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'El último jinete', un despropósito español financiado con petrodólares saudíes
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'El último jinete', un despropósito español financiado con petrodólares saudíes

El productor de Manolete (Andrés Vicente Gómez) contrató hace más de un año los servicios dramatúrgicos de Ray Loriga (director y guionista

El productor de Manolete (Andrés Vicente Gómez) contrató hace más de un año los servicios dramatúrgicos de Ray Loriga (director y guionista de Teresa, el cuerpo de Cristo) para bosquejar un musical de gran formato. Con un insólito material bajo el brazo, al que bautizaron como El último jinete, se plantó en los predios de Mahoma y, de cara a la Meca (y al AVE, tótem espiritual de nuevo cuño) convenció a los tesoreros del príncipe saudí Salman bin Abdelaziz, colega de tertulia del Rey Juan Carlos, para que financiasen su paranoia.

De tan insólita unión no podía salir nada bueno… Y, de hecho, resulta mucho más sugerente la intrahistoria de este proyecto que lo que nueve millones de euros de presupuesto (¿a cuánto estaba el petrodólar?) han sido capaces de proyectar sobre las tablas. El hecho de que los ministros Pedro Morenés y José Ignacio Wert, la reina Sofía y el príncipe Faisal bin Abdalá bin Mohamed al Saud (ahí queda eso) coincidieran en el estreno de la obra, celebrado la pasada noche del miércoles en los Teatros del Canal de Madrid, habla de la trascendencia cultural del acontecimiento.

Hablemos pues de cultura y dejemos descansar en paz a Adam Smith. Y ese tránsito obliga, qué menos, a valorar el esfuerzo que supone realizar el primer musical de gran formato inédito en el mundo en los últimos catorce años. Y lo hemos logrado nosotros, los españoles; y lo hemos hecho mal, como no podía ser de otro modo. Porque cuesta encontrar un solo elemento verdaderamente inédito u original en esta suerte de orgía postmoderna de referencias. Un pastiche que lleva sin duda el sello de Loriga, aquel chaval prodigio de la denominada Generación X que ayudó al Almodóvar más errático a adaptar Carne Trémula.

Propaganda, que algo queda

Había un nicho de mercado y un grupo de visionarios españoles y saudíes lo han llenado. El problema es que, para sorpresa del espectador, en el nicho estaba enterrado el mismísimo Joseph Goebbels. El último jinete es un relato que atesora un componente propagandístico irrefutable. La historia narra el proceso de reconstrucción del Reino de Arabia desde una perspectiva fundamentalmente mercadotécnica, ya saben. En menor medida, crepuscular y onírica, pues la moraleja nos invita a soñar con lo imposible. Por ejemplo, con que este musical pueda triunfar en el West End londinense, que es para lo que ha sido diseñado, condición necesaria (no suficiente) para recuperar el dinero de los jeques.

La primera parte del espectáculo nos traslada a Arabia para acompañar durante algo más de una hora, que parecen mil y una noches, la chifladura de un jinete beduino que sueña poseer corcel, mujer y gloria, por este orden. Su gloria es la gloria de su pueblo, claro, personificada en la figura de Abdelaziz ibn Saud, fundador de Arabia Saudí, para el que se reserva un spot de varios minutos en la representación. Hay en esta historia espadas, aventuras y princesas prometidas, pero esto no es Lawrence de Arabia ni Indiana Jones ni una película de sables a lo Errol Flynn; ni siquiera es Aladdin, aunque lo cierto es que se pretende parecer a todas ellas.

Con este panorama, el descanso de veinte minutos se antoja un oasis en medio del desierto.

Tras él viajamos hasta el Londres victoriano para contemplar una segunda parte mejor trazada, aunque en todo momento resuenen ecos de Los Miserables. Miscelánea referencial, porque hay elementos en la función hasta de Cabaret y El rey león. A la postre, ante la vaciedad expresiva del libreto, los números musicales se suceden deshilvanados al modo de aquellas performances desfasadas que se interpretaban en el Un, dos, tres. Particularmente punible es el pretencioso subtexto de la obra, de corte espiritual, con aparición de plaga de langostas incluida, preludio de una calamidad de dimensiones bíblicas.

De nada sirven la grandilocuente escenografía diseñada por Morgan Large, el espectacular vestuario de la prestigiosa Yvonne Blake o que las canciones hayan sido escritas por el mítico Albert Hammond. Todo se viene abajo por la ausencia total y absoluta de cualquier ápice de intensidad dramática, capacidad de conmover o simplemente entretener. Tedio es la palabra.

El último jinete

Dirección: Víctor Conde / Dramaturgia: Ray Loriga / Creación musical: John Cameron, Albert Hammond, Barry Mason y Ranjit Bolt/ Director musical: Julio Awad / Arreglista musical: Chris Egan / Escenografía: Morgan Large / Vestuario: Yvonne Blake /Coreografía: Karen Bruce / Productor: Andrés Vicente Gómez y Arabian Horses Production LTD/ Coproducción: Tristan Baker / Director de producción: Enrique Espinosa

Elenco: Miquel Fernández (Tiradh), Júlia Möller (Lady Laura), Marta Ribera (Al Kansha),  Toni Viñals (Camello/Jinete dorado), Carlos Solano (Abdul / Guardia de Abbas Pasha / Borracho), Guido Balzaretti (Cucaracha / Jefe de estación / Jimmy), Leo Rivera (Faisal / Laord Pentland) y Elena Medina (Langosta).

Teatros del Canal (Del 5 de diciembre al 6 de enero). 

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