La villa del Caribe que fue refugio de la princesa Margarita tras su separación y que ahora es hotel de lujo
Se cumplen este martes 65 años de la unión que supuso un antes y un después en la historia de las bodas reales de los Windsor.
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Se cumplen este martes 65 años de la unión que supuso un antes y un después en la historia de las bodas reales de los Windsor. Siempre disruptiva, la hermana de la reina Isabel conseguía casarse tal día como hoy de 1960 con el fotógrafo Anthony Armstrong-Jones. Un matrimonio que acabaría en divorcio con un escenario clave, la villa del Caribe que fue refugio de la princesa Margarita tras su separación y que hoy es un hotel de lujo.
Margarita nunca fue una princesa al uso, ni se sometió a la rigidez que, siendo joven, imperaba en la corona británica. Tuvo que ceder a los deseos reales cuando la monarca le impidió casarse con su primer amor, el capitán Townsend. Así que cuando llegó un nuevo amor, no dudó en dar un ultimátum, ya que él era 'solo' un fotógrafo de origen plebeyo. La Reina, aún arrepentida de su negativa a esa primera boda, claudicó y dio su bendición a un enlace para la historia. En muchos sentidos.
Porque fue la primera boda de un miembro de la familia real británica que fue retransmitida por televisión y también la primera que acabaría en divorcio, para disgusto de la monarca. Y es aquí donde entra en juego esa idílica villa de la isla de Mustique que hoy se puede alquilar por semanas, aunque no es una opción, desde luego, apta para cualquier bolsillo.
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Esta pequeña isla caribeña, de apenas 5 kilómetros cuadrados, se convirtió en el refugio de la princesa, aunque no solo tras su separación oficial, que llegó tras unas fotografías que pusieron punto final al matrimonio, aunque lo suyo ya había hecho aguas mucho antes.
Tras unos primeros años de matrimonio bastante felices y dos hijos, la princesa Margarita y Anthony Armstrong-Jones empezaron a hacer vidas separadas a finales de la década de los 60, aunque no firmaron el divorcio hasta 1978. Ya en el 73, la hermana de Isabel II era una asidua a la isla, con al menos dos viajes obligatorios al año y pasando allí largas temporadas.
Concretamente, su lugar de escape eran 4 hectáreas de terreno que le había entregado como regalo de bodas Colin Tennant, quien compró la isla en 1958 y fundó la compañía Mustique, encargada de su gestión. Allí Margarita gozaba de absoluta privacidad, la misma de la que hoy disfrutan los príncipes de Gales, Guillermo y Kate, junto a sus hijos, ya que es su lugar habitual de vacaciones.
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Aunque esa privacidad falló, haciendo no solo que la isla, hasta entonces bastante desconocida, ocupara titulares en todo el mundo, sino que la separación del conde Snowdon, título que otorgó la reina a su cuñado, ya no fuera solo de facto. Unas fotografías con las cristalinas aguas del Caribe de fondo mostraban a Margarita con Roddy Llewellyn, un paisajista 17 años menor que ella.
Su romance comenzó en 1973 y duró hasta 1981, cuando él se casó con otra mujer, aunque mantuvieron la amistad hasta el fallecimiento de la princesa, en 2001. Entre medias, Margarita firmaría su divorcio, el primero de la era moderna de la familia real británica.
Nunca le importó la opinión pública y, a pesar del escándalo, siguió teniendo esta isla perteneciente a San Vicente y las Granadinas como destino predilecto. Años antes, había mandado construir una casa con todo tipo de comodidades y lujos, en la que también acogería algunas de las fiestas más envidiadas, el pasatiempo favorito de los asiduos de la zona.
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Espacio había, desde luego. A la casa se accede por un patio delantero, que ofrece una primera vista de la fachada principal, todo un trampantojo, ya que no muestra todo el lujo que tiene en su interior. La villa se compone de cinco enormes suites con baño, además de un comedor abierto cuatro lados y que da directamente a la piscina. Desde ella y el jardín, se accede directamente a la paradisíaca playa de Gelliceaux, que da a los visitantes la tranquilidad y privacidad que necesitan.
Las mismas que necesitaba la princesa Margarita y de las que disfrutó hasta pocos años antes de morir. En 1996, Margarita regaló Les Jolies Eaux -como así se llamaba la vida por las vistas al mar- a su hijo David, quien a su vez vendió la propiedad en 2001 al empresario estadounidense Jim Murray. Ya estaba en aquel año bastante revalorizada. Su primer propietario la compró por lo que habían sido 120.000 dólares; hoy vale cientos de millones solo en bienes inmobiliarios.
Y uno de los grandes negocios por los que la isla es hoy una de las más cotizadas es el de los alojamientos de lujo, como es el caso de la villa que fue refugio de la princesa Margarita. La propiedad se puede alquilar por semanas, por 33.000 dólares en temporada baja y 48.500 en temporada alta, con precios diferentes en Navidad y Año Nuevo.
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La reserva incluye un equipo de servicio completo, con un chef, un mayordomo, dos camareras de piso y jardinero, además de dos vehículos a disposición de los huéspedes. Desde la empresa que la gestiona, también se ofrecen diferentes actividades que se pueden hacer en la isla caribeña, con una tarifa aparte.
Son muchas las estrellas internacionales que se dejan ver ahora por sus playas, aunque no siempre en fotografías, por esa privacidad de la que presumen. Pero fue una la que puso Mustique en el mapa. Fue la princesa Margarita, hermana de la reina Isabel la que encontró en esta isla caribeña su refugio, tan necesario tras su mediática separación y los escándalos que vinieron de la mano de su matrimonio.
Se cumplen este martes 65 años de la unión que supuso un antes y un después en la historia de las bodas reales de los Windsor. Siempre disruptiva, la hermana de la reina Isabel conseguía casarse tal día como hoy de 1960 con el fotógrafo Anthony Armstrong-Jones. Un matrimonio que acabaría en divorcio con un escenario clave, la villa del Caribe que fue refugio de la princesa Margarita tras su separación y que hoy es un hotel de lujo.