Los platos icónicos que marcaron cada década de la historia (con los que puedes impresionar a tus invitados)

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La historia de la gastronomía está íntimamente ligada a la evolución social, cultural y económica de las distintas épocas. A lo largo del siglo XX, cada década dejó su huella culinaria con platos que se convirtieron en símbolos de su tiempo. Desde la elegancia de las cenas formales de los años 50 hasta los extravagantes sabores de los años 80, las recetas retro evocan nostalgia y nos conectan con el pasado. A continuación, hacemos un viaje en el tiempo para explorar los platos más icónicos que definieron cada década y que, en muchos casos, siguen presentes en nuestras mesas.

En la posguerra, los años 50 estuvieron marcados por el auge de las cenas elegantes y las recetas que impresionaban a los invitados. El cóctel de gambas, servido en copas altas con una salsa rosa cremosa, fue un símbolo de lujo accesible. Por otro lado, el pastel de carne (meatloaf), una mezcla de carne molida con especias y glaseado con ketchup, representaba el espíritu práctico de la época, combinando sencillez con sabor.

La globalización comenzó a influir en los menús caseros durante los años 60. Platos inspirados en la cocina internacional, como el pollo a la king o el soufflé, se hicieron populares. Sin embargo, la verdadera estrella de la década fue la gelatina, que no solo servía como postre, sino que se incorporaba en ensaladas y entradas con presentaciones extravagantes. Los moldes de gelatina, coloridos y llenos de frutas o vegetales, adornaban las mesas familiares como una obra de arte comestible.

Los años 70 trajeron consigo un espíritu más relajado y social, reflejado en platos como la fondue, ideal para reuniones con amigos. Ya fuera de queso, chocolate o aceite para sumergir carne, la fondue convirtió la comida en una experiencia interactiva. Otro clásico de esta década fue el pollo Kiev, un rollo de pechuga de pollo relleno de mantequilla con ajo y hierbas, que se servía como un lujo asequible en cenas especiales.

En los años 80, la cocina se volvió más sofisticada y visual, reflejando el espíritu de opulencia de la época. El tiramisú, un postre italiano hecho con capas de bizcocho, café y mascarpone, conquistó los corazones de los amantes del dulce. Por otro lado, la quiche lorraine, una tarta salada de origen francés, se convirtió en un símbolo de elegancia en reuniones y almuerzos.

Con la llegada de los años 90, las cocinas del mundo se mezclaron como nunca antes. El sushi, aunque ya popular en Japón, ganó protagonismo en Occidente, convirtiéndose en una tendencia culinaria que representaba modernidad y salud. Además, los nachos con queso y guacamole reflejaban la creciente influencia de la comida Tex-Mex en la cultura popular.