'La profecía' (1976), la película de Gregory Peck que "Satán no quería que se hiciera", vuelve a estar de moda
Los accidentes sin fin no impidieron que la cinta de Richard Donner se convirtiese en uno de los grandes iconos del cine de terror de los años 70
“Satán no quiere que tu película se haga”. El día que Richard Donner, director de ‘La profecía’, escuchó semejante barbaridad, soltó una sonora carcajada. No le dio la más mínima importancia a aquella frase. Después de todo, fue solo una más de las muchas advertencias sobre la cinta que iba a rodar en Reino Unido: la historia de Damien, el pequeño hijo del Anticristo criado por un matrimonio normal y corriente. Un niñito adorable que siembra el mal allá donde va.
En España, 'La primera profecía', precuela de este clásico del terror recién estrenada, aún se mantiene en el número 2 de las cintas más taquilleras en nuestro país. La historia del origen del Anticristo, que se desarrolla unos años antes de la de 1976, ha supuesto una pequeña delicia para los amantes del terror. Muchos son los expertos que han llegado a decir que no desmerece, salvando las distancias, a la original.
El hoy mito del cine de terror sigue siendo una de esas obras con el brío especial del cine de los 70. Sin embargo, nunca perteneció a la oleada de cine de autor del Nuevo Hollywood de esa década y tampoco se enmarca en el 'slasher' setentero que pusieron de moda 'La matanza de Texas' o
Para muchas de las personas implicadas en el proyecto,
Las desgracias comenzaron a ocurrir poco después de que Peck firmase para aceptar rodar una producción marcada por lo extraño. Nada raro teniendo en cuenta que el equipo incluso contó con un consejero religioso en plató. El avión que llevaba al actor hasta Inglaterra fue alcanzado por un rayo, aunque aterrizó sin mayor problema. Unos días más tarde, ocurrió exactamente lo mismo con otro que trasladaba al guionista, David Seltzer. Pero la verdadera tragedia había ocurrido días antes con otro aeroplano en el que iba a estar Gregory Peck; un avión que, finalmente, despegó sin él a bordo.
Dicho avión chocó contra una bandada de pájaros nada más despegar. Al tener que obrar un aterrizaje forzoso, acabó en la carretera, chocando contra una furgoneta. Se produjo entonces una coincidencia macabra: en el vehículo accidentado iban la mujer y los hijos del piloto de ese avión, que habían ido a llevarle al aeropuerto. Seis personas murieron a raíz de aquel extraño suceso.
Una vez en Londres, una extraña maldición parecía pesar sobre algunos de los integrantes del equipo. El productor de la película (y principal impulsor de la idea de rodar un guion que le sacaba los colores al hijo de Satán), Mace Neufeld, se había instalado junto a su esposa en un cómodo hotel situado en Picadilly. Nada más salir de su alojamiento, una mañana de noviembre de 1975, los dos oyeron una gran explosión. Se trataba de una bomba que los miembros del IRA habían puesto a una manzana y media. La fatalidad también estuvo presente en aquel hecho: el dispositivo había estallado en el restaurante Scott's Oyster, precisamente el lugar que Neufeld y su esposa habían elegido para almorzar ese fatídico día. Vamos, que como la estrella principal de la película, se libraron de la muerte de milagro.
A partir de aquellos incidentes, Richard Donner ya no se tomó tan a broma las advertencias. Y lo cierto es que el propio diablo habría dicho que aquella película estaba marcada por la mala suerte. Durante otra jornada de rodaje, el equipo se trasladó al ya clausurado (en 1992) Windsor Safari Park, un lugar donde las familias podían contemplar, casi sin protección y a lo 'Jurassic Park', todo tipo de animales. Allí tenía lugar la secuencia en la que Lee Remick, la atribulada madre adoptiva de Damien (y una de esas actrices a las que Hollyoow siempre aupó a través de cintas como 'Días de vino y rosas'), lleva al angelito a una especie de zoológico interactivo. El coche de la actriz se paró en mitad de una estampida de monos babuinos, que atacaron el vehículo sin piedad. Las imágenes de pánico de la actriz que se ven en la película son, por tanto, absolutamente reales. Puede que hasta la mirada azul y de pánico de la actriz. Por aquellos días, para más inri, un león se comió a uno de los cuidadores poco después del rodaje.
Pese al itinerario de desgracias, algunas de las cuales fueron magníficadas por el propio estudio para competir con otra película maldita, 'El exorcista', la cinta se estrenó el 25 de junio de 1976 con magníficos resultados. La crítica especializada valoró la interpretación de Peck, la originalidad (para la época) de la trama y la amenazante banda sonora de Jerry Goldsmith, con ese 'Ave Satani' y sus coros tétricos y religiosos. Las únicas pegas vinieron de aquellos que la consideraron un sucedáneo, precisamente, de 'El exorcista'. La religión y daba miedo en tiempos de crisis del petróleo y jóvenes que acariciaban el hedonismo en millones de discotecas a lo largo y ancho del planeta.
En sus primeros dos días de exhibición, 'La Profecía' recaudó más de 4 millones de dólares en Estados Unidos. Y nadie agradeció más el éxito que el propio Gregory Peck, que curó la pena por la muerte de su hijo siendo el padre de un pequeño diablo que, casi cinco décadas después, aún nos provoca (placenteras) pesadillas.
“Satán no quiere que tu película se haga”. El día que Richard Donner, director de ‘La profecía’, escuchó semejante barbaridad, soltó una sonora carcajada. No le dio la más mínima importancia a aquella frase. Después de todo, fue solo una más de las muchas advertencias sobre la cinta que iba a rodar en Reino Unido: la historia de Damien, el pequeño hijo del Anticristo criado por un matrimonio normal y corriente. Un niñito adorable que siembra el mal allá donde va.