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Requiescat in pacem por la Gala del Cáncer
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Requiescat in pacem por la Gala del Cáncer

Las galas benéficas que reunían en Marbella a millonarios, príncipes y folclóricas como grandes eventos del verano, tocan a su fin. La Cena contra el Cáncer celebrada el viernes en

Foto: Requiescat in pacem por la Gala del Cáncer
Requiescat in pacem por la Gala del Cáncer

Las galas benéficas que reunían en Marbella a millonarios, príncipes y folclóricas como grandes eventos del verano, tocan a su fin. La Cena contra el Cáncer celebrada el viernes en Marbella lanzó al viento la agonía de una muerte anunciada. Su sepulturero fue el imputado en la operación Malaya Tomás Olivo, mecenas del evento que voceó el Requiescat in pacem haciendo alarde de la absoluta soberanía en su feudo. Uno de los gestos más altaneros que lució fue prohibir el acceso al recinto a la prensa acreditada para el evento.

 

En toda la larga historia de esta gala, tal vez la más emblemática de las que se celebran en Marbella, la prensa siempre ha accedido para trabajar en el recinto. Pero el viernes, cuando alguien de la organización le discutía al empresario esta absurda orden, él repetía: “Yo pago, yo mando”. Aunque como dice la copla La bien pagá, no todo vale, este fue el precio que tuvieron que pagar los invitados del sarao, mermados en esta ocasión a la mitad que otros años, dadas las características del patrocinador.

 

Una de las esposas de un conocido empresario marbellí, antes de empezar la cena en el hotel Don Pepe, cogió su pasmina y dejó la mesa: “Esto es intolerable. He pagado el cubierto para contribuir con una causa como es esta terrible enfermedad, pero para lo que no me quedo es para ver cómo quiere lavarse la imagen este señor, que es un impresentable”. Y se marchó con la cabeza muy erguida.

 

Bárbara Rey abandonó la cena indignada

 

Esta dama no fue la única en abandonar el recinto. Antes que ella, el fotógrafo del hotel, Rafael Jurado, un clásico de la fotografía comercial en Marbella, también tuvo un encontronazo con la hija del empresario. La escena fue la siguiente: María Olivo caminaba exasperaba por la alfombra roja -que por supuesto había pagado su padre-  gritando teléfono en mano: “Como te lo digo, a pesar de lo que ha dicho papá, aquí hay fotógrafos dentro y esto hay que prohibirlo. Que se vayan, no queremos verlos”.  Y sin más, se encaró con el retratista de la fiesta, que para defenderse le esgrimió el argumento de que no era periodista para que la chiquilla se calmara.

 

Pero lo cierto es que la señorita Olivo no debió sosegarse del todo, porque al rato tuvo otro altercado con Bárbara Rey. Cuando en la subasta le volvió a tocar el premio gordo a Tomás Olivo, la presentadora de televisión, una de las incondicionales en esta gala, criticó que todos los años le tocara el cofre millonario al dueño de la Cañada, y sugirió la repetición del sorteo. La hija se levantó hecha un basilisco diciendo que no iba a poner en entredicho su apellido, y Herminia, la primera mujer de Tomás Olivo, reaccionó airadamente; no estaba dispuesta a consentir que la vedette llamara "chorizo y mangante" a su ex marido. Bárbara, sin más, se levantó de la cena y, cogiendo a su amiga por el brazo, abandonó el Hotel Don Pepe. Ni siquiera Gunilla von Bismarck y Luis Ortiz aparecieron en la gala.

 

Ni los Choris

 

Ni en la época de los Choris, un grupo de vividores sin dinero pero con mucha gracia que cada verano ponía de moda Marbella hasta el amanecer, hubieran consentido una como esta.

 

Pero en la gala contra el Cáncer sí hubo photocall: La Cañada galería comerciales. El primero en posar cómo no, el Gran Gastby marbellí Tomás Olivo y su esposa. Después se retrató en plano americano otra imputada en Malaya, la ex presidenta de la Asociación Española contra el cáncer, Sandra BismarkCarmen Martínez-Bordiú, sin acompañante, le puso el toque frívolo con un vestido comprado en multimarcas, y, por último, Bárbara Rey. Eso fue todo.

 

Carmen Lomana llegó cuando todos habían empezado el primer plato. Menos mal. Ella, que siempre ha acudido a estas jaranas benéficas, estaba desganada: ”Puff, me da una pereza entrar...” comentó mientras alababa las virtudes de los alumnos que la acompañaban de su nuevo programa en Telecinco. "¿Has visto que monos? Son lo más". Lomana, que ayer cumplió 61 años, tenía pensado celebrar su cumpleaños con Alaska, Mario Vaquerizo y sus amigos de pro en la Tirana, ese restaurante marbellí donde Pantoja y Muñoz celebraron el día de Andalucía. 

 

María Luisa de Prusia, todo un ejemplo

 

A estas alturas, y con todas las deserciones que hubo en esta gala, su presidenta, Mari Cruz Robles, tendrá tiempo para reflexionar. Hace solo unos días, la princesa María Luisa de Prusia le daba una gran lección. No todo vale. La Gala Concordia no tuvo patrocinadores: “Lo siento -se excusaba-, este año no hay photocall, nadie nos ha patrocinado, va a ser todo mucho mas modesto”. Y con esa gran dignidad que caracteriza a esta gran señora, rehuyó “patrocinios extraños” e hizo una gala sencilla pero honesta.

 

También hubo cosas buenas en la gala. Porque Marbella está llena de gente con alma, que es la que no sale nunca en los retratos. Como el hombre que cortaba jamón de pata negra y que todos los años lo dona altruistamente: Don Santiago Domínguez, ese Lucio desconocido que tiene Marbella, a quien le honra su gran generosidad. Su humildad llega a tal extremo, que ha abierto el restaurante al Rey en Marbella sin que nadie se haya enterado.

 

Evidentemente, ni Santiago ni Mari Paz, su esposa, quisieron sentarse en esa cena. En su local les esperaba un menú más interesante con comensales de prestigio como Vargas Llosa. Obviamos diferencias.

 

Tomás Olivo no solo pasará a la historia de Marbella porque el fiscal ha solicitado cuatro años de cárcel por los presuntos delitos de maltrato a una mujer, o por su imputación en Malaya, o por los desfalcos a la Hacienda Publica. También pasará por haber defenestrado la gala benéfica de la Asociación Española Contra el Cáncer, un clásico del verano en Marbella donde acudían famosos y plebeyos por una merecida causa. La culpa no es suya: la directiva de esta gala debería dimitir porque el fin no justifica los medios. No todo vale. Ni tampoco a cualquier precio, aunque ese sea el que pague Don Tomás Olivo.

Las galas benéficas que reunían en Marbella a millonarios, príncipes y folclóricas como grandes eventos del verano, tocan a su fin. La Cena contra el Cáncer celebrada el viernes en Marbella lanzó al viento la agonía de una muerte anunciada. Su sepulturero fue el imputado en la operación Malaya Tomás Olivo, mecenas del evento que voceó el Requiescat in pacem haciendo alarde de la absoluta soberanía en su feudo. Uno de los gestos más altaneros que lució fue prohibir el acceso al recinto a la prensa acreditada para el evento.

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