El destierro por parte de su nieto que está viviendo Diana de Orleans, una de las 'enemigas' de la reina Sofía

El cálido carácter y la cercanía de doña Sofía han hecho que siempre haya sido una persona muy querida, tanto por el público español como por los miembros de otras casas reales, con los que mantiene en muchos casos lazos de sangre. Sin embargo, la Reina emérita también ha tenido sus rencillas con algunos royals, como ocurre con Diana de Wurtemberg, nacida como Diana de Orleans y conocida como Diana de Francia. La relación de la madre de Felipe VI con los hermanos del anterior conde de París siempre fue excelente, como por ejemplo con Ana, anterior duquesa de Calabria.

No obstante, y por motivos que contaremos más adelante, nunca hizo buenas migas con Diana, que se encuentra en una complicada situación tras la muerte de su marido, el duque de Wurtemberg. Fue en julio de 1960 cuando la princesa se casó con Carlos de Wurtemberg. De ese matrimonio nacieron seis hijos, el primero de los cuales y presunto heredero del ducado fue Federico, quien murió en 2018.

Federico falleció a los 56 años en un accidente automovilístico cuando conducía de camino a su casa en Friedrichshafen, mientras trataba de rebasar a un tractor con su Porsche. La muerte dejó viuda a su esposa, la princesa María de Wied, con la que había tenido tres hijos: Guillermo, Amelia y Sofía. El primero de ellos se convirtió en heredero del ducado a la muerte de su padre, y fue en 2022 cuando se hizo titular tras el deceso de su abuelo paterno, Carlos.

Esta situación con Guillermo, de 29 años, como heredero ha dejado a Diana en una posición complicada, puesto que no mantiene una buena relación con él. De hecho, 'Paris Match' asegura que la duquesa ha sido “desterrada de su castillo” por los herederos de su marido, es decir, sus propios nietos. Y es que el testamento de su marido no la favoreció en nada.

“El testamento de mi marido, el duque Carlos de Wurtemberg, resultó especialmente desventajoso para mí. Así que tengo que soportar las injusticias de la vida”, ha asegurado en una entrevista en la que ha contado que por orden de su nieto debe abandonar el catillo de Altshausen, la que había sido su residencia durante las últimas décadas. Del nuevo duque, el primogénito de su difunto hijo, se limitó a decir: "Hay muchos líderes que son líderes y que son más delicados".

"Para algunos miembros de mi familia, el dinero es el rey. Parece que les importan poco los sentimientos de una viuda, o incluso de su madre. En el fondo, estoy seguro de que saben que no es justo, pero no se mueven", asegura Diana al magacín francés, destacando que se siente especialmente preocupada por tener que retirar del castillo todas las obras de arte que ha ido realizando a lo largo de los años, pinturas y esculturas, entre ellas una de más de seis metros de altura en forma de ángel.

Diana no sabe dónde llevarse todas sus obras, aunque en su mente se encuentra la opción de España, donde ya en el pasado había encontrado “consuelo en otros hombros” cuando su matrimonio atravesaba momentos más difíciles. Palma de Mallorca es el sitio donde le gustaría pasar el resto de sus días: “Me gustaría simplemente tener un pequeño lugar allí, con un taller, donde poder conocer a artistas. Y a veces volver a Altshausen".

Parece pues que el testamento del fallecido duque ha dejado a su viuda en una situación complicada. No es esta la primera vez que esto le ocurre a Diana. El príncipe Enrique de Orleans, su padre, despilfarró la fortuna familiar en unos años y lo poco que le quedó fue a parar a una fundación, por lo que sus hijos no pudieron disponer de él.

Diana ha sido siempre una mujer con carácter, por lo que este nuevo revés no va a acabar con ella, tal como deja entrever en 'Paris Match'. Es precisamente su fuerte personalidad la que hizo que tuviera, en el pasado, algunos choques con doña Sofía, sobre todo cuando la infanta Elena empezó a tener una amistad especial con Eberhard, hijo de los Wurtemberg. Además, Diana solía hacer comentarios un tanto desafortunados que hacían sentir mal a la ahora emérita, de ahí esa tensión que siempre ha existido y que ahora, quizás con el paso de los años, ha desaparecido.