Cierra L'Espineta de Carlos Barral, el último reducto de la Gauche Divine en Cataluña
De Mario Vargas Llosa a Juan Marsé y Gabriel García Márquez, los grandes de la literatura pasaron por este local. Las hijas de Barral lo traspasan junto con un piso por 95.000 euros
“Yo circulaba por los puertos -y confieso que lo sigo haciendo- realmente disfrazado de patrón de antaño”, escribió Carlos Barral en su 'Diario'. La barba larga, el pelo gris peinado hacia atrás… El poeta y editor fue uno de los iconos de la Gauche Divine, aquella sociedad barcelonesa culta, rica y rebelde mitificada a veces en exceso. Y Barral, marinero en tierra, montó su propio chiringuito, L’Espineta, un restaurante en Calafell que ha cerrado sus puertas dando por finiquitada así una época impensable en la Cataluña actual.
El local mantenía a alguno de sus habituales. Juan Marsé, con la perilla que se dejó hace ya un tiempo, sus eternas zapatillas deportivas, solía tomarse una cañita de aperitivo en la terraza. Lo hacía hasta este verano. El escritor se instala en Calafell cuando aparece el buen tiempo, allá por Semana Santa, y no vuelve hasta septiembre. No habrá visto L’Espineta cerrado.
Las hijas no pueden seguir con el negocio
Las hijas de Barral son quienes lo gestionaban hasta ahora, pero se han cansado y han decidido traspasar el negocio. Es un símbolo de la situación, casi un símbolo global. El restaurante estaba en una de las únicas casas de pescadores que quedan en Calafell, era uno de los últimos lugares que frecuentaba la Gauche Divine, una generación que reniega de la Cataluña actual y que es abucheada por hacerlo.
El traspaso del local se anuncia en internet como “uno de los locales más emblemáticos de la zona” y la familia Barral pide 95.000 euros. “Ubicado en una de las pocas casas de pescadores que aún se conservan en el barrio marítimo de la playa de Calafell -añaden-, la parte de interior aún tiene más encanto que la terraza frente al mar”.
Se trata de una una casa de dos plantas: en la planta baja hay un local comercial de 70 metros cuadrados con terraza, y arriba hay una vivienda de 50 metros cuadrados repartidos en dos habitaciones y un baño.
Vargas Llosa no podrá volver...
“El local está equipado como bar restaurante con toda la maquinaria y utillaje en uso como también su correspondiente licencia de explotación”, indican las hijas de Barral en el anuncio. Cerca está la casa familiar, un lugar en el que el Ayuntamiento tiene proyectado un museo dedicado al escritor.
Será ya la única manera de recordar el paso de célebres nombres de la literatura por un pueblo masificado ahora por turistas y veraneantes. Lejos quedan los años en los que García Márquez y Vargas Llosa eran amigos y hacían el loco por las calles del lugar, como tantos otros. Blas de Otero, Jorge Edwards, Gil de Biedma, Cabrera Infante…Años, muy lejanos, en los que las 'celebrities' salían de la literatura y no de la televisión.
“Yo circulaba por los puertos -y confieso que lo sigo haciendo- realmente disfrazado de patrón de antaño”, escribió Carlos Barral en su 'Diario'. La barba larga, el pelo gris peinado hacia atrás… El poeta y editor fue uno de los iconos de la Gauche Divine, aquella sociedad barcelonesa culta, rica y rebelde mitificada a veces en exceso. Y Barral, marinero en tierra, montó su propio chiringuito, L’Espineta, un restaurante en Calafell que ha cerrado sus puertas dando por finiquitada así una época impensable en la Cataluña actual.