Historia de una nariz que no se pudo ir de boda

Eranse unas revistas a una nariz pegadas. Erase una nariz mutilada. ¿Pero cuánto puede dar de sí un fragmento nasal cartilaginoso? Pues exactamente para 18 páginas, que es lo que ocupa la septorrinoplastia más famosa de la Historia de España en las revistas del cuore de esta semana. Resulta asombroso que un simple trozo de carne, tan pequeño y “más ninguneado que Jaime de Marichalar” (Eduardo Mendicutti dixit) dé para tanto, pero si pertenece a una princesa se convierte prácticamente en asunto de Estado.

 

¿Dónde se operó? ¿Cuándo fue? ¿Quién agarró el bisturí para hurgar en las principescas cavidades? Con mayor o menor relevancia todas las revistas llevan esta semana a su portada la operación a la que se ha sometido la esposa del futuro Felipe VI para eliminar de su rostro el perfil que, como analiza con enjundia genética digna de Darwin la revista Semana, “Paloma Rocasolano ha transmitido a sus hijas”. Por suerte, Letizia “ha abierto su armario de funcionaria”, como dice Lecturas, y comienza a fijarse en la moda: la obsesión por la estética también afecta a los royals. 

Resulta un placer un tanto bizarro el contemplar los combos fotográficos que ofrecen todas las revistas con el antes/después de la princesa, como en los anuncios de crecepelos, y hay quien aprovecha para analizar el supuesto cambio de la imagen pública de Letizia. Aviso para los fans ludópatas de la realeza: si opinan sobre su look favorito de la princesa pueden ganar, gracias a Diez Minutos, un lote de tres pulseras en cuero y plata. Para que luego digan...

Pero no sólo de avances quirúrgicos viven las revistas: también de bodas o de no-bodas, que al fin y al cabo vienen a tener el mismo rango noticioso si el personaje vale lo suficiente. Hola es la única de las cuatro majors que no abre con la nariz de Letizia. La revista más empática prefiere a la duquesa de Alba y Alfonso Díez, su ‘entrañable amigo’ (¡anda, igualito que Cayetano Rivera y Roberta Armani!). Al fin y al cabo tienen imágenes exclusivas del hombre más buscado de la última semana y eso hay que aprovecharlo: la princesa queda relegada a la parte superior de la portada.

Sara ¿pero qué invento es estooo? Montiel con Tony Hernández; Marujita Díaz con Dinio García y luego con Daniel Ducruet, Liz Taylor con el albañil Larry Fortensky, Gina Lollobrigida con Javier Rigau... la historia de El graduado es un clásico en el mundo cardíaco que viene a demostrar que ellas también pueden darse una alegría tengan la edad que tengan. Es una cuestión de igualdad, y punto. Pero claro, si por teléfono te llama el rey (aunque sea a título personal) y en vez de “¿¡Por qué no te casas!?” te dice algo así como “Caye, Caye, que tú ya no estás pa estos trotes”, una da la vuelta a todos sus planes. La “aristócrata del pueblo”, como la llama Semana (de fondo resuenan las carcajadas del Sindicato de Obreros del Campo) se queda como está. Será una pena no volverla a ver de blanco.

Sin boda a la vista hay que recurrir a los constantes nacimientos de hijos de famosos, pequeñas celebrities que alcanzan el estatus desde la mismísima planta de maternidad. El nacimiento español de la semana, el de Daniela Bustamante Echevarría, hija del triunfito que mejor sabe hacer la mezcla de albañilería y de la última musa de José Luis Garci. Sin exclusivas de por medio para destinarlas a la benefiencia ni estilismos de Nati Abascal la cosa queda un poco como de andar por casa, pero ellos lo tienen claro: ni el tiempo ni la fama les cambian. Vestidos sencillamente de blanco veraniego y con sonrisa profidental posaron a las puertas de la clínica y santas pascuas: son una pareja sencilla.

La ruptura de Fran Rivera y Blanca Martínez de Irujo, la segunda oportunidad de Anne Igartiburu y Álvaro Fuster o el décimo aniversario de A.R. con J.M. (Juan Muñoz) también ocupan espacio en las revistas, pero qué quieren que les diga: servidor sólo ha tenido ojos esta semana para el cocodrilo albino y la tortuga bicéfala que publica Hola en su impagable sección ‘Mundo Singular’. Ellos no necesitan ni operarse ni casarse, y tan felices.