El lenguaje corporal de Melania mientras Donald Trump da la paz en el funeral del papa Francisco: distancia, gesto contenido y unas palabras al oído

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Hoy se celebra en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, la misa funeral por el papa Francisco, fallecido recientemente y recordado como uno de los pontífices más cercanos y humanos de la historia moderna. La ceremonia ha reunido a mandatarios, líderes religiosos y representantes de casas reales de todo el mundo, en un ambiente de recogimiento, solemnidad y máximo protocolo.

Entre los momentos más esperados de la celebración litúrgica estaba el rito de la paz, un gesto cargado de simbolismo que invita a la reconciliación, el perdón y la hermandad entre los asistentes. En actos de este calibre, el saludo entre autoridades adquiere también un matiz diplomático, convirtiéndose en una muestra pública de respeto y de equilibrio político.

Durante el solemne momento de la paz, Melania Trump se mantuvo fiel a su estilo: seria, correcta y distante. Mientras Donald Trump saludaba a varios líderes presentes —entre ellos el rey Felipe VI—, ella también participó brevemente en el gesto, aunque de forma muy contenida y mesurada.

Vestida de negro riguroso y con las manos entrelazadas frente al cuerpo, Melania mantuvo durante buena parte de la secuencia una postura firme y estática, observando con atención el ir y venir de saludos entre mandatarios. No se desplazó, ni buscó el protagonismo, pero en algún momento, con un leve gesto de cercanía, se acercó a su esposo para decirle algo al oído.

Aunque la mayoría del tiempo su expresión fue seria y controlada, durante esa breve interacción con Donald Trump se permitió esbozar una ligera sonrisa, no sabemos si por el mensaje que le transmitía a su esposo. Su lenguaje corporal, en general, transmitió autocontrol, sobriedad y distanciamiento, muy en consonancia con el tono solemne de la ceremonia.

En este contexto marcado por los símbolos, la actitud de Melania Trump reflejó una combinación de protocolo estricto, presencia medida y gran contención personal. No buscó destacar, pero tampoco pasó desapercibida y en ciertos momentos pareció sentirse desubicada. Su forma de estar —seria, callada, firme— encajó con la solemnidad del momento y reforzó su imagen habitual, que sabe que siempre es observada al milímetro.