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Rafael del Pino y Carmen Calvo, a ritmo de violín
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Rafael del Pino y Carmen Calvo, a ritmo de violín

Durante años las cenas y almuerzos en la casa del matrimonio Segrelles -Paloma y Francisco- eran una prolongación de las conferencias y coloquios que se organizaban

Foto: Rafael del Pino y Carmen Calvo, a ritmo de violín
Rafael del Pino y Carmen Calvo, a ritmo de violín

Durante años las cenas y almuerzos en la casa del matrimonio Segrelles -Paloma y Francisco- eran una prolongación de las conferencias y coloquios que se organizaban en el Club Siglo XXI. Para ilustrar a los más jóvenes, este lugar fue durante la transición un foro de libertad y de independencia. Por allí pasaron políticos, empresarios, juristas, artistas... Todo aquel que tenía algo que decir era susceptible de recibir la llamada de la presidente Paloma Segrelles, a la que importaban poco las críticas e incluso las amenazas por llevar a este o aquel. E incluso a la inversa, por no contar con fulanito o menganito.

 

Paloma Segrelles continúa recibiendo en casa, aunque después de tantos años de anfitriona perfecta ha bajado el ritmo. Una de las características de esas reuniones era la mezcla imposible de invitados. Algunos de ellos irreconciliables en la vida civil y diaria. La dueña de la casa sólo exigía respeto y educación aduciendo que todo los que entraban en sus dominios eran sus amigos y, por lo tanto, las rencillas personales se aparcaban en la puerta de entrada. El que no cumplía con este requisito no volvía a ser invitado ya fuera banquero, sindicalista, editor de prensa o columnista. Y durante años estas convocatorias se convertían en centro neurálgico de la información. Una de las últimas reuniones sociales de interés mediático organizada aún en la vivienda familiar de los Segrelles tuvo a los Príncipes de Asturias como protagonistas cuando aún sólo eran prometidos.

Ahora el testigo de las reuniones nocturnas lo ha recogido la hija Paloma. Desde que se casó en julio pasado con el empresario Emilio Álvarez organiza en sus predios unas cenas donde lo mismo aparecen los duques de Anjou, que el escritor Juan Manuel de Prada, el periodista Raúl del Pozo, la ministra Carmen Calvo, Laura Ponte, el presidente de Ferrovial Rafael del Pino y su mujer Astrid Gil Casares, María Zurita, Cristina Yanes y José Luis Santos, hermano del marido de Esther Koplowitz Alcocer, Gemma Ruiz, Genoveva Casanova… Cada uno de su padre y de su madre, pero con el denominador común de ser gente con currículo profesional interesante.

Hace unos días y coincidiendo con el cierre de las vacaciones, Paloma montó en el jardín de su casa la primera cita preotoñal. Mesas redondas, velas, caminos con antorchas y una escultura viviente (un mimo) que sorprendió a los más de sesenta invitados. Hasta que llegó el grueso de la tropa hubo un aperitivo. Después, la cena a ritmo de violines. De primero, crema de remolacha con queso fresco, después carne asada con salsa y de postre tocino de cielo. Nada de catering externo, todo se hizo en casa. Los invitados (todos los anteriores y muchos más) disfrutaron a lo grande. A las tres de la mañana se marchaban los últimos amigos de Paloma y Emilio.

Durante años las cenas y almuerzos en la casa del matrimonio Segrelles -Paloma y Francisco- eran una prolongación de las conferencias y coloquios que se organizaban en el Club Siglo XXI. Para ilustrar a los más jóvenes, este lugar fue durante la transición un foro de libertad y de independencia. Por allí pasaron políticos, empresarios, juristas, artistas... Todo aquel que tenía algo que decir era susceptible de recibir la llamada de la presidente Paloma Segrelles, a la que importaban poco las críticas e incluso las amenazas por llevar a este o aquel. E incluso a la inversa, por no contar con fulanito o menganito.