45 años de 'La profecía', la película de Gregory Peck que "Satán no quería que se hiciera"
Los accidentes sin fin no impidieron que la cinta de Richard Donner se convirtiese en uno de los grandes iconos del cine de terror de los años 70
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“Satán no quiere que tu película se haga”. El día que Richard Donner, director de ‘La profecía’, escuchó semejante barbaridad, soltó una sonora carcajada. No le dio la más mínima importancia a aquella frase. Después de todo, fue solo una más de las muchas advertencias sobre la cinta que iba a rodar en Reino Unido: la historia de Damien, el pequeño hijo del Anticristo criado por un matrimonio normal y corriente. Un niñito adorable que siembra el mal allá donde va. El hoy clásico del cine de terror, de cuyo estreno de cumplen 45 años este viernes, sigue siendo una de esas obras con el brío especial del cine de los 70. Sin embargo, nunca perteneció a la oleada de cine de autor del Nuevo Hollywood de esa década y tampoco se enmarca en el 'slasher' setentero que pusieron de moda 'La matanza de Texas' o
Para muchas de las personas implicadas en el proyecto,
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Las desgracias comenzaron a ocurrir poco después de que Peck firmase para aceptar rodar 'La profecía', una producción marcada por lo extraño, ya que el equipo incluso contó con un consejero religioso en plató. El avión que llevaba al actor hasta Inglaterra fue alcanzado por un rayo, aunque aterrizó sin mayor problema. Unos días más tarde, ocurrió exactamente lo mismo con otro que trasladaba al guionista, David Seltzer. Pero la verdadera tragedia había ocurrido días antes con otro aeroplano en el que iba a estar Gregory Peck; un avión que, finalmente, despegó sin él a bordo.
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Dicho avión chocó contra una bandada de pájaros nada más despegar. Al tener que obrar un aterrizaje forzoso, el aeroplano acabó en la carretera, chocando contra una furgoneta. Se produjo entonces una coincidencia macabra: en el vehículo accidentado iban la mujer y los hijos del piloto de ese avión, que habían ido a llevarle al aeropuerto. Seis personas murieron a raíz de aquel extraño suceso.
Una vez en Londres, una extraña maldición parecía pesar sobre algunos de los integrantes del equipo. El productor de la película (y principal impulsor de la idea de rodar un guion que le sacaba los colores al hijo de Satán), Mace Neufeld, se había instalado junto a su esposa en un cómodo hotel situado en Picadilly. Nada más salir de su alojamiento, una mañana de noviembre de 1975, los dos oyeron una gran explosión. Se trataba de una bomba que los miembros del IRA habían puesto a una manzana y media. La fatalidad también estuvo presente en aquel hecho: el dispositivo había estallado en el restaurante Scott's Oyster, precisamente el lugar que Neufeld y su esposa habían elegido para almorzar ese fatídico día.
A partir de aquellos incidentes, Richard Donner ya no se tomó a broma las advertencias. Y lo cierto es que el propio diablo habría dicho que aquella película estaba marcada por la mala suerte. Durante otra jornada de rodaje, el equipo se trasladó al ya clausurado (en 1992) Windsor Safari Park, un lugar donde las familias podían contemplar, casi sin protección y a lo 'Jurassic Park', todo tipo de animales. Allí tenía lugar la secuencia en la que Lee Remick, la atribulada madre adoptiva de Damien, lleva al angelito a una especie de zoológico interactivo. El coche de la actriz se paró en mitad de una estampida de monos babuinos, que atacaron el vehículo sin piedad. Las imágenes de pánico de la actriz que se ven en la película son, por tanto, absolutamente reales. Por aquellos días, para más inri, un león se comió a uno de los cuidadores poco después del rodaje.
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Pese al itinerario de desgracias, algunas de las cuales fueron magníficadas por el propio estudio para competir con otra película maldita, 'El exorcista', la cinta se estrenó el 25 de junio de 1976 con magníficos resultados. La crítica especializada valoró la interpretación de Peck, la originalidad (para la época) de la trama y la amenazante banda sonora de Jerry Goldsmith, con sus coros tétricos y religiosos. Las únicas pegas vinieron de aquellos que la consideraron un sucedáneo, precisamente, de 'El exorcista'. En sus primeros dos días de exhibición recaudó más de 4 millones de dólares en Estados Unidos. Y nadie agradeció más el éxito que el propio Gregory Peck, que curó la pena por la muerte de su hijo siendo el padre de un pequeño diablo que, cuatro décadas después, aún nos provoca (placenteras) pesadillas.
“Satán no quiere que tu película se haga”. El día que Richard Donner, director de ‘La profecía’, escuchó semejante barbaridad, soltó una sonora carcajada. No le dio la más mínima importancia a aquella frase. Después de todo, fue solo una más de las muchas advertencias sobre la cinta que iba a rodar en Reino Unido: la historia de Damien, el pequeño hijo del Anticristo criado por un matrimonio normal y corriente. Un niñito adorable que siembra el mal allá donde va. El hoy clásico del cine de terror, de cuyo estreno de cumplen 45 años este viernes, sigue siendo una de esas obras con el brío especial del cine de los 70. Sin embargo, nunca perteneció a la oleada de cine de autor del Nuevo Hollywood de esa década y tampoco se enmarca en el 'slasher' setentero que pusieron de moda 'La matanza de Texas' o