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La Palma, a medio camino entre la Tierra y las estrellas
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VIAJE

La Palma, a medio camino entre la Tierra y las estrellas

El caudillo aborigen Tanausú, rey de las tierras de la Caldera de Taburiente, podía mirar al cielo en la noche cerrada y ver cómo las estrellas

Foto: La Palma, a medio camino entre la Tierra y las estrellas
La Palma, a medio camino entre la Tierra y las estrellas

El caudillo aborigen Tanausú, rey de las tierras de la Caldera de Taburiente, podía mirar al cielo en la noche cerrada y ver cómo las estrellas tratan de romper el dominio de la oscuridad con su constante pulular. Cinco siglos después de la conquista castellana La Palma aún conserva uno de los cielos más limpios del planeta Tierra y la exuberancia de su naturaleza no ha sucumbido, como en otros lugares del archipiélago, a la vorágine del turismo. Reserva natural de la biosfera desde 2002, sus habitantes acogen con dulce cantar de su acento al viajero, que descubre en la ‘isla bonita’ que ‘otra Canarias es posible’.

En sus escasos 700 kilómetros cuadrados de superficie (sólo un tercio de la de Tenerife), La Palma acoge una climatología variada y una vegetación abundante, favorecida por los vientos alisios que llegan del Atlántico y provocan que las nubes se queden estancadas en las medianías septentrionales. La cordillera que surca La Palma de norte a sur genera una gran variedad de climas a partir de los 200 metros de altitud (es la isla más montañosa del mundo en relación a su superficie). Si está en la vertiente oeste de la isla, por ejemplo, y el tiempo no parece muy apacible, pruebe a cambiar hacia el oeste: comprobará cómo la climatología cambia mágicamente.

Tan asombroso es el cambio que los lugareños han bautizado al túnel de la Cumbre, que se encuentra a unos 1.100 metros de altitud y que no mide más de un kilómetro de longitud, como el ‘túnel del tiempo’, porque si a un lado está lloviendo al otro hace sol y viceversa. La carretera que lo atraviesa, la LP-2, surge en Santa Cruz de La Palma, la bella capital de la isla cuya visita es inexcusable. Los santacruceros tienen motivos para estar orgullosos: en su ciudad se instaló el primer alumbrado público de las islas y también aquí, en 1773, se celebraron las primeras elecciones por sufragio popular de toda España, y que su Ayuntamiento fue, por tanto, el pionero de las corporaciones democráticas.

Su patrimonio artístico, de raíces renacentistas, barrocas y neoclásicas, tiene parte de su origen en la inmigración flamenca y portuguesa que llegó a La Palma con la conquista. Apellidos como Groenenberch o Van de Walle siguen recordando en la isla al pasado señorial en el que se implantaron sucesivamente los cultivos de la caña de azúcar, la uva, la seda, la cochinilla, el tabaco o los plátanos.

Pero La Palma no se destaca por la vegetación ‘industrial’, sino por la riqueza de su naturaleza. Para conocer la isla, lo mejor es alquilar un coche en el mismo aeropuerto de La Palma, situado unos kilómetros al sur de la capital, para de este modo poder movernos libremente. Tras pasar el bosque de laurisilva que precede al ‘túnel del tiempo’, el visitante descubre el valle de El Paso e inmediatamente después, la carretera le conduce hasta el mirador de la Cumbrecita, observatorio privilegiado de la Caldera de Taburiente desde el que contemplar los helechos, pinos y rocas que descienden abruptamente sus 1.500 metros de profundidad.

Los viajes en coche por la isla pueden ser muchos, pero lo mejor es dejar el vehículo a un lado y animarse a practicar senderismo en alguna de las múltiples rutas que surcan la orografía palmera. Empresas como La Palma Trekking o Natour Trekking organizan recorridos, como el camino desde el Pico de la Cruz hasta el Roque de los Muchachos que organiza esta última. En unas tres horas y media a pie y tras seis kilómetros se llega al punto más alto de la isla, sede también del famoso observatorio astronómico perteneciente al Instituto de Astrofísica de Canarias.

Los que quieran conocer de primera mano el interior de este impotante centro científico tienen una oportunidad en verano. Durante los meses de julio y agosto, el Observatorio del Roque de Los Muchachos organiza varias jornadas de puertas abiertas donde es posible acceder a los telescopios y recibir una explicación detallada de su funcionamiento por parte de los propios astrónomos. Las visitas, que se realizan en español y en inglés, tienen una duración aproximada de dos horas.

La visita comprende el acceso al mayor telescopio del mundo, el Gran Telescopio CANARIAS (GTC), así como a otros cinco telescopios internacionales situados a la vanguardia de la observación astronómica: los telescopios británicos Telescopio Isaac Newton y Liverpool, el Mercator belga y los telescopios solares Torre Solar Sueca y Telescopio Abierto Holandés. Las fechas concretas de las jornadas de 2008 serán publicadas alrededor del mes de junio y se pueden consultar en esta web.

HOJA DE RUTA

El caudillo aborigen Tanausú, rey de las tierras de la Caldera de Taburiente, podía mirar al cielo en la noche cerrada y ver cómo las estrellas tratan de romper el dominio de la oscuridad con su constante pulular. Cinco siglos después de la conquista castellana La Palma aún conserva uno de los cielos más limpios del planeta Tierra y la exuberancia de su naturaleza no ha sucumbido, como en otros lugares del archipiélago, a la vorágine del turismo. Reserva natural de la biosfera desde 2002, sus habitantes acogen con dulce cantar de su acento al viajero, que descubre en la ‘isla bonita’ que ‘otra Canarias es posible’.