su hijo: “Yo cocino como cocinaba en mi casa. Con mucho cariño y muy tranquilita”, cuenta a Rafael Ansón a su llegada a Alcaravea.
Un plato de mollejas glorificado
En este restaurante donde, a buen seguro, como decía Santa Teresa de Jesús, Dios estaba entre los fogones, solo se cocina con producto de alta calidad y de proximidad (salvo el pescado). Carnes de raza avileña-negra ibérica, patos, patés, quesos, fruta y verdura… En su mayoría de Ávila y otras zonas de Castilla y León.
Con estos ingredientes, la chef ha preparado un plato del recetario tradicional pasado por el tamiz de la cjocina actual: mollejas de lechal sobre cestillo de patatas y yema confitada.
“Las mollejas son un plato tradicional que tu madre ha aliado con la nueva cocina: primero, está la belleza visual; segundo, el olfato y el gusto porque están buenísimas y, luego, el tacto porque tiene un contraste de texturas que es muy agradable”, reflexiona Rafael Ansón, que no duda en brindar por la buena armonía con el vino elegido.
Este, tras probarse doce diferentes dentro de la oferta de tintos de Marqués de Riscal, no es otro que el mítico XR. “Brindo por nosotros y porque hemos acertado”, concluye el presidente de la Academia Iberoamericana de Gastronomía. Chin, chin... Y bon apetit!
XR de Marqués de Riscal, el elegido
Tempranillo y graciano con una crianza de 25 meses en barrica de roble americano, este reserva es un vino de color cereza muy cubierto, intenso y con apenas signos de evolución. En nariz es muy expresivo, con notas de regaliz, canela y pimienta negra, donde la larga crianza en madera apenas se percibe, gracias a su gran complejidad y concentración de fruta madura. En boca es fresco, con taninos pulidos muy agradables, con buena estructura pero fácil de beber. El final es largo y deja unos leves recuerdos balsámicos de gran calidad.
El origen de su nombre es curioso: al estilo de los capataces bordeleses, el enólogo de la bodega marcaba algunas de sus barricas con una tiza con la palabra XR si encontraba algunas características especiales que no encontraba en otras. El vino XR de Marqués de Riscal es, pues, un homenaje a todos los maestros bodegueros que, desde Jean Pineau hasta nuestros días, han contribuido a forjar una parte de la mejor historia del vino español en Marqués de Riscal.
En la Plaza de la Catedral, un enclave privilegiado de la ciudad de Ávila, se encuentra un edificio construido en 1903. Hasta allí condujo la intuición a Pepe Sánchez en el año 2006, cuando buscaba local para poner en marcha un restaurante. Fácil de localizar, sería una casa de comidas aliada a la nueva cocina donde, según su propietario, todos serían bien recibidos, y así fue: “Familias, hombres de negocios, parejas enamoradas, viajeros curiosos… Para todos hay mesa en Alcaravea”.