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Los misterios de la herencia de Carlos Falcó, de Esther Doña al Palacio El Rincón
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Los misterios de la herencia de Carlos Falcó, de Esther Doña al Palacio El Rincón

La mala relación entre la viuda del marqués de Griñón y los hijos hizo suponer que la gestión de su testamento iba a ser tormentosa. Al menos públicamente, no lo ha sido

Foto: Carlos Falcó y Esther Doña, en el Sicab. (Getty)
Carlos Falcó y Esther Doña, en el Sicab. (Getty)

El año pasado por estas fechas el periodismo de sociedad se tiñó de crónica negra. El fallecimiento de personas ilustres hacía cola en los titulares sin poder siquiera digerirlo. La desaparición del marqués de Griñón, Carlos Falcó, sin embargo, sí encontró un hondo eco. Se trataba de un hombre idealista, muy avanzado a su tiempo, noble de fondo y forma, y muy querido por todos los que le conocieron. Durante mucho tiempo, primero por su relación con Isabel Preysler y luego por su matrimonio con Esther Doña, el enólogo fue protagonista habitual de la prensa rosa. En la hora de su muerte no lo fue menos.

Los hijos mayores de Carlos Falcó manifestaron veladamente sus desencuentros con Doña en vida de su padre. La relación entre ellos y la nueva esposa del aristócrata terminó siendo nula, aunque cuando falleció el marqués, tal y como reconoció Esther en una entrevista exclusiva con 'Hola', fueron "muy cariñosos" con ella. "Ojalá se mantenga esta cordialidad, porque es muy reconfortante", aseguraba. Aún así, todo apuntaba a que habría mucho que negociar cuando se conocieran las últimas voluntades de Falcó. Y algún que otro misterio que resolver, como los términos del acuerdo prematrimonial que Doña firmó antes de casarse o la situación de la única propiedad relevante que le quedaba (y solo parcialmente) a Falcó, el Palacio El Rincón, en Aldea del Fresno.

placeholder Carlos Falcó, en una imagen de archivo. (Getty)
Carlos Falcó, en una imagen de archivo. (Getty)

La apertura del testamento se retrasó por la pandemia. Solo se podía acudir al notario "previa cita", y estas solo se concedían "cuando las actuaciones son urgentes o realmente necesarias", según un notario de Madrid consultado. El caso del testamento del marqués no parecía entrar en esta categoría, así que hubo que esperar para conocer las últimas voluntades del marqués, que finalmente trajeron sorpresas como el deseo de que fuera Tamara Falcó quien heredara el título de marquesa de Griñón.

Foto: Xandra Falcó. (EFE)

"Firmé un acuerdo prematrimonial en el que queda claro que nuestra relación está basada en el amor y no en asuntos materiales". Meses después de su boda, Esther Doña hizo estas declaraciones a la revista '¡Hola!', sin desvelar más detalles de ese documento. Lo cierto es que la ley no permite renunciar a una herencia cuando aún no ha fallecido la persona de la que hay que heredar.

El Código Civil, de hecho, es bastante claro, Esther Doña es considerada heredera forzosa por la ley, por lo que está 'obligada' a recibir su parte (salvo que renuncie). La viuda tiene derecho al usufructo de un tercio de la herencia, el destinado a mejora, aunque la norma prevé otra modalidad para casos como el de la viuda del marqués: "Cuando el cónyuge viudo concurra con hijos solo del causante, podrá exigir que su derecho de usufructo le sea satisfecho, a elección de los hijos, asignándole un capital en dinero o un lote de bienes hereditarios". En suma, los hijos podrían haber optado por pagarle una mensualidad, al estilo de lo que hicieron en la familia Alba con Alfonso Diez una vez falleció la duquesa Cayetana (Diez recibe 3.000 euros al mes).

No es probable que los detalles del acuerdo final salgan a la luz por el carácter sumamente discreto de los hijos de Falcó. 'El País' aseguró en una información de la semana pasada que el legado ya se había repartido sin mayores problemas. Doña dio unas declaraciones a la revista '¡Hola!' esta semana en el mismo sentido, explicando que se estaban cumpliendo los deseos del marqués en lo referente a ella.

Foto: Tamara Falcó. (Redes)

¿Pero de qué caudal hereditario estamos hablando? Lo cierto es que el marqués de Griñón dejó un capital inconmensurable como agrónomo, en el campo de la enología y como ser humano, pero no tanto en asuntos crematísticos. La única gran propiedad que le quedaba era el Palacio El Rincón, donde Carlos Falcó y su esposa tenían su hogar y se organizaban bodas y eventos en los últimos tiempos. En las 123 hectáreas con las que cuentan el palacio y su finca (según los documentos oficiales), hay restos de una ermita del siglo XIII, viñedos, una plantación de bambú que da de comer a los osos pandas del Zoo de Madrid, varios jardines de diseño para los eventos y hasta cuelgan de una chimenea los restos de un avión ruso que cayó sobre la finca. Aunque dispone de más de 30 habitaciones, solo se usan las pocas que están en la 'zona privada'.

Acuerdo privado

La finca Coto Redondo El Rincón y su palacio (al menos así consta en los documentos oficiales) era de Carlos Falcó por título de compraventa. Aunque con matices. Sobre la finca pesa un derecho de superficie a favor de Pagos de Familia Marqués de Griñón SA (antigua denominación de Marqués de Griñón Family Estates) por el que se ceden a la empresa durante 50 años cerca de diez hectáreas de extensión para la producción de vinos. Manuel Falcó, primogénito del marqués, pidió una hipoteca sobre ella de 1.600.000 euros en 2012. Y además, sobre la propiedad pesa un embargo administrativo solicitado por el Ayuntamiento de Aldea del Fresno en 2019 por la reclamación de 34.202,53 euros.

La intención de los herederos desde el primer momento fue poner a la venta El Rincón. Para ello, cancelaron todos los eventos que había programados, entre ellos 17 bodas, y rompieron los contratos de exclusividad que había firmado Carlos Falcó en vida con algunos proveedores. Esto que desveló 'LOC', y pudo corroborar Vanitatis, amenazaba con convertirse en una batalla legal para los hermanos Falcó que, sin embargo, podría haberse solucionado recientemente de forma privada.

placeholder Los marqueses de Griñón, en una corrida de toros. (EFE)
Los marqueses de Griñón, en una corrida de toros. (EFE)

Carlos Falcó era un hombre netamente emprendedor. Introdujo numerosas innovaciones en el mundo del vino, desde el riego por goteo hasta el cultiuvo de variedades de uva nunca vistas por aquí; montó un safari con ayuda de Félix Rodríguez de la Fuente; fue, en suma, un hombre de otro calibre. Pero a sus 83 años se había ido desvinculando de los negocios poco a poco. Actualmente su nombre seguía vinculado a varias empresas en el Registro Mercantil, aunque la más representativa, Marqués de Griñón Family Estates, ya no era netamente suya. La sociedad que agrupaba buena parte de la actividad vinícola desarrollada por las bodegas de Carlos Falcó estaba administrada al 50% por dos sociedades, The Haciendas-Company Limited y Cotos del Valle del Pusa SL.

Esta segunda empresa es propiedad al 100% del hijo mayor del marqués, Manuel Falcó Girod, uno de los banqueros más infuyentes de la City londinense y quien estaba ya prácticamente al mando de todos los negocios de su padre. La otra gran finca de la familia, la Quinta Casa de Vacas, donde los viñedos conviven con campos de lavanda y que Carlos Falcó consideró siempre su refugio, es propiedad de la citada Marqués de Griñón Family Estates. Allí cuentan con casi 300 hectáreas de tierras regadas por el río Tajo y otra casa palacio, la bodega y la almazara.

Foto: Fernando y Carlos Falcó. (Getty)

Sin duda, El Rincón era la propiedad más importante del patrimonio personal del marqués, pero no la única. Carlos Falcó poseía también un 33% del Palacio de Mirabel, en Plasencia (Extremadura). Más de 6.000 metros cuadrados de estilo renacentista que constituyen uno de los monumentos civiles más importantes de la ciudad extremeña. En 2010 los Falcó decidieron abrirlo al público y mostrar su magnífico patio, el salón de trofeos de caza, la antigua cocina palaciega y toda su planta noble con los salones y el oratorio.

Además, el marqués poseía parte de otra finca en Navalmoral de la Mata, La Barquilla. Tuvo que vender parte de esta finca para solventar algunos problemas económicos a mediados de los años 80, pero aún conservaba un 66%.

El año pasado por estas fechas el periodismo de sociedad se tiñó de crónica negra. El fallecimiento de personas ilustres hacía cola en los titulares sin poder siquiera digerirlo. La desaparición del marqués de Griñón, Carlos Falcó, sin embargo, sí encontró un hondo eco. Se trataba de un hombre idealista, muy avanzado a su tiempo, noble de fondo y forma, y muy querido por todos los que le conocieron. Durante mucho tiempo, primero por su relación con Isabel Preysler y luego por su matrimonio con Esther Doña, el enólogo fue protagonista habitual de la prensa rosa. En la hora de su muerte no lo fue menos.

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