El refugio del Juli tras su retirada: una villa en Sotogrande de 700 metros con pista de tenis

“Después de 25 años de alternativa quiero comunicarles mi decisión de deiar de torear indefinidamente cuando acabe esta temporada. Es una decisión que tengo tomada desde hace tiempo, pero que no quise anunciar hasta que pasaran las primeras grandes ferias. Esta noticia no es una retirada, es el final de una etapa que por cierto ha sido maravillosa. Sobre el futuro sólo el tiempo dirá”. Con estas palabras comenzaba el comunicado con el que a finales de la semana pasada Julián López ‘El Juli’ anunciaba su retirada del mundo del toreo.

Tras una carrera exitosa, llena de plazas abarrotadas y salidas a hombros, el torero, que hace apenas unos meses recibía la medalla de la Ciudad de Madrid de manos de José Luis Martínez-Almeida por su trayectoria, cuelga el capote para siempre. Una decisión “tomada desde hace tiempo” que abre la puerta a una nueva fase en su vida hasta ahora dedicada a la que ha sido su gran pasión (y profesión) desde que se pusiera delante de aquella becerra que le abrió los ojos de su carrera en su primera comunión.

“Se acaba una etapa y empieza otra en la que necesito vivir muchas cosas que, debido a mi entrega a esta profesión, no he podido disfrutar, como pasar más tiempo con mi familia, gozar de mis aficiones y ver la vida desde otra perspectiva, sin la presión de mi situación, mi nombre o mi responsabilidad”, añadía.

Padre junto a Rosario Domecq (con quien lleva 16 años de feliz matrimonio) de tres hijos, no hay duda de que el Juli disfrutará de estos meses de verano en familia en el que ha sido su refugio estival desde su adquisición en 2016.

Su refugio en Sotogrande

Sotogrande es una urbanización de lujo ubicada en el corazón de la provincia de Cádiz en la que el apellido Domecq siempre ha sido sinónimo de la élite de este ilustre vecindario. Casado el torero con una de las más conocidas del clan, Rosario, era de esperar que en algún momento el matrimonio adquiriese una vivienda intramuros de esta fortaleza en la que el polo es el deporte oficial.

Al polo se dedicó durante años su suegro, Pedro (‘Perico’) Domecq y Urquijo, también conocido por sus excelentes dotes ganaderas. Un deporte al que poco a poco el torero fue cogiendo afición hasta convertirse en uno de los imprescindibles junto a su mujer y sus tres hijos de los torneos internacionales que cada año acoge el exclusivo club dirigido por Paola Zóbel con vistas al mar.

Allí, como decíamos, finalmente adquirieron un terreno de 3.000 metros cuadrados en una de las mejores zonas de la urbanización, en la que levantaron una casa de dos plantas rodeada de un jardín presidido por una piscina y una pista de tenis para mayor entretenimiento de sus habitantes. El interior, dividido en dos plantas (de unos 500 metros cuadrados cada una), cuenta con diez dormitorios y otros tantos baños y aseos, sala de estar, comedor y hasta biblioteca. También cuenta con varias plazas de aparcamiento y una zona de lavadero separada del resto de la vivienda.

Poco amigos de las fiestas, esta casa ofrece al matrimonio la tranquilidad a la que están acostumbrados en su día a día. Durante sus estancias estivales, es habitual ver al torero salir a correr muy temprano por esta urbanización, en la que, por cierto, se casaron sus suegros. También se suele ver a la familia paseando por la zona comercial haciendo recados en la cercana localidad de Guadiaro y cenando en algunos de los restaurantes de Marbella de toda la vida.