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Alberto Palatchi (Pronovias): un divorcio sin consecuencias empresariales
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la empresa vende una participación externa

Alberto Palatchi (Pronovias): un divorcio sin consecuencias empresariales

El empresario ha encargado la búsqueda del mejor comprador a la banca de inversión norteamericana JP Morgan

Foto: Alberto Palatchi y su exmujer en un fotomontaje de Vanitatis.
Alberto Palatchi y su exmujer en un fotomontaje de Vanitatis.

Un divorcio y un negocio al margen. Alberto Palatchi, dueño de la firma Pronovias, empresa que factura en torno a doscientos millones de euros, presentó hace unas semanas la nueva colección de vestidos nupciales en Barcelona. Ese día, muchos de los presentes ya sabían la decisión que había tomado el jefe del clan, la de vender una participación minoritaria de un treinta por ciento a un socio externo. Alberto Palatchi ha encargado la búsqueda del mejor comprador a la banca de inversión norteamericana JP Morgan. Ya se ha presentado el cuaderno de venta a diferentes fondos interesados pero, por el momento, no hay “ninguna oferta en la mesa y tampoco se ha pedido nada aún por ese treinta por ciento”, según confirman fuentes cercanas a Vanitatis.

Foto: Alberto Palatchi y Susana Gallardo en un fotomontaje realizado en Vanitatis

En este momento, Pronovias mantiene cuatro mil puntos de venta en todo el mundo y ha creado cerca de mil puestos de trabajo. La idea de esta transacción comercial nada tiene que ver con la ruptura matrimonial del dueño con su ahora exmujer, Susana Gallardo, hace un año. La pareja se separó de mutuo acuerdo, tal y como contó en exclusiva Vanitatis en diciembre de 2016, y sin que esa separación tuviera incidencia en la cuenta de resultados.

El matrimonio se casó hace treinta años en régimen de separación de bienes como impera por defecto en Cataluña y, por lo tanto, cada uno de ellos tenía lo suyo propio. En el caso de Pronovias, el cien por cien del accionariado ha pertenecido siempre a Palatchi y Susana ejercía la vicepresidencia honoraria pero nunca ejecutiva, cargo del que dimitió y puso a disposición de su exmarido junto a la sentencia de divorcio. “La futura venta de ese treinta por ciento nada tiene que ver con la parte afectiva. Susana nunca ha tenido una sola acción de Pronovias. Ambos se llevan muy bien, pero las decisiones empresariales finales siempre han sido exclusiva de Alberto Palatchi, que las compartía con Susana mientras fueron matrimonio. Ahora, cada uno tiene sus intereses patrimoniales y económicos en solitario. "Y, desde luego, un proceso de este alcance no se hace de la noche a la mañana. Lleva muchos meses”, comentan desde la empresa.

Según informaba El Confidencial en noviembre de 2016, JP Morgan había realizado una valoración de la compañía precisamente para esta expansión y la recomendación era buscar un socio de confianza, el punto en el que se encuentra ahora. La banca norteamericana siempre ha sido el lugar de confianza de los Palatchi. Gestiona parte de las patrimoniales y sicavs de la familia fuera de Pronovias. Y el propio hijo de Palatchi, Alberto, ha cursado programas de formación en esta entidad financiera estadounidense, según confirmaban a El Confidencial. Vanitatis se ha puesto en contacto con el equipo de comunicación de Pronovias, que separa las cuestiones personales y afectivas de la decisión empresarial. “No tiene nada que ver el divorcio de Alberto y Susana con este tema. Hacía falta esa apertura en los mercados norteamericanos y chinos y de ahí el nuevo rumbo que ha tomado la compañía para buscar un socio competitivo. Lo que no es cierto es que después de esa venta minoritaria Alberto Palatchi oferte el resto de las acciones”.

Un imperio textil y un divorcio difícil

La decisión de divorciarse no fue fácil para Susana y Alberto después de tres décadas de convivencia como pareja unida y con un fin común: que la empresa tuviera cada vez más presencia en el mundo textil. Los Palatchi Gallardo consiguieron, con esfuerzo y trabajo, cambiar la imagen de Pronovias, fundada en 1964 por el patriarca tras dejar a su hermano La Suiza, una tienda que vendía telas a la clase alta catalana. "Esos fueron los orígenes. El sueño de las chicas empleadas en las casas pudientes era que las señoras les regalaran el vestido de Pronovias. Y como era natural, las hijas no lo iban a comprar en el mismo comercio que las tatas. Susana y Alberto tienen un mérito increíble porque cambiaron eso", explican a Vanitatis. De ser una firma con clientela de perfil económico bajo, han pasado a ser el cuarto grupo mundial en el sector nupcial de bodas, con una facturación que supera los 200 millones de euros y con presencia en tres continentes.

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Un divorcio y un negocio al margen. Alberto Palatchi, dueño de la firma Pronovias, empresa que factura en torno a doscientos millones de euros, presentó hace unas semanas la nueva colección de vestidos nupciales en Barcelona. Ese día, muchos de los presentes ya sabían la decisión que había tomado el jefe del clan, la de vender una participación minoritaria de un treinta por ciento a un socio externo. Alberto Palatchi ha encargado la búsqueda del mejor comprador a la banca de inversión norteamericana JP Morgan. Ya se ha presentado el cuaderno de venta a diferentes fondos interesados pero, por el momento, no hay “ninguna oferta en la mesa y tampoco se ha pedido nada aún por ese treinta por ciento”, según confirman fuentes cercanas a Vanitatis.

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