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Zidane, sobre Véronique: "Me habría tirado desde un edificio para que me amase"
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Zidane, sobre Véronique: "Me habría tirado desde un edificio para que me amase"

El mismo día en que el entrenador del Madrid cumple 48 años se publica en España una nueva biografía escrita por el periodista Frédéric Hermel que abre las puertas a su lado más personal

Foto: Zinedine Zidane, en un momento de reflexión. (Reuters)
Zinedine Zidane, en un momento de reflexión. (Reuters)

Dieciocho años de relación profesional, y en muchos momentos personal, dan para mucho. El periodista Frédéric Hermel, corresponsal en Madrid de 'L'Équipe' y de la radio RMC, ha compuesto un retrato de Zinédine Zidane a partir de esos momentos compartidos para descubrir el lado más personal de una de las figuras más reservadas del fútbol español. En la biografía 'Zidane' (Espasa), que llega hoy a las librerías españolas coincidiendo con el 48 cumpleaños del míster del Real Madrid, el periodista se acerca al futbolista y al entrenador, pero sobre todo al marido, al padre preocupado y al hijo orgulloso de haber logrado que su padre, un obrero con cinco hijos, pueda hoy dormir cómodamente en una bonita casa de Marsella.

Cuando se habla de Zidane, se remarca a menudo su habilidad para dejar el éxito colgado en el perchero de casa. En lograr esa medalla a la normalidad ha tenido mucho que ver Véronique, su esposa, como remarca a menudo la biografía escrita por este veterano corresponsal francés afincado en España. Zizou y Véronique "se cruzaron por primera vez en 1989, en la cafetería de la residencia de jóvenes trabajadores donde los dos vivían. Véronique tenía 18 años y seguía clases de danza en la escuela Rosella Hightower. Zinédine tenía 17 y se preparaba en el centro de formación de la AS Cannes".

"Cuando la conocí, me habría tirado desde lo alto de un edificio. Por ella, para que me amase...". Esta confesión se la hizo el futbolista a Hermel en 2006, cuando acababa su carrera como futbolista y estaban los dos charlando en Valdebebas. "Sin Véronique, Zidane nunca habría sido Zidane. Cualquiera que haya frecuentado mínimamente a la estrella es consciente de ello", asegura. La boda se celebró el 28 de mayo de 1994 en el ayuntamiento de Burdeos, la ciudad del Girondins, donde jugaba entonces Zizou. Ella había dejado la universidad y sus estudios de Biología, la danza y todo lo demás. "¿Y si era Véronique quien, a fin de cuentas, se había tirado desde lo alto de un edificio?", se pregunta el autor de la biografía.

placeholder Zidane con su esposa, Véronique Fernández, en unos premios futbolísticos. (EFE)
Zidane con su esposa, Véronique Fernández, en unos premios futbolísticos. (EFE)

El periodista describe a una mujer muy tímida, fría y cauta con los extraños y, sobre todo, con los medios de comunicación. Son contadas las veces que ha hablado públicamente, una de ellas para un documental sobre su marido en el que afirmó que había sido "una suerte haberle conocido cuando daba sus primeros pasos como jugador profesional" porque de haber sido ya famoso, quizá no se hubiera casado. "Fue un flechazo, como un cuento de hadas, pero fue también y desde el principio una relación honesta, una relación normal. Me casé con él, es y será para siempre el hombre de mi vida".

"Si se le le hubiera subido a la cabeza, hace tiempo que lo habría dejado. ¡Ah, no! ¡Eso sí que no! Ya lo sabes", le confía Véronique a Hermel en la apertura de una exposición. "Mientras yo esté aquí, no hay riesgo de que eso ocurra. No es marca de la casa".

Altibajos

De lo que escribe el periodista se infiere que la relación ha tenido altibajos. "El verano de 2006, el del punto final a la carrera de jugador de Zinédine, el de los rumores de la prensa rosa, el de después del 'cabezazo' en la final del Mundial, marcará una nueva época en su relación". Aquellos meses, Véronique 'hizo limpieza' en el entorno de su esposo, un ídolo del griterío que tenía que acostumbrarse de repente al silencio. "El amor y la paciencia de la andaluza de Rodez situarán al campeón en su nuevo universo".

El matrimonio se construyó ese año una casa en la zona residencial de Conde Orgaz, cerca del Liceo Francés donde estudiaron sus cuatro hijos. "Es su última temporada como jugador profesional, y las preocupaciones relacionadas con la construcción, las luchas incesantes con el arquitecto y el constructor lo perturban de tal modo que le provocan isomnio". La mansión "es un santuario infranqueable para los no íntimos y su entrada está presidida por un magnífico pero enorme elefante de bronce, traído de Tailandia, con la trompa apuntando al cielo, naturalmente". En el jardín familiar hay una piscina (que Zidane hizo remodelar totalmente porque no había quedado perfecta), un campo de fútbol de hierba sintética y una canasta. "Justo detrás de la imponente puerta de hierro hay primero dos agentes de seguridad, instalados día y noche en una pequeña garita, que esperan al visitante y le conducen al despacho adyacente donde trabaja la secretaria personal de Zinédine, al jardín o a la casa".

Zidane y Véronique tienen cuatro hijos (Enzo, Luca, Théo y Elyaz), todos ya futbolistas o camino de serlo. El periodista describe en su libro cómo en ocasiones los chavales han sido utilizados de manera vil para llegar a su padre. Desde una empleada del Liceo que maniobró para poner a su hija en la misma clase que Enzo, el primogénito, a ese diplomático francés que quiso que una profesora de Primaria introdujera una carta en la mochila de Luca Zidane. ¿Un peaje necesario? Zidane confiesa a Hermel que tiene miedo de que la opulencia con la que viven sus vástagos les convierta "en unos pequeños idiotas". "Es lo que más temo", le dice.

Sin embargo, no es fácil lograr el equilibrio. Los niños usan el apellido de la madre, Fernández, para pasar desapercibidos. Pero al padre le gusta llevarles al colegio, por lo que todo el mundo termina sabiendo quiénes son. El jaleo que se forma a la entrada del Liceo es tal que el director permite a Zidane entrar en el patio con su vehículo. "Si a veces Zinédine reserva una sala de cine entera para los suyos cuando se estrena una nueva película de la factoría Disney, el fin no es ir de multimillonarios caprichosos, sino simplemente poder disfrutar de una salida todos juntos sin ser arrollados por una masa agobiante de admiradores con bolsas de palomitas en la mano. '¡Nosotros hacemos las cosas en familia o no las hacemos!'", dice Véronique.

El ascenso social de Zidane es brutal, en apenas una generación. El libro hace referencia a esto cuando recupera pasajes de la biografía de Smaïl Zidane, el padre de Zizou, que ha relatado que cuando piensa en su infancia tiene "inmediatamente una sensación de hambre y de frío". El entrenador del Madrid es el menor de cinco hermanos. Antes que él nacieron Madjid, Farid (fallecido en 2019), Noureddine y Lila (la única chica). A todos los sacó adelante este peón de obra argelino.

"El temor a decepcionar a ese padre estará en el centro de todo lo que 'Zizou' construya", sentencia Hermel.

Dieciocho años de relación profesional, y en muchos momentos personal, dan para mucho. El periodista Frédéric Hermel, corresponsal en Madrid de 'L'Équipe' y de la radio RMC, ha compuesto un retrato de Zinédine Zidane a partir de esos momentos compartidos para descubrir el lado más personal de una de las figuras más reservadas del fútbol español. En la biografía 'Zidane' (Espasa), que llega hoy a las librerías españolas coincidiendo con el 48 cumpleaños del míster del Real Madrid, el periodista se acerca al futbolista y al entrenador, pero sobre todo al marido, al padre preocupado y al hijo orgulloso de haber logrado que su padre, un obrero con cinco hijos, pueda hoy dormir cómodamente en una bonita casa de Marsella.

Zinédine Zidane