Esther Cañadas revela nuevos datos sobre su enfermedad: "Me explotaron todos los vasos capilares del cuerpo a la vez"

La diseñadora Vicky Martín Berrocal estrenaba un nuevo proyecto, el pódcast ‘A solas con’, en el que entrevista a diferentes caras conocidas. En esta ocasión ha podido sentarse frente a la modelo Esther Cañadas, top model en los años noventa que se convirtió en la cara más internacional de nuestra moda.

Tras repasar sus primeros años en la moda y cómo consiguió triunfar en Nueva York pasando algunas penurias económicas y comiendo arroz blanco, la albaceteña quiso explicar que tras conocer a numerosas personalidades del mundo de la farándula, como Ricky Martin, con el que se encontró en una fiesta en Miami, o Jon Bon Jovi, que fue al backstage para hacerse una foto con ella, sufrió una enfermedad que casi acaba con su vida.

Se trataba de una vasculitis que a día de hoy tiene “muy presente” porque “me podía haber quedado ahí y no estar hoy contigo”. Una enfermedad que la llevó a que le explotaran “todos los vasos capilares del cuerpo a la vez” y que no olvida, porque son enfermedades muy complicadas, que “suelen ser crónicas y muy dolorosas”.

Algo con lo que, reconoce, “no es fácil convivir ni manejar, además de que no es fácil de curar”. Asegura que entonces pasó por todas las etapas, y aunque quiso compaginarlo con su carrera, le resultaba muy difícil porque tenía muchos efectos secundarios. Confiesa que podría pensar que ha “perdido 6 años de mi vida”, pero no los ha perdido, porque “me podía haber quedado ahí”.

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“He estado 6 años de mi vida luchando por salir”, afirma, al tiempo que recuerda que hizo todo lo posible, desde tomar medicación, tratar de meditar o apuntarse a tratamientos experimentales. Con la serenidad que aporta el tiempo, confiesa: “Tuve dos o tres momentos de los de decir: ‘Aquí te quedas”.

Una enfermedad que fue difícil de diagnosticar, porque todas las analíticas le salían bien, pero reconoce que “vivía en un 10% de energía” y tenía “receta de reposo absoluto de por vida”, al tiempo que explicaba que era la primera vez que lo contaba.

Cuando se acababa de curar tuvo a su hija, que tiene 8 años, y reconoce que se lo pasa “genial con ella”. Es “espabilada, divertida” y se ríe mucho con ella. Cuenta que ha “tenido la suerte de poder criarla”, de dedicarse a ella y no se ha “perdido nada y eso es un regalo”. Y añade que le encantan los niños y “por tener hubiera tenido 10 hijos”, aunque dice que su hija Galia vale por 10, además de que la ha criado sola entre México y España.