Cuando Hollywood no tuvo censura: dónde y cómo ver las películas clásicas 'pre-code'
Estas tres películas representan el sexo y el escándalo que la meca del cine no se atrevió a mostrar durante gran parte de la Edad Dorada. Os contamos dónde y cómo verlas
Si leen el titular de este blog, no se asusten. El 'pre-code' es fácil de explicar para aquellos que no hayan escuchado la expresión en su vida. Situémonos: antes de 1934, las películas de Hollywood no se regían por el Hays Code, o el Código Hays, tal y como lo conocimos en España. Este listado de reglas delimitó, hasta finales de la década de los 60, qué se debía mostrar y qué no en el cine norteamericano. Durante la Edad de Oro de Hollywood, no se podían ver besos que durasen más de 30 segundos, las relaciones interraciales estaban terminantemente prohibidas y cualquier mínima simpatía hacia los criminales o los comportamientos ilegales debían aparecer duramente castigados en la trama.
La creación de la Asociación de Productores y Distribuidores en 1922, establecida por un político republicano, Will Hays, produjo una auténtica convulsión en la meca del cine. Hays redactó un escrito en 1927 que fue imperativo para los grandes estudios de Hollywood si querían que sus películas fuesen distribuidas y aceptadas por organizaciones como la ultraconservadora Legión de la Decencia.
A partir de 1934, y con Joseph I. Breen como presidente, el Código consiguió que sus estrictas normas se siguiesen en cada cinta que se estrenaba. Pero ¿qué ocurrió antes de ese año? El Hollywood de los años 20 era una especie de Sodoma y Gomorra y el del primer cine sonoro, el de los primeros años 30, tuvo películas en las que todo parecía posible. Un libro recién publicado, 'Hollywood antes de la censura', de Guillermo Balmori, ofrece un listado impagable y un análisis de esas películas en las que se podía insinuar la prostitución, la homosexualidad y comportamientos que tiempo más tarde estuvieron terminantemente prohibidos.
¿Dónde se puede ver ese cine que, pese a ser todavía en blanco y negro, se atrevía a desafiar todos los límites? En este blog hemos querido revisar y recomendar tres de los títulos más rompedores (los favoritos de quien esto escribe) de esa época de atrevimientos y dónde verlos. Tres joyas cinéfilas que siguen conservando su impacto y demuestran que el cine clásico no era tan conservador como muchos creen.
'Carita de ángel' (Alfred E. Green, 1933). Disponible en Filmin
Que Barbara Stanwyck hizo prácticamente de todo ya lo sabíamos aquellos que seguimos con devoción la carrera de la protagonista de 'Perdición' o 'Stella Dallas'. Pocos recuerdan, sin embargo, que entre sus muchos personajes también encarnó a una mujer de armas tomar en 'Carita de ángel', imprescindible título 'pre-code'. Las malas artes de Lilly Powers con los señores para lograr sus metas son verdaderamente impactantes. Políticamente incorrecta en cada uno de sus fotogramas, la película llega a elaborar una metáfora visual de la forma en la que la protagonista escala posiciones en una empresa: la cámara recorre con una panorámica, de abajo hacia arriba, todas las plantas de un edificio. Cada una de ellas representa un hombre con el que Powers se ha acostado hasta llegar al que ocupa el despacho más alto de todos, el director. Hollywood nunca se había atrevido a mostrar los favores sexuales de una forma tan simbólica y atrevida. Lo mismo ocurría con cintas como 'La pelirroja', en la que Jean Harlow no se lo pensaba dos veces a la hora de manipular hombres utilizando su 'sex appeal' y el color de pelo del título.
'La reina Cristina de Suecia' (Rouben Mamoulian, 1933). Disponible para alquilar en Apple TV
'Queen Christina' no solo ofrece el último plano más legendario de la no menos legendaria Greta Garbo, sino que también toca temas impensables tan solo un año después. La verdadera Cristina de Suecia era una monarca bisexual (o eso cuentan ciertos libros de historia) que abdicó del trono para refugiarse en el Vaticano, convertirse al catolicismo y vivir su verdadero ser lejos de las presiones del trono. En el film se romantiza su vida y se le otorga un amante masculino, encarnado por el entonces venido a menos John Gilbert. Eso no impide que, a lo largo del film, se insinúen las tendencias sexuales del personaje real: durante varias secuencias, su andrógina forma de vestir hace que la confundan con un hombre y, en otro momento no menos arriesgado, la Garbo aparece besando a su doncella. Un momento impensable en cualquier película de la Metro-Goldwyn-Mayer que vino después.
'No soy ningún ángel' (Wesley Ruggles, 1933). Disponible en Filmin
La bestia negra del Código Hays (o viceversa) fue la deslenguada Mae West, que basó casi la totalidad de su carrera en el escándalo y en desafiar los convencionalismos. Sobre todo, los sexuales. Y ninguna película lo muestra mejor que 'No soy ningún ángel', título con guion de la propia actriz y productora en el que no se ahorra comentarios mordaces, dobles sentidos y mucha mala uva. La cinta, en la que encarna a una domadora de leones que también sabe dominar y manejar a su antojo a los hombres, cuenta, además, con un primerizo y jovencísimo Cary Grant en la plenitud de su belleza. Fue en este compendio de sensualidad y atrevimiento donde West pronunció una de sus frases más célebres: "Cuando soy buena, soy muy buena, pero cuando soy mala, soy mejor".
Si leen el titular de este blog, no se asusten. El 'pre-code' es fácil de explicar para aquellos que no hayan escuchado la expresión en su vida. Situémonos: antes de 1934, las películas de Hollywood no se regían por el Hays Code, o el Código Hays, tal y como lo conocimos en España. Este listado de reglas delimitó, hasta finales de la década de los 60, qué se debía mostrar y qué no en el cine norteamericano. Durante la Edad de Oro de Hollywood, no se podían ver besos que durasen más de 30 segundos, las relaciones interraciales estaban terminantemente prohibidas y cualquier mínima simpatía hacia los criminales o los comportamientos ilegales debían aparecer duramente castigados en la trama.
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