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Dormir en casa de Peter Pan
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Dormir en casa de Peter Pan

Los recuerdos más especiales que puede tener una persona se remontan siempre a la infancia. Los caramelos, las travesuras, los juegos en la calle con los

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Dormir en casa de Peter Pan

Los recuerdos más especiales que puede tener una persona se remontan siempre a la infancia. Los caramelos, las travesuras, los juegos en la calle con los amigos, las aventuras imaginarias en casa, las tardes lluviosas de domingo... son, quizá, los únicos momentos en que saboreamos lo bueno de la vida sin preocupaciones de ningún tipo. De ahí que la afirmación: “Nada pasa, después de los 12 años, que importe mucho” sea cierta, tal y como dijo James Matthew Barrie, autor de uno de los libros más importantes de la literatura del siglo XX, Peter Pan.

En el libro, del que escribió en primer lugar una obra de teatro, se narran las aventuras de un grupo de niños, en especial Peter Pan, que dejaron a un lado a sus familias para poder ser eternamente niños y vivir en el País de Nunca Jamás. Barrie se inspiró en los niños Llewellyn-Davies para dar vida a su historia de magia y fantasía, si bien podría ser el reflejo de sus sueños infantiles.

A pesar de haber nacido en el seno de una familia numerosa pero adinerada, el escritor sufrió desde muy pequeño por la muerte de un hermano. Y es que su madre nunca superó ese trágico acontecimiento, sumiendo en la más absoluta indeferencia al escritor, quien, a causa de ese comportamiento, padeció enanismo psicogénico, por lo que nunca sobrepasó el metro y medio de altura.

Soñar en el País de Nunca Jamás

En los años 20 y, con el fin de transformar en una novela su amada obra de teatro Peter Pan, el escritor alquiló la única casa que hay en la isla Eilan Shona, sitiuada justo en la boca del Loch Moidart, frente a la costa oeste de Escocia. Una extensión de más de 2000 acres rodeada de una impresionante zona boscosa y, en la parte sur, una agradable playa. Un lugar en el que, actualmente, todo permanece como antaño y no hay ni coches, ni televisión y, mucho menos, Internet.

En dicha casa de campo (véase web) se ha creado una especie de hotel o casa rural. Tiene un impresionante jardín, cuyas vistas dan al mar, de más de 200 hectáreas de pino e increíbles plantas que, cada primavera, muestran lo mejor de sí con flores de todos los colores. El interior de la casa está compuesto por más de 8 habitaciones y cinco cuartos de baño así como un comedor, un salón, una discreta sala de billar y una zona dedicada al juego de los niños.

La casa se puede alquilar por zonas o entera, si bien el mayor inconveniente es ponerse de acuerdo con los propietarios de la misma Alistair Rose y Martín. Son ellos quienes se encargan del cuidado del hotel y proporcionar la comida a los huéspedes, desde el desayuno a la cena pasando por un té a media tarde. Si la falta de información exterior agobia sólo en ocasiones excepcionales pueden traer el periódico. En la isla se pueden practicar multitud de actividades al aire libre desde paseos por el bosque hasta la playa, pesca, juegos en la playa o tenis. Un lugar en el que, sin duda, volver a los años más felices: la infancia.

Los recuerdos más especiales que puede tener una persona se remontan siempre a la infancia. Los caramelos, las travesuras, los juegos en la calle con los amigos, las aventuras imaginarias en casa, las tardes lluviosas de domingo... son, quizá, los únicos momentos en que saboreamos lo bueno de la vida sin preocupaciones de ningún tipo. De ahí que la afirmación: “Nada pasa, después de los 12 años, que importe mucho” sea cierta, tal y como dijo James Matthew Barrie, autor de uno de los libros más importantes de la literatura del siglo XX, Peter Pan.