Esta es la razón científica por la que los hipsters son hipsters

Me veo obligada a mencionar de antemano mi odio hacia cualquier texto que incluya la palabra 'hipster'. No porque yo sea uno de esos individuos que aborrecen a este colectivo, sino porque se ha convertido en una palabra tan usada como 'selfie'. Al igual que este último concepto no es otra cosa que un autorretrato (ese que, al fin y al cabo, ya dominaba Van Gogh), un hipster es un moderno de toda la vida. Aunque ahora parece que deviene en nueva tribu urbana, los 'yuccies'. Pero somos así: cuando nos enfrentamos ante un anglicismo, nos emocionamos. Ya en agosto del año 2004, los medios de comunicación hablaban de cómo todo el mundo es hoy hipster. Y ojo: estamos hablando de hace diez años. Un segundo: ¿somos todos anticonformistas?

En realidad, el problema es que la palabra hipster se ha utilizado como un sinónimo de la contracultura fashionista. Al poner esta etiqueta al sector indie, se ayudaba a solidificar el significado de un grupo emergente de consumidores que se oponían a los gustos más extendidos. Es decir: dio una referencia cultural que ayudaba a los publicistas a crear un icono (sí, el hipster) sobre el que reflejar determinadas prácticas de consumo. Es lo que se llama la apropiación hipster del mercado, según Zeynep Arsel y Craig J. Thompson. Estos investigadores publicaron un estudio en el 'Journal of Consumer Research' llamado 'Demythologizing Consumption Practices: How Consumers Protect Their Field-Dependent Identity Investments from Devaluing Marketplace Myths'.

Pese a mi irracional odio por la palabra hipster, la existencia de otro estudio, este procedente del Laboratorio de Neurociencia Matemática del Collège de France, centrado en descubrir por qué los hipsters visten todos igual, ha hecho que por primera vez en mi vida, me interese tanto esta subcultura como las matemáticas. El estudio en cuestión se llama 'The hipster effect: when anticonformists all look the same', y su autor es Jonathan Touboul.

Explicamos esta ecuación. Las tendencias cambian a tal velocidad que los que quieren seguirlas antes que nadie son demasiado lentos a la hora de hacerlo. Cuando lo logran, la tendencia se ha hecho popular. "Intentar ser diferente suele desembocar en tomar siempre las mismas decisiones; es decir: en ser igual que el resto. Resolvemos esta aparentemente paradójica situación estudiando un modelo canónico de física estadística. Mostramos una fase de transición en el sistema: cuando los hipsters detectan una tendencia demasiado tarde", se explica al comienzo del estudio.

¿Por qué la ciencia está interesada en el estudio de los hipsters? Porque los resultados pueden extrapolarse a otros ámbitos. Por ejemplo, al estudiarse cómo determinados individuos quieren oponerse a la mayoría, como al vender acciones en el momento en el que todo el mundo quiere comprar, los resultados pueden aplicarse al campo económico.

La conclusión del estudio es que al tomar un grupo de individuos una decisión, bien sean hipsters o corredores de bolsa, con el objetivo de actuar de forma diferente a la mayoría, van a terminar haciendo lo mismo que el resto. "La razón es el tiempo que le lleva a un individuo registrar las decisiones de los demás. No puedes ser consciente de lo que hacen los demás a tiempo real", afirma Touboul. Es decir: siempre habrá alguien que actúe antes que tú y alguien más moderno que tú. Si eres un hipster, por favor, contén las lágrimas ante esta afirmación.

Los hipsters, en definitiva, terminan por actuar igual que todos porque es imposible mantenerse siempre al día de las tendencias. Un hipster real tendría que estar al día constantemente de las novedades para poder mantener su autenticidad. Este colectivo evita las marcas para no ser etiquetados, pero termina por vestirse de la misma forma. El que exista un look 'hipster' va, de hecho, en contra de la mentalidad hipster.

Incluso eBay anuncia el fin de los hipsters, de los que se despide con este gif.

El estudio también señala que la capacidad del hombre para reconocer tendencias es proporcional a su distancia de los demás. Es fácil vestirse de forma diferente a los compañeros de trabajo, por ejemplo, porque los vemos cada día, pero si quisiéramos diferenciarnos de un gran grupo al que no conocemos, sería mucho más complicado. Y ni somos omnipresentes ni somos capaces de advertir cada cambio en las tendencias al instante.