Esther Doña abandona la finca de El Rincón tras ser puesta en venta

Esther Doña ya no vive en El Rincón, la finca situada en Aldea del Fresno (Madrid) que compartió con Carlos Falcó durante los años que estuvieron juntos. Aunque diversas informaciones apuntaban a que la que fuese pareja del marqués estaba negociando su salida del lugar a cambio de una compensación económica con los hijos, la revista '¡Hola!' publica este miércoles que ya lo ha abandonado por voluntad propia. No ha habido, por tanto, ningún tipo de contraprestación. Además, la finca ha sido puesta a la venta por la familia de Falcó.

Las fotografías de la publicación muestran cómo Doña vuelve a vivir en el piso en el que vivía anteriormente, situado en la localidad madrileña de Majadahonda. La malagueña salió por los alrededores del inmueble para pasear a Chloé, su mascota y lo único que se ha llevado del lugar donde vivió con Griñón. Fue él quien le regaló la perrita por Navidad hace un par de años y se ha convertido en su compañera inseparable en estos duros momentos.

Por el momento, se desconoce qué pasará con gran parte de la herencia del marqués y cómo será el reparto con sus hijos. Lo único que ha trascendido es que Tamara heredará el título de marquesa, algo con lo que están de acuerdo todos sus hermanos.

El marqués de Griñón quiso que la finca El Rincón fuera su domicilio habitual nada más empezar a salir con Esther Doña. Hasta entonces, había vivido en Casa de Vacas, el campo de Malpica del Tajo (Toledo) donde tenía las viñas y organizaba catas y encuentros gastronómicos con invitados de todo el mundo. Aquel era su paraíso particular, el lugar donde sus hijos llevaron sus cenizas el pasado 23 de marzo tras fallecer por coronavirus. En Casa de Vacas también pasó los veinte años que duró su matrimonio con Fátima de la Cierva y donde se criaron sus hijos Duarte y Aldara.

Vivir en El Rincón era un privilegio que, según publicaba Vanitatis hace unos días, nunca le gustó lo suficiente a Esther. El traslado a Madrid lo iban haciendo, poco a poco, hasta que la cuarentena y el fallecimiento de Carlos Falcó cambiaron los planes. La marquesa viuda, también infectada por el coronavirus, no tuvo más remedio que permanecer en el palacio sin poder acompañar a su marido a la Fundación Jiménez Díaz, donde finalmente murió. Ahora inicia una nueva vida alejada de ese lugar, cuyo destino queda en el aire, ligado a la incógnita que rodea a la herencia del marqués de Griñón.