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85 años de 'Lo que el viento se llevó': analizamos con expertos el vestido cortina y otros diseños de la película más famosa de la historia
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ANIVERSARIO

85 años de 'Lo que el viento se llevó': analizamos con expertos el vestido cortina y otros diseños de la película más famosa de la historia

El 15 de diciembre de 1939 se estrenaba en Atlanta la cinta más vista de todos los tiempos. El diseñador Nicolás Montenegro y la experta Esperanza Claver nos ayudan a desgranar los secretos de sus diseños

Foto: Vivien Leigh y Hattie McDaniel en 'Lo que el viento se llevó'. (Warner)
Vivien Leigh y Hattie McDaniel en 'Lo que el viento se llevó'. (Warner)

"Privada durante algún tiempo de vestidos bonitos, le parecía la cofia más bonita que jamás hubiese visto. Era de tafetán verde oscuro, forrado de fina seda verdosa. Las cintas que se anudaban bajo la barbilla también eran de color verde claro. En el ala había un copete de plumas de avestruz. 'Pruébesela", sonrió Rhett. Ella corrió hacia el espejo y se puso la cofia, metiéndose los cabellos bajo el ala para lucir los pendientes, y se anudó las cintas bajo la barbilla". Este fragmento de 'Lo que el viento se llevó', la novela de Margaret Mitchell que ganó el Premio Pullitzer en 1937 y se convirtió en uno de los grandes best seller del siglo XX, demuestra hasta qué punto los vestidos de la protagonista, Escarlata O'Hara, eran fundamentales para la historia. También para la adaptación al cine que llevó a cabo el productor David O.Selznick. La película más popular (en número de entradas vendidas sigue siendo la más vista de la historia, con una recaudación que en dinero actual sería de 3,44 billones de dólares) de todos los tiempos cumple este domingo 85 años.

placeholder Vivien Leigh y su vestido cortina cuando va a visitar a Clark Gable en 'Lo que el viento se llevó'. (Warner)
Vivien Leigh y su vestido cortina cuando va a visitar a Clark Gable en 'Lo que el viento se llevó'. (Warner)

Un 15 de diciembre de 1939, la ciudad de Atlanta se engalanó para el estreno de una cinta épica y gigantesca. O, como dicen los americanos, 'bigger than life'. Tras años de noticias y rumores, llegaba a las salas la superproducción que mejor representa la época dorada de Hollywood, un cine artificioso y melodramático que seguramente nunca volverá. Las historias de sus protagonistas, Vivien Leigh (elegida entre cientos de actrices para encarnar a la egoísta heroína ideada por Mitchell) y Clark Gable, están suficientemente documentadas a estas alturas. No tanto el vestuario, la vertiente que 'Vanitatis' ha elegido para celebrar uno de los iconos del siglo pasado pese a que en el nuestro sea un modelo de lo políticamente incorrecto.

placeholder Vivien Leigh y Clark Gable en 'Lo que el viento se llevó'. (Warner)
Vivien Leigh y Clark Gable en 'Lo que el viento se llevó'. (Warner)

Para empezar, habría que recordar que Walter Plunkett fue el afortunado diseñador de vestuario de una película que costó una verdadera fortuna (unos 4 millones de dólares de la época) y que requería un cuidadoso estudio del tipo de trajes de la época de la Guerra Civil americana. También un análisis pormenorizado de la personalidad de esa Escarlata (o Scarlett, si nos ceñimos a la versión original y anglosajona) cuyo arco dramático está claro: de ser la niña caprichosa del inicio de la película pasa a representar a la treintañera desencantada que comprende que muchos de esos caprichos no eran más que falsas ilusiones. "Y pensar que he amado algo que ni siquiera existe", comenta al final de la película, cuando se da cuenta de que su querencia por Ashley Wilkes, el hombre que siempre la rechazó, no era tan real como la que acaba sintiendo por su tercer marido, ese galante y canalla hombre de Charleston llamado Rhett Butler.

Plunkett se adaptó perfectamente a Leigh y al propio personaje. Citando a Esperanza Claver en el libro de Notorious que celebró el 80 aniversario de 'Lo que el viento se llevó' "cuando (Plunkett) comienza a diseñar aún no sabía quién sería la actriz protagonista. De hecho, la propia Vivien Leigh no tuvo noticias de George Cukor hasta el día de Navidad de 1938. La colaboración entre el jefe de vestuario y la actriz protagonista para retratar a su personaje y saltar la pantalla era muy importante en Hollywood". En total, se diseñaron unos 5.500 modelos para los más de 50 personajes. Una auténtica hazaña digna de la película que marcó un antes y un después no solo a nivel artístico, sino también industrial.

placeholder El vestido blanco de Escarlata con el que abre la película. (Warner)
El vestido blanco de Escarlata con el que abre la película. (Warner)

Centrándonos en aquella 'señorita Escarlata' que tanto juego dio a fans o parodiadores, el vestido que más divierte al diseñador Nicolás Montenegro es el que luce al inicio del film, cuando no es más que una adolescente a la que no le interesa nada que conquetear; que odia que los gemelos Tarleton le hablen de guerra. "Los rumores de guerra nos aguan las fiestas esta primavera", asegura en el porche de Tara, la mítica hacienda de su familia. La secuencia, por cierto, se había rodado al inicio del plan de rodaje, en enero del 39, pero a Selznick, productor con más mando que cualquiera de sus directores, no le gustaba. Hubo que repetirla al final de ese rodaje, ya en el mes de junio, con otro vestido y con una Vivien Leigh que ya estaba exhausta tras cientos de horas de filmación.

"Es angelical y seguro que se debieron gastar muchos metros de tela. Posee un encaje chantillí y vemos toda la volumetría reforzada por las crinolinas (me atrevería a decir que todos los vestidos tienen mucha crinolina metida). El cuerpo es bastante curioso, porque tiene ese trabajo a modo de tweed sin ser un tweed. Está rematado con una cintura de terciopelo", nos cuenta Montenegro.

Avanzando unas secuencias más, llegamos al vestido más célebre de la cinta, el que una Escarlata ya empobrecida por esa guerra que en sus inicios no le interesaba se confecciona usando las cortinas de su madre. Todo un ejemplo de supervivencia y de pragmatismo. "Es un dos piezas realizado con terciopelo de algodón. Me atrevería a decir que es terciopelo alemán, que es el de calidad más alta. Esas tonalidades verdes se suelen asociar al deseo. Lo complementa con un gorro militar que recuerda a los de la Primera Guerra Mundial y unos borlones de las cortinas, que en este caso son de seda, a diferencia del terciopelo del algodón", nos cuenta Montenegro.

placeholder Escarlata O'Hara y su icónico 'vestido cortina'. (Warner)
Escarlata O'Hara y su icónico 'vestido cortina'. (Warner)

"El diseñador optó por modernizar y quitar peso al vestuario histórico - flores, encajes, cintas y volantes - sin que perdiera su romanticismo. Como si se tratara de piezas de Museo, muchas de ellas tenían su propio significado, siendo el “Vestido Cortina” el más recordado como un símbolo de la voluntad de Scarlett de cumplir su promesa de no volver a pasar hambre", asegura Esperanza Claver en el libro sobre 'Lo que el viento se llevó'.

placeholder Escarlata O'Hara en su boda con Charles Hamilton. (Warner)
Escarlata O'Hara en su boda con Charles Hamilton. (Warner)

Retrocedamos ahora varias secuencias. Otro vestido significativo es el de la única de las tres bodas de Escarlata que aparecen en la película: la de su primer matrimonio con el hermano de Melania, Charles Hamilton. Rechazada por Ashley, la manipuladora y egoísta Escarlata elige al ramplón Carlos (en el doblaje español) para andar hacia el altar y dar celos al hombre que ama. "Es un vestido realizado en tafetán de seda y adornado en los filos de las estructuras con un hilo metálico, con mangas abullonadas y complementado con guantes altos y un cuerpo encorsetado" nos describe Nicolás Montenegro.

¿Y qué influencia pudo tener un vestido de novias del siglo XIX en las mujeres que vieron la película a finales de los años 30 o principios de los 40, cuando empezó a estrenarse de forma escalada a lo largo y ancho del mundo? Volvemos a recurrir a Claver: "La revista 'Vogue' consideró que Scarlett O'Hara fue el motivo principal por el que las novias decidieron volver a utilizar las crinolinas. Ahora eran los diseñadores de vestuario de Hollywood, y no las Casas de Alta Costura de París, quienes indicaban a las mujeres norteamericanas qué ponerse".

placeholder El vestido sexy de Escarlata en la fiesta de cumpleaños de Ashley. (Warner)
El vestido sexy de Escarlata en la fiesta de cumpleaños de Ashley. (Warner)

Otro vestido significativo es el que la protagonista lleva a la fiesta de cumpleaños de Ashley, un modelo sexy y desafiante con el que, como ya ha hecho en otras ocasiones, Escarlata escandaliza a la sociedad de Atlanta. El modelo en cuestión tiene su propia historia: una vez que George Cukor fue despedido del rodaje (se sigue diciendo que por influencia del propio Gable), tomó las riendas un director masculino y absorbente como Victor Fleming, que se empeñó en resaltar las cualidades de arpía de Escarlata pese a que Vivien Leigh no estaba nada de acuerdo con la decisión. El resultado fue esa secuencia en la que la estrella luce un escote prominente y muestra esa ceja hacia arriba que forma parte de la isiosincrasia del personaje y del alma de la propia película.

"En algunos de estos diseños, Plunkett combina el glamour elegante de Hollywood con elementos históricos, como el vestido de terciopelo de seda en color burdeos y bordado en oro que simboliza la posición social que Scarlett logró como esposa de Rhett Butler o la bata de terciopelo verde que se pone después de dar a luz", señalaba Claver, que también es consciente de cuál fue el vestuario que llevó la voz cantante en una historia que, al fin y al cabo, habla de supervivencia femenina. "En ‘Lo que el viento se llevó’ el verdadero protagonismo lo tiene el vestuario femenino, como era el deseo de Margaret Mitchell. No sólo los diseños que cautivaron al público salieron de la pantalla, sino el tono de fortaleza y progresista de la mujer. Una actitud que, por fortuna, no se llevó el viento..."

placeholder Una de las publicaciones que analizaron, en su momento, el vestuario de 'Lo que el viento se llevó'. (Victoria Haddock (Royal Albert Memorial Museum)
Una de las publicaciones que analizaron, en su momento, el vestuario de 'Lo que el viento se llevó'. (Victoria Haddock (Royal Albert Memorial Museum)

Que una película ambientada en el siglo XIX tuviese tanta influencia en la moda de los años 30 y 40 da una idea del fenómeno que fue 'Lo que el viento se llevó'. En agosto de 2017, el icónico cine Orpheum, de Memphis, decidió retirar las reposiciones de la cinta de su programación veraniega. A través de Facebook, los asistentes a la primera proyección se quejaron del retrato que 'Lo que el viento se llevó' ofrece de la gente de color y de la perspectiva sudista de la guerra civil americana. Durante décadas y décadas, la película ha sido considerada el sumun de Hollywood; el cine entendido como arte colectivo, un espectáculo histórico con personajes de altura. 85 años después, solo la corrección política puede hacer que se la lleve el viento.

"Privada durante algún tiempo de vestidos bonitos, le parecía la cofia más bonita que jamás hubiese visto. Era de tafetán verde oscuro, forrado de fina seda verdosa. Las cintas que se anudaban bajo la barbilla también eran de color verde claro. En el ala había un copete de plumas de avestruz. 'Pruébesela", sonrió Rhett. Ella corrió hacia el espejo y se puso la cofia, metiéndose los cabellos bajo el ala para lucir los pendientes, y se anudó las cintas bajo la barbilla". Este fragmento de 'Lo que el viento se llevó', la novela de Margaret Mitchell que ganó el Premio Pullitzer en 1937 y se convirtió en uno de los grandes best seller del siglo XX, demuestra hasta qué punto los vestidos de la protagonista, Escarlata O'Hara, eran fundamentales para la historia. También para la adaptación al cine que llevó a cabo el productor David O.Selznick. La película más popular (en número de entradas vendidas sigue siendo la más vista de la historia, con una recaudación que en dinero actual sería de 3,44 billones de dólares) de todos los tiempos cumple este domingo 85 años.

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