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El encanto del hotel San Roque en Garachico, Tenerife
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El encanto del hotel San Roque en Garachico, Tenerife

Nadar en las piscinas naturales de Garachico, disfrutar de los pescados locales y los vinos canarios a la sombra de los volcanes y descansar en el encantador hotel San Roque. Ese es el plan

Foto: Hotel San Roque
Hotel San Roque

Garachico es un pueblo tinerfeño con mucho encanto asomado al océano. Enfrente, una peña emerge para servir durante siglos como faro que testimoniaba la entrada al puerto en el que descansaban los galeones en sus viajes de ida y vuelta de Europa a América y viceversa. Rodeado de colinas de piedra, de ceniza y junto al volcán Trevejo (Arenas Negras) que un día cambió su fisonomía, descansa bajo la sombra imponente del Teide. Casonas de siglos pretéritos perfectamente conservadas. Bellísimos paisajes urbanos de plazas y coloridas fachadas, de palmeras y conventos, y un castillo-fortaleza defensivodesde el que se daba seguridad a los barcos anclados en la rada del puerto; dibuja paisajes que fueron copiados y reproducidos en tantas ciudades de América.

Desde aquí y a escasa hora y pico de camino, podemos acercarnos a comer bien, muy bien, en el recientemente galardonado con estrellaEl Rincón de Juan Carlos. En todo caso y en el propio Garachico,La Caleta de Interián, barrio eminentemente pesquero, es el lugar para disfrutar de sus exquisitas y apreciadas lapas y almejas. En el barrio de El Guincho, a las afueras de la población, llega la gente para probar y degustar sus típicos pescados en platos de cuchara: la vieja guisada en su propio caldo. Un plato rico y reconfortante.

Entre las empedradas calles de la villa y puerto deGarachico, cerca de las tranquilas piscinas naturales, encontramos el mejor lugar para descansar en toda la zona: el hotel San Roque, de solo veinte habitaciones, con decoraciones diferentes. Una casona histórica, de tejas rojas e íntimo patio interior, típicos balcones canarios de madera que se asoman al silencioso claustro interior. Impecables suelos de madera, fachada de albero, paredes de museo y techos de artesonado. Una interesantísima colección de Bauhaus, Rennie Mackintosh y Josef Hoffmann, en cuya librería se puede prolongar la charla animada por los pertinentes gin-tonics.

La piscina excavada en lava volcánicasirve de marco para desplegar a su alrededor las mesas del restaurante Anturium, en elque el chef Danny Nielsenfirma una carta corta pero interesante de tres o cuatro platos en cada capítulo y en la que el buen producto destaca por encima de otras consideraciones. Así, un plato fresco,equilibrado y sabroso: un 'carpaccio' de gamba tibio con aceite de eneldo, tomates cherry y huevas de trucha, o una ensalada de bogavante con aguacate, láminas de daikon y vinagreta de mango entre los primeros. Excelentes platos de pescado local como la sama confitada en aceite de oliva con vinagreta de pimientos asados, cebolla roja y cilantro. Un buen cochinillo confitado con puré de manzana y miel de palma, o un cordero al horno con lima, ajo, tomillo y cuscússon algunos de los mejores segundos.

Unacarta de vinos en la que abundan los canarios, pero en la que también coexisteuna buena representación de vinos peninsulares, esel complemento perfecto para disfrutar de una buena cena en la población de Garachico.

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Garachico es un pueblo tinerfeño con mucho encanto asomado al océano. Enfrente, una peña emerge para servir durante siglos como faro que testimoniaba la entrada al puerto en el que descansaban los galeones en sus viajes de ida y vuelta de Europa a América y viceversa. Rodeado de colinas de piedra, de ceniza y junto al volcán Trevejo (Arenas Negras) que un día cambió su fisonomía, descansa bajo la sombra imponente del Teide. Casonas de siglos pretéritos perfectamente conservadas. Bellísimos paisajes urbanos de plazas y coloridas fachadas, de palmeras y conventos, y un castillo-fortaleza defensivodesde el que se daba seguridad a los barcos anclados en la rada del puerto; dibuja paisajes que fueron copiados y reproducidos en tantas ciudades de América.

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