Nobook: gastrococtelería canalla en Barcelona
Apenas lleva un mes abierto y ya es el epicentro foodie del Eixample barcelonés. Estética carcelaria y comida callejera en Nobook, el nuevo proyecto de Iker Erauzkin. No admite reservas
No book. No phone. No problem. Imaginemos que entramos en un restaurante de estética callejera, cocineros y camareros enfundados en monos de color naranja -sí, como en una cárcel norteamericana- y cocina abierta. Donde no se ha podido hacer reserva por teléfono ni por email ni de ninguna manera. “No more drama” abre la carta. Así se presenta Nobook (Calle Provença, 310 bis), el nuevo proyecto del chef Iker Erauzkin en Barcelona, que se convierte en una propuesta undeground para sibaritas en busca de experiencias gastronómicas fuertes. 'Orange is the new black' se quedaría corto en este rincón casi clandestino, homenaje a la ‘street food’ de estética posindustrial, donde los sabores y olores internacionales se entremezclan con la buena música -en directo los fines de semana-, exposiciones fotográficas y ambiente cosmopolita.
“Después de proponer una cocina más íntima y exclusiva en nuestro restaurante UMA, donde tenemos varios meses de espera para reservas, queríamos ofrecer algo más desenfadado pero igual de rico. Un sitio al que ir de forma espontánea, donde no tuvieras que planear tu cena con meses de antelación. La idea es ‘me apetece algo rico, voy y lo pido’, en el momento, sin esperas ni reservas ni manteles. Nos gustaba el planteamiento del menú degustación y su contrapunto de comida casual y exótica que implique toda una experiencia”, explica Iker Erauzkin.
Las paredes y uniformes de color naranja, los zuecos rosas y el showcooking forman parte de esa experiencia, a la que se suma la inspiración asiática, latina y norteamericana de las recetas callejeras, que los cocineros-camareros sirven mano a mano frente a los comensales. Prisas, ajetreo, hielos en la coctelera, cazuelas humeantes y chefs-presos que van pintando en los platos como si de un lienzo se tratara. Carne de instagramers, foodies y hashtags, muchos.
Influencia internacional
Algunas de las delicatesen imprescindibles del Nobook son el Curanto Chilote -de pierna de cordero asada sobre calabaza, plátano y aliño de merkén; el Gua Bao Pekín -bollo al vapor de pato con aromas de cilantro, cebolla, hinojo y cacahuete-, la Burger Cangre -hamburguesa de cangrejo de concha blanca con anacardos y salsa cajún- o el Thai de Costa, pescado crujiente con tamarindo, coco, plátano y sésamo tostado.
“La cocina popular internacional es nuestra fuente de inspiración, porque en otros países lo mejor y más auténticos sale a la calle: las hamburguesas, los tacos, samosas, pescados fritos… Se considera un valor añadido a la ciudad. En España, el problema que tenemos es que somos unos zoquetes de la cocina callejera y las restricciones impiden que saquemos nuestras tortillas o croquetas o calamares. Poner una fila de food trucks en un recinto ferial no es hacer cocina callejera: no existe ese concepto aquí. Por eso a nosotros nos interesaba recuperar el valor de este tipo de cocina y llevarlo al máximo nivel”, afirma Erauzkin.
La carta del restaurante naranja consta de 15 platos con identidad propia acompañados de 15 cócteles. Superada la etapa de los vinos o cervezas artesanas -que escasean en el Nobook-, llega un nuevo maridaje: la gastrococtelería, que está revolucionando el panorama foodie anglosajón. “Queríamos reivindicar esa idea de combinar coctelería y gastronomía, sin esperar a un contexto nocturno para disfrutar de una copa. Aquí tenemos cócteles más cítricos, o ahumados o dulces, dependiendo del plato. Un daiquiri puede acompañar al salmón en tempura de alga nori con verduras crocantes, por ejemplo. O un margarita al ceviche de pescado salvaje, nieve de ají amarillo, capuchina, cilantro y aguacate. No servimos postres, así que proponemos también cócteles de texturas semisólidas para cerrar la experiencia, como puede ser la piña colada con nitro-palomitas de coco y almíbar de ron”, describe el chef vasco.
A esos 15 platos con sus 15 cócteles se suma un bonus track: el Abrakadabra. Es un plato propuesto por alguno de los integrantes del equipo, que después valoran Iker Erauzkin, el jefe de cocina Mariano Citterio y el maestro bartender Andreu Estringana, para darle forma y fondo e incluirlo en la carta durante una semana o 10 días. Como un truco de magia efímero, el Abrakadabra va cambiando y enriqueciéndose con propuestas como la “sobrasada Mi Brasa, con panal de miel del Pirineo, crema de idiazábal ahumado y burbujas de membrillo”. Si alguno de los platos 'efímeros' tiene gran éxito de público, siempre se puede debatir si mantenerlo de forma permanente en la carta, porque el objetivo es estimular la creatividad y la pasión de los cocineros-camareros que firman estos platos.
Entre los próximos retos de Erauzkin se encuentra conseguir que Noobok se asiente y dar el salto internacional a ciudades como Londres, Berlín o Nueva York, donde el público encaja con su rompedora propuesta. Una línea gastronómica que en apenas un mes ha conseguido convertirse en el epicentro foodie del Eixample barcelonés.
Nobook: Calle Provença, 310, bis. Barcelona. Precio medio: 40 euros.
Horario: De lunes a jueves, de 18h a 1am. Viernes y sábado, de 13.30 a 15.30 y de 19.00 a 2am. Domingos cerrado.
No acepta reservas.
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No book. No phone. No problem. Imaginemos que entramos en un restaurante de estética callejera, cocineros y camareros enfundados en monos de color naranja -sí, como en una cárcel norteamericana- y cocina abierta. Donde no se ha podido hacer reserva por teléfono ni por email ni de ninguna manera. “No more drama” abre la carta. Así se presenta Nobook (Calle Provença, 310 bis), el nuevo proyecto del chef Iker Erauzkin en Barcelona, que se convierte en una propuesta undeground para sibaritas en busca de experiencias gastronómicas fuertes. 'Orange is the new black' se quedaría corto en este rincón casi clandestino, homenaje a la ‘street food’ de estética posindustrial, donde los sabores y olores internacionales se entremezclan con la buena música -en directo los fines de semana-, exposiciones fotográficas y ambiente cosmopolita.