Por qué tienes que ir a Almagro, aunque ya no haya festival de teatro
Por su plaza en verde y blanco con galerías y soportales, su letanía de edificios religiosos y su nómina de civiles. Y por supuesto, sus berenjenas, sus encajes y su corral (de comedias)
No es solo que lo suyo sea puro teatro y que los combates cómicos, líricos y dramáticos se libren en corrales de comedias como si este fuera de nuevo otro siglo de oro, es que Almagro tiene una plaza como no hay ninguna y lo subrayamos. Más allá de su soberbia arquitectura y el verde sobre blanco, es la animación de sus soportales lo que la hace tan tan irresistible. Te decimos por qué tienes que ir hasta este lugar de La Mancha aunque ya no haya festival de teatro, que eso es cosa del verano.
1. ¿Dónde estamos? Exactamente en el Campo de Calatrava, en el centro mismo de Ciudad Real, esa provincia a la que le pasa como a Guadalajara según Cela, que a la gente no le da la gana de ir. Territorio de Castilla-La Mancha. Esa literaria, ancha e infinita Castilla que parece todo horizonte y con árbol (¿una encina?) de fondo. Para saber más de la tierra, de quesos, hilaturas, matanza, cordelería, siega, bodega o artesanía, nada como el Museo Etnográfico Campo de Calatrava.
2. Un teatro de corral. Si no lo has visto nunca, alucinarás en colores cuando entres al único corral de comedias, en la Plaza Mayor, que se ha mantenido tal cual desde el siglo XVII, o sea, cuando Cervantes publicó el Quijote; aquellos tiempos. Lo decíamos de la plaza y lo decimos de él: no hay cosa igual. Y todo está en pie, hecho de madera de color almagre, de donde Almagro (rojo óxido): el tablado, las galerías, el zaguán, el patio y otras partes más estrambóticas para nosotros como son la alojería, para suministrar refresco al público (aloja: agua, miel y especias), y la cazuela (palco para mujeres). Como colofón está el Museo Nacional de Teatro. Y como preludio, el Festival Internacional de Teatro Clásico, que se viene celebrando anualmente desde 1978 en lo mejor del verano. Es una fiesta.
3. Más allá de los cómicos. Y de 'Don Gil de las calzas verdes', 'La dama duende' o 'El médico a palos', que se hacen aún más grandes entre estas bambalinas tan de ayer, Almagro es un pedazo de ciudad monumental al estilo castellanomanchego que ha sido declarada, porque ella lo vale, conjunto histórico-artístico. Mucha fachada blanca insigne y mucha calle solemne por la que perderse para terminar encontrándose en la Plaza Mayor, la de los soportales de columnas toscanas de piedra que sostienen galerías cubiertas, de planta rectangular irregular y dos pisos, que fue en origen plaza de armas y después centro de una feria de comercio. Su inspiración es flamenca. Hay que verla.
4. Una letanía de edificios religiosos. Hay tantos que no se pueden contar. Está el convento de la Encarnación, el de Santa Catalina o el de Nuestra Señora del Rosario, antigua universidad renacentista; la iglesia de la Madre de Dios, la de San Blas, donde hay teatro y conciertos de música, o la de San Bartolomé. Los agustinos, los franciscanos, los jesuitas, los hermanos de San Juan de Dios, todos estuvieron aquí. La peregrinación es obligada.
5. Y una nómina de edificios civiles. Palacios (el de los condes de Valparaíso, el de los marqueses de Torremejía, el de los Medrano, el de los Villarreal-Robles o el de los Fúcares, que administraban las minas de mercurio de Almadén), casas solariegas (la del Mayorazgo de los Molina, la de los Rosales, la de los Wessel, la del Capellán de las Bernardas o la del Prior), y otras edificaciones dando forma al peculiar trazado de la villa, el barrio noble, y alimentando la leyenda de aquellos monjes guerreros y caballeros. Todo tiene la compostura de la sobrecogedora procesión de Semana Santa en Castilla. Por cierto, la villa estuvo amurallada, pero no queda ni rastro.
6. Hacer encaje de bolillos... y berenjenas. Lo de la industria de blondas y encajes, que también ha puesto a Almagro en el mapa del turismo, aunque no tanto como el teatro clásico, que no tiene rival, viene de lejos, concretamente del siglo XVIII. Ahí está el Museo del Encaje. Y lo mismo pasa con las berenjenas, aliñadas a la manera tradicional, según receta árabe, y con denominación de origen.
7. Las cosas del comer. Berenjenas y tambien duelos y quebrantos, que para eso estamos en La Mancha del ingenioso hidalgo cervantino, el asadillo y el pisto manchego, las gachas y el tiznao. En el Parador, te tentarán con un menú muy de época, el de la vendimia (hasta el 30 de septiembre), que consta de lascas de pernil asado con jugo de vino, ajo majuelero de bacalao marinado con vino en rama, costillas marinadas con vino y hierbas de monte bajo con patatas asadas y bizcocho borracho en almíbar de vino con helado de vainilla (28 euros, vino aparte). Al ladito, en el restaurante La Muralla de Almagro te servirán otros manjares del lugar: sopa castellana, migas del pastor, rollitos de berenjenas, lo ya dicho y mucha caza.
8. ... y las del dormir. A un paso de la también ingeniosa Plaza Mayor se encuentra el Parador de Turismo, un antiguo convento del XVI que ofrece a sus huéspedes patios interiores, galerías, toda su monumentalidad, piscina y otras vanguardias. Otra opción es la Casa Grande, una construcción del siglo XVI reformada en el XIX donde cunde el barro, la madera, la piedra y los suelos de baldosa hidráulica.
9. En los alrededores. Tienes la ruta de los castillos, que pasa por los de Calatrava la Vieja y Calatrava la Nueva, y además el Parque Nacional de Cabañeros y el de las Tablas de Daimiel y el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Hay naturaleza para dar y tomar. No te la pierdas
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No es solo que lo suyo sea puro teatro y que los combates cómicos, líricos y dramáticos se libren en corrales de comedias como si este fuera de nuevo otro siglo de oro, es que Almagro tiene una plaza como no hay ninguna y lo subrayamos. Más allá de su soberbia arquitectura y el verde sobre blanco, es la animación de sus soportales lo que la hace tan tan irresistible. Te decimos por qué tienes que ir hasta este lugar de La Mancha aunque ya no haya festival de teatro, que eso es cosa del verano.