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Carmen Lomana: "Trabajo todos los días"
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Carmen Lomana: "Trabajo todos los días"

Carmen Lomana es la chica de moda. No por su amplia colección de trajes de alta costura, que también, sino por su savoir faire. A pesar

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Carmen Lomana: "Trabajo todos los días"

Carmen Lomana es la chica de moda. No por su amplia colección de trajes de alta costura, que también, sino por su savoir faire. A pesar de haberse convertido en uno de los personajes imprescindibles de la crónica social, pocos, o ninguno, saben gran cosa de esta mujer que siempre estuvo con la high society, pero que nunca salió en la fotografía.

Sobre sus orígenes, como ella misma cuenta, siempre se entra en una confusión. Nació en León, pero pasó toda su vida en San Sebastián. La razón de ese enclave para su nacimiento no fue casual, sus abuelos, tras una etapa en América volvieron a su tierra natal y su madre, al conocer que estaba embarazada decidió regresar a León para dar a luz.

Quizá la etapa más feliz de su vida fue la de casada. Guillermo Capdevilla, su marido, fue, según ella “un hombre maravilloso” que lo tenía todo. Con él, un chileno dedicado al diseño industrial, entró en el mundo empresarial. “He tenido que trabajar muy duro”, cuenta la propia Carmen a Vanitatis. Especialmente a partir de la muerte de su marido, lo que la convirtió en una joven viuda que tuvo que hacerse cargo de las empresas.

Pese a que su imagen frívola es mucho más conocida que su labor empresarial, ella asegura “yo trabajo todos los días”. Afirma que su vida es buena ahora mismo, pero también ha habido momentos duros. Con tan sólo 49 años su marido falleció inesperadamente en un accidente de tráfico.

En ese momento se enfrentó, no sólo a la pérdida de quien ha sido el hombre de su vida, aunque se la ha relacionado con otros, sino también a la gestión de los negocios cuando “hubo que cerrar despachos y había gente que se quedaba sin trabajo”. Un trago lejano ya en el tiempo, pero que tiene mucho que ver con su forma de enfocar la vida pero poco con la imagen que de ella se proyecta en la esferas sociales.

Su nombre comenzó a ser habitual en las crónicas a raíz de una fiesta celebrada en Marbella hace un par de años en la que estuvo con Javier Rigault, ex prometido de la italiana Gina Lollobrigida y tanta fama repentina le hace replantearse las cosas. Dice que ella no ha sido nunca una persona que buscara ser conocida, y ahora no quiere crearse un personaje. “Yo soy como soy”, se reafirma.

Asegura que ha tenido “una vida mucho más interesante” que la que se ofrece sobre ella en los medios de comunicación. Como durante los diez años que vivió en Londres, ciudad en la que tiene muchos amigos y a la que sigue acudiendo de forma regular.

Ese es otro de los aspectos de su vida que tampoco se conocen: su condición de viajera. No es una turista, pero viaja con asiduidad, aunque dice, es responsable con su trabajo y deja “todo preparado” antes de irse a pasar, por ejemplo, una temporada en Bali.

Además, siempre ha sido una gran aficionada a la moda porque siempre le ha gustado “vestir bien”. Una afición que le viene desde pequeña, cuando veía a su madre y a sus tías arreglarse. “Eran tres mujeres espectaculares, cada una en su estilo”, recuerda. Su primer vestido de noche se lo hizo Miguel Palacio, pero no es el único modelo que luce con orgullo. Su armario está repleto de trajes de alta costura que la posicionan como una de las mayores consumidoras y expertas en moda de nuestro país.

Pero si hay un traje que haya sido importante en su vida, ese es, sin duda, el de su boda. La ceremonia se celebró en pleno mes de diciembre en la localidad asturiana de Llanes. “Era un vestido maravilloso” recuerda. “De estilo victoriano, como se llevaba en aquella época”. Un traje sin velo que quiso acompañar con "un mantón de Manila en color crudo" ya que por aquellos días hacía frío e incluso nevaba. Pero dejó en manos de una amiga el mantón y con las prisas y los nervios, no volvió a verlo hasta el final de la ceremonia, según recuerda con cariño sobre aquella jornada, que asegura, que fue un día "muy feliz".

Ahora disfruta, aunque de otro modo, acudiendo a la presentación de las colecciones de algunos de los diseñadores más importantes del mundo. No es difícil verla en Cibeles año tras año y desfile tras desfile. Siempre impecable, y si la agenda se lo permite, vestida por el propio diseñador que presenta la colección. Dice que no lo hace por sí misma sino que se trata de “una deferencia hacia el diseñador”. Por lo que entre desfile y desfile va a casa a cambiarse.

“No se me ocurriría, por ejemplo, ir a Amaya Arzuaga vestida de Ágatha”, comenta, ya que le parece que el creador se merece un gesto de cortesía. Unas normas de educación que aprendió de su familia, según comenta, aunque de ese tema, como de muchos otros, prefiere guardárselos con discrección para ella, que no duda en atender y responder a quienes le preguntan por cuáles serán las próximas tendencias.

Carmen Lomana es la chica de moda. No por su amplia colección de trajes de alta costura, que también, sino por su savoir faire. A pesar de haberse convertido en uno de los personajes imprescindibles de la crónica social, pocos, o ninguno, saben gran cosa de esta mujer que siempre estuvo con la high society, pero que nunca salió en la fotografía.