La infanta Margarita llora a su amiga Fina

Hace un año, por estas fechas, las amistades de Fina de Calderón le organizaban un homenaje en el teatro Fernán Gómez, en la plaza de Colón. El motivo era doble. Por un lado, celebrar con retraso su cumpleaños, y por otro agradecerle lo mucho que durante toda su vida había hecho para promocionar la cultura en el ámbito literario, musical y pictórico.

Durante los últimos veintincinco años organizaba los “Miércoles de la poesía”. Unas veladas literarias que la costaban dinero porque el patrocinio era inexistente en muchas ocasiones y escaso en otras. Álvarez del  Manzano y Ruiz Gallardón, en su calidad de alcaldes de Madrid, le echaron una mano aunque el altruismo de Fina de Calderón era manifiesto. 

Por sus reuniones pasaron lo mejor de cada casa. Poetas, escritores, pintores, músicos... Todo aquel que tuviera algo que ofrecer encontraba en la gran dama a su mejor aliada. Todos ellos y los muchos amigos y conocidos que querían y respetaban a Fina están (estamos) huérfanos de su cariño, de su sentido del humor y, sobre todo, de seguir escuchándo, con su inmensa capacidad narrativa, historias y anécdotas que le habían sucedido a lo largo de su vida.

Murió el martes pasado en su domicilio madrileño. Hasta allí han llegado telegramas, cartas y flores de su entorno, pero también de personas que la trataron en su momento y a las que ayudó sin esperar nada a cambio. Un día antes de su muerte, la reina llamó a la familia porque quería ir a verla. Doña Sofía, además de reina es mujer muy receptiva, que sabía que le quedaba poco tiempo para disfrutar de su compañía.

Por ajustes de agenda no pudo ser, pero sí quiso ser una de las primeras en compartir el dolor con los hijos y nietos de la poetisa. Quien sí estuvo antes, durante y después fue la infanta Margarita, gran amiga suya y con la que compartió veranos e inviernos en Estoril, cuando el rey don Juan Carlos era Juanito a secas y su familia, reyes en el exilio sin ninguna posibilidad de ceñir la corona en España.

Los Calderón/Attard no sólo apoyaron la soledad de los condes de Barcelona sino que, como muchos otros monárquicos, mantuvieron económicamente el estatus de la familia real. María Zurita, Margarita e Inmaculada Borbón Dos Sicilias, la hija de Gerardo Diego, un Gallardón emocionado, María Teresa Álvarez, la viuda de Sabino Fernández Campo, Fran Garrigues, Luis Alberto de Cuenca o Álvarez del Manzano fueron algunos de los muchos amigos que quisieron ofrecer a la familia su amistad y apoyo.

El rey Simeón de Bulgaria, al no poder estar presente, llamó por teléfono. El lunes se celebrará en la iglesia madrileña de la Milagrosa un funeral por esta gran mujer que hizo más por la cultura que muchos de los que se otorgan el título de promotores oficiales. No faltarán artistas, escritores, músicos y  realezas ejercientes y exiliadas. Todos querián a  Fina de Calderón.