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La moda que viene: caballero, si quiere ser elegante, vístase por los pies
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La moda que viene: caballero, si quiere ser elegante, vístase por los pies

La elegancia empieza por el calzado. No hay controversia. Da igual que viajemos a Savile Row para adquirir los trajes de chaqueta, que sólo vistamos camisas

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La moda que viene: caballero, si quiere ser elegante, vístase por los pies

La elegancia empieza por el calzado. No hay controversia. Da igual que viajemos a Savile Row para adquirir los trajes de chaqueta, que sólo vistamos camisas hechas a medida o que adornemos nuestro estilo con un combinado pocket square. Si los zapatos son de segunda clase, nuestra imagen quedará definitivamente empañada. Valen más un par de zapatos buenos que cuatro pares baratos, solía aconsejar Archibalb Leach a Cary Grant. Y la sugerencia le catapultó al Olimpo del buen gusto. 
El caballero que se viste por los pies tiene ganados un par de tantos.

El auténtico gentleman es aquel que no deja nada al azar. Siempre con la corbata perfecta, el pañuelo acertado y, sobre todo, los zapatos impecables. “Un hombre elegante compra su ropa inteligentemente, se la coloca con esmero y a continuación se olvida de ella”, nos dirá Javier de Juana, presidente del Club de Sastres de España.

Por eso, este es un título que pocos hombres relevantes poseen. Sin duda, uno de ellos es el príncipe Miguel de Kent, primo de Isabel II, y por supuesto, Carlos de Inglaterra. ¿Quién no le recuerda en la boda de los príncipes Felipe y Letizia? En este club tan selecto, y definitivamente británico, apenas media docena de personalidades españolas.

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El primero, sin discusión, Jaime de Marichalar, vistiendo sus soberbios tres piezas; y Luis Medina, el hijo de la modelo Nati Abascal, joven, bello y casi siempre acertadísimo en su elección. Eso sí, pocos empresarios, demasiado pocos. Los sastres de prestigio sólo se avienen a dar dos nombres: Juan Abelló, un clásico en estas listas, y José Manuel Entrecanales, de raigambre empresarial y formación inglesa.

Pero la distinción no es sólo una forma de vestir. Es una combinación discreta y sobria de compostura, cortesía y savoir faire. Recuerden, una vez más, aquel malévolo comentario de Bertrand Rusell a propósito de Anthony Eden. "No es un caballero, va demasiado bien vestido para serlo”. Tal vez. En cualquier caso, la mala elección de un traje puede dar al traste con una operación financiera o una reunión de negocios. Un empresario o un profesional que quiera afianzarse en sociedad debe adornar su formación intelectual con una forma de ser y estar, y el atuendo es su primera tarjeta de presentación.

“Por supuesto, no hay nada más impersonal que vestir a la moda”, recuerda el sastre José María Reillo. Sin duda. Pero en ropa masculina, como en todo, también hay tendencias. Este invierno, los trajes de chaqueta vienen con líneas entalladas, solapas estrechas, hombros acoplados y talle alto. Las americanas ya no van entreteladas como antaño y a menudo se presentan con doble cerillera. Los botones, falsos, en número de tres, aunque sólo se abrocha el del centro, o en su defecto, dos botones altos. Los pantalones regresan con botones en las portañuelas, una costura mucho más elegante que la cremallera, y se estrechan y diseñan con un pliegue.

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En tejidos, se imponen los falsos lisos, con tonalidades grises y negras. Se trata de hilaturas con dibujos geométricos apenas perceptibles, pero que ganan mucho con los efectos de la luz. También se llevan los paños de doble faz, por un lado, cuadros, incluso los llamados cuadros ventana, más exagerados que el príncipe de Gales, y por el otro, un liso que hace las veces de forro. Los abrigos, cortos, sobre la rodilla y entallados. Acoplados de hombros y cortados para llevarse con o sin chaqueta.

El sport está adquiriendo importancia en ciertos ambientes económicos, sobre todo, entre los profesionales liberales. En ocasiones, se abandona la corbata, pero la chaqueta adquiere una relevancia especial: se confecciona con franelas y cheviot de calidades excepcionales y con la tapeta en colores lisos. Refinadísima.

Manual del Buen Vestir

La Biblia de la moda masculina se llama El caballero y la escribió en 1999 Bernhard Roetzel. Este libro incluye consejos, trucos y direcciones imprescindibles. También es muy interesante el blog de moda www.elaristocrata.com. He aquí algunas reglas de oro:

•Cuando las mangas de la camisa y la chaqueta tienen el largo adecuado, el puño de la camisa sobresale, como mínimo, un centímetro.
•Los botones de la manga de un traje hecho a medida se desabrochan. Y el último queda siempre sin cerrar, en señal de distinción.
•Las mejores corbatas reciben el nombre de seven-fold-tie. No llevan entretela adicional, sino la seda doblada siete veces.
•El nudo de la corbata debe hacer juego con el cuello de la camisa. El nudo americano queda bien con cualquier cuello, en cambio, el nudo windsor sólo ha de llevarse con un cuello italiano.
•Los zapatos son el broche de oro de cualquier traje. Los monkstrap (con hebilla) no siempre resultan acertados, por eso, los expertos aconsejan apostar por los cordones, con costura prusiana o inglesa.

Direcciones útiles

Jaime Gallo     C/ Ayala, 27 Madrid
Gonzalo López Larraínzar    C/ Cedaceros, 9 Madrid
José María Reillo    C/ Orense,37 Madrid
Hermanos Córdova   C/ Velázquez, 96 Madrid
Javier de Juana    C/ Gran Vía,38 Bilbao
José Luis Reventún     C/ Lealtad,14 Santander
Francisco O’Kean     Plaza Nueva, 13 Sevilla
Antonio Puebla    C/ Don Juan de Austria, 36 Valencia

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La elegancia empieza por el calzado. No hay controversia. Da igual que viajemos a Savile Row para adquirir los trajes de chaqueta, que sólo vistamos camisas hechas a medida o que adornemos nuestro estilo con un combinado pocket square. Si los zapatos son de segunda clase, nuestra imagen quedará definitivamente empañada. Valen más un par de zapatos buenos que cuatro pares baratos, solía aconsejar Archibalb Leach a Cary Grant. Y la sugerencia le catapultó al Olimpo del buen gusto. 
El caballero que se viste por los pies tiene ganados un par de tantos.

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