Crítica de 'Ladrones': cómo meter 'MacGiver', 'Ocean's Eleven' y 'Atraco a las tres' en una coctelera

Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas. Excepto si eres una de esas parejitas que se casan allí, disfrazadas de Marilyn y Elvis, y pretendes robar el maletín de dinero de un casino utilizando como coartada una de esas bodas en las que impera lo hortera.

Eso es lo que les ocurre a Amber y a Rui, que, disfrazados de los dos iconos yankis, consiguen llevarse el botín en los primeros cinco minutos de 'Ladrones: La tiara de Santa Águeda'. Al poco tiempo, él se ve envuelto en un tiroteo que impide su huida en compañía de la chica. Todo indica que el joven y guapo timador ha pasado a mejor vida.

Tres años después, la buena de Amber, a la que encarna una sexy y carismática Silvia Alonso, planea cumplir una de las últimas voluntades de Rui, interpretado con oficio (e igual atractivo) por Álex González: robar la famosa tiara de Santa Águeda mientras participa en la boda de una rica millonaria de cuyo hermano es una especie de institutriz.

La joya en cuestión es parte del atuendo de la blanca y radiante novia. Antes de dar el 'sí, quiero', la tiara está guardada en una cámara fortificada en la que hay que dejar hasta un rastro de ADN para poder entrar. ¿Pensaban que la inteligencia de James Bond era insuperable? Pues alucinen, porque la Amber de 'Ladrones' está preparada para todo: desde cómo conseguir una gota de sangre de la novia a copiar tarjetas o esconder artilugios en un ordenador.

La primera sorpresa (y de estas no faltan a lo largo y ancho de los seis capítulos) llega al final de ese piloto, cuando vemos que Rui (atención SPOILER) reaparece de la nada. ¡Está vivo! Entonces descubrimos que los idílicos amantes del principio ni se llevan tan bien ni están tan enamorados como parecía.

El planteamiento de 'Ladrones' es espídico y (esto dicho como un elogio) logra captar la atención del espectador con un montaje frenético y una puesta en escena que luce un alto presupuesto. Este se nota, por ejemplo, en la elección de canciones ('Suspicious Minds', el tema de Elvis, protagoniza las primeras secuencias) cuyos derechos no deben ser precisamente baratos.

La dirección de Alejandro Bazzano e Inma Torrente pone el foco en detalles como la fotografía cálida, tan habitual en las cap movies, la abundancia de cámaras lentas o la voz en off de los protagonistas (hay un interesante cambio en el punto de vista de ella a él en el final de ese primer episodio).

Los propios personajes explican esos mil y un trucajes que, como anunciábamos en el titular, harían palidecer al mismísimo MacGiver.

El símil o el 'name droping' de este artículo tiene sentido, ya que es probable que en los parecidos y la sensación de 'deja vu' resida uno de los principales problemas de 'Ladrones'. Y es que todo en ella recuerda a otras series u otras películas.

Las aventuras con química romántica de 'Tras el corazón verde' o 'La Reina de África'; las cintas de atracos de las más serias como 'La jungla de asfalto' a las más livianas como 'Ocean's Eleven' (la serie, de hecho, comienza en Las Vegas, donde tenía lugar el remake de Steven Soderbergh). 'Ladrones' parece un remedo de todos esos iconos de la gran pantalla.

A lo largo de seis capítulos y con un final más abierto que la caja fuerte de un banco de pueblo, abunda el humor, la tensión sexual entre González y Alonso y las estrategias para poder dar el gran golpe. Lo que empieza como un trabajo de dos se va extendiendo a un grupo de pillos que sofistica aquellos hurtos corales y a la española de cintas como el 'Atraco a las tres' de José María Forqué.

Si en aquellas comedias abundaba la crítica social y la calma narrativa, en la nueva ficción de Disney Plus (a la que nadie le pide, aclaremos, que sea algo más que un entretenimiento) hay demasiadas prisas y toneladas de adrenalina para que el espectador no se aburra un solo minuto.

De hecho, ese aburrimiento es imposible si tenemos en cuenta la cantidad de giros de guion que pretenden sorprendernos con cómplices inesperados, artilugios cada vez más rebuscados o villanos que en principio no lo eran.

Llega un momento en el que tanto giro inesperado acaba mareándonos, como si nos hubiésemos subido en la montaña rusa de un parque de atracciones que nos hace pasar un gran día pero no nos deja ningún recuerdo duradero.

Como producto de evasión, 'Ladrones' cumple de sobra con su cometido con momentos que parecen una versión sui generis de 'Mentiras arriesgadas'. Es de valorar, de hecho, la apuesta por un subgénero no muy habitual la ficción española.

La gran paradoja es que la serie roba de muchas producciones que llegaron antes; que parecían estar más perfiladas y tener algo más de entidad.