Carrillo de Albornoz: “La belleza es el arte más elevado, nos emociona y mueve el mundo”
Con la tercera edición de 'Un beso en Tokio' recién llegada a las librerías, hablamos con su autora sobre ese tipo de viajes necesarios para recuperar el foco perdido y el deseo, periplos vitales en pos de la belleza y uno mismo
El destino nos vuelve a reunir. Hace unas semanas conocimos a la exdiplomática, escritora y curadora de arte contemporáneo Cristina Carrillo de Albornoz. El desencadenante fue la presentación en sociedad de su fantástico coffee table book ‘Madrid Chic’, lujosamente editado por la francesa Assouline.
Hoy volvemos a su conversación, fascinante e ilustrada, coincidiendo con la tercera edición de su primera novela ‘Un beso en Tokio’, editada por La Huerta Grande, uno de los fenómenos editoriales del año. La historia nos lleva a conocer a un arquitecto japonés ficticio, Kengo Ōe, en un fascinante peregrinaje estético por lugares y nombres propios claves en el arte de los siglos XX y XXI.
‘Un beso en Tokio’ se impone con un apasionante viaje que bebe de las experiencias únicas de su autora. Cristina ha conocido y trabajado junto a muchas de las más grandes personalidades de la cultura contemporánea. Todas ellas le han servido de inspiración para dar forma a esta primera novela.
El apellido de la autora entronca con la esencia de España y, podría decirse, forma parte de nuestro patrimonio cultural. Descendientes de José Francisco Carrillo de Albornoz, virrey de Sicilia, la familia atesora ducados, vizcondados y un buen número más de títulos nobiliarios. El escritor y abogado José Miguel Carrillo de Albornoz y Muñoz de San Pedro, tercer vizconde de Torre Hidalgo y primo de Cristina, siempre ha defendido que en la sangre de la familia está el ADN del mismísimo Cristóbal Colón.
Tercera edición de 'Un beso en Tokio'. ¿Contenta con el fenómeno viral en torno a tu primera novela?
Muy contenta porque no es lo habitual. Estoy feliz, sobre todo porque la respuesta de los lectores está siendo muy emotiva y se ha producido un efecto dominó recomendado el libro que solo puedo clasificar de maravilloso. Solo tengo palabras de gratitud.
Tu protagonista, un arquitecto japonés en plena crisis existencial, emprende un viaje para recuperar el foco perdido y el deseo, un viaje por el mundo para reencontrarse a sí mismo. ¿Cuándo nos olvidamos de desear lo perdemos todo?
El deseo es la curiosidad, la fuerza que nos mueve, la búsqueda de la luz. Sin deseo no estamos vivos, pero la vida, que es increíble, suele ayudarnos a recuperarlo en los momentos críticos, nos brinda oportunidades que hay que saber ver. Todo esto obliga a estar despiertos para subirnos al tren indicado.
¿Cómo nace ‘Un beso en Tokio’?
A raíz de un viaje a Japón y de mi fascinación por la arquitectura, que es el arte que se nutre de todas las artes. Allí tuve la oportunidad de conocer al gran Tadao Andō, que es el indiscutible arquitecto de la luz, elemento que utiliza como material definitivo. En verdad, Ando no es arquitecto, empezó siendo boxeador. No cursó la carrera, pero su fuego es de tal calibre que creó su propio estudio, en el que trabajan arquitectos licenciados que dan forma a sus visiones y firman legalmente los proyectos.
En su momento, Tadao emprendió un viaje por el mundo para contemplar las grandes obras maestras de la arquitectura, del Partenón a la iglesia de Ronchamp de Le Corbusier. Necesitaba comprender cómo construían los más grandes. Yo he trabajado junto a arquitectos contemporáneos de la talla de Norman Foster, Santiago Calatrava o Frank Gehry. Conozco bien su universo, pero lo de Tadao Andō es punto y aparte, me conmueve y me inspira especialmente. Mi protagonista emprende la misma aventura, es una especie de alter ego de Tadao; de hecho, en el libro conversa literalmente con él a través un diálogo ficticio aprobado por el propio Andō.
¿El ser humano necesita contemplar belleza como necesita respirar?
Absolutamente. Crear belleza es el arte más elevado. La belleza es mucho más que unas proporciones o una armonía. La belleza es lo que nos emocina, es el gran misterio que mueve el mundo. Es un cincuenta por ciento que precisa de nuestro cincuenta por ciento para existir cuando la contemplamos. 'Un beso en Tokio' es una invitación formal, un manual de uso que ayuda a aportar ese porcentaje.
¿Cómo? A través de las grandes personalidades que deambulan por el libro, desde arquitectos como el propio Tadao Andō, Mies van der Rohe o Rafael Moneo, a los artistas Marc Chagall, Alberto Giacometti, Balthus, Damien Hirst, Harland Miller o Mercedes Lara, e intérpretes de la música como Maria Callas, Herbert Von Karajan, Miles Davis o Ryuichi Sakamoto. Todos ellos nos han enseñado a apreciar la belleza de este mundo y a celebrar la vida.
¿Qué tiene en común toda esta gente divina que nos ha regalado tanta belleza y ha hecho de este mundo un lugar mejor?
A lo largo de mi vida, he conocido a muchísimos de estos artistas que nos han regalado universos que antes no existían. Diría que todos ellos comparten una forma de ser no convencional, una especie de locura divina y lúcida. El umbral entre la locura lúcida y la que no lo es resulta de lo más sutil. Todos ellos comparten visiones del mundo no convencionales.
Ahora bien, vivir con un artista nunca es fácil. Mi protagonista, en plena crisis, deja a su mujer y se reencuentra con un amor de juventud. La novela es también una historia sobre segundas oportunidades que me sirve de excusa para reflexionar sobre el amor. El amor es esa otra realidad compleja de la vida a lo que nos enfrentamos los seres humanos y que, lo sabemos, no es como se pinta en los cuentos.
Dicen que la gente más grande es la más humilde, todo lo contrario al engreimiento de los mediocres. ¿Compartes esta afirmación?
Totalmente. La gente grande, la que está ahí arriba, se cuestiona en todo momento lo que hace y lo que es. Tadao Andō, Manolo Blahnik o Santiago Calatrava, a los que conozco en profundidad, son tres ejemplos perfectos de humildad.
Nacida en Madrid, Cristina Carrillo de Albornoz desarrolló los primeros años de su carreta profesional como diplomática en Naciones Unidas. En la actualidad ejerce de curadora de arte independiente para museos de todo el mundo. Como experta y crítica de arte, sus reseñas y artículos han visto la luz en infinidad de publicaciones de ‘Vogue’ a ‘The Art Newspaper’ pasando ‘The Observer’, ‘Beaux Arts’, ‘L’Œil’, ‘El País, ‘AD’ o ‘La Repubblica’.
Ha escrito numerosos libros, como los dedicados a Santiago Calatrava, Fernando Botero, Jorge Luis Borges y María Kodama, o Joaquín Sorolla, todos ellos editados por Assouline. Igualmente, ha curado exposiciones en importantes instituciones de todo el mundo centradas en Rubens, Balthus —un inmenso éxito del Reina Sofía—, Fernando Botero, Santiago Calatrava, Manolo Blahnik, Picasso o el Nobel de literatura Gao Xingjian.
A lo largo de los años, ha trabajado con Arthemisia, la principal empresa de Italia para la organización de exposiciones de arte, así como con la compañía de gestión de archivos fotográficos Iconic Images. Su trabajo incluye asociaciones con galerías como Marlborough (Nueva York) o White Cube (Londres), y colaboraciones con numerosos artistas y arquitectos, entre ellos Robert Rauschenberg, Frank Stella, Ai Weiwei, Harland Miller, Tadao Ando y Zaha Hadid. En otras palabras: Cristina Carrillo de Albornoz es una de nuestras más excepcionales observadoras —y por ende escritoras— de nuestro tiempo.
El destino nos vuelve a reunir. Hace unas semanas conocimos a la exdiplomática, escritora y curadora de arte contemporáneo Cristina Carrillo de Albornoz. El desencadenante fue la presentación en sociedad de su fantástico coffee table book ‘Madrid Chic’, lujosamente editado por la francesa Assouline.