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Un recorrido histórico por la Barcelona de Carlos Ruiz Zafón

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Una ciudad mágica
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Una ciudad mágica

Rebosante de intriga y emoción. Así regresa Carlos Ruiz Zafón al panorama literario con El Prisionero del Cielo (Planeta, 2011), una novela donde los hilos de La Sombra del Viento y El Juego del Ángel convergen a través del embrujo de la literatura y nos conducen hacia el enigma que se oculta en el corazón del Cementerio de los Libros Olvidados. Para adentrarnos de lleno en la misteriosa atmósfera propuesta por el autor, realizamos un recorrido por la Barcelona de mediados del siglo XX a través de descripciones procedentes de esta nueva y esperadísima novela, así como de la Guía de la Barcelona de Carlos Ruiz Zafón, de Sergi Doria. - L.S. Lara "Siempre he sabido que algún día volvería a estas calles para contar la historia del hombre que perdió el alma y el nombre entre las sombras de aquella Barcelona sumergida en el turbio sueño de un tiempo de cenizas y silencio." (El Prisionero del Cielo)Imagen: Paseo del Born con la iglesia de Santa María del Mar al fondo. © Arxiu Fotogràfic de Barcelona.
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"En su celo prematrimonial, había llegado al extremo de hacer amistad con el nuevo párroco de la iglesia de Santa Ana, don Jacobo, un sacerdote burgalés de ideario relajado y maneras de boxeador retirado al que había contagiado su desmedida afición por el dominó. Fermín se batía con él en timbas históricas en el bar Almirall los domingos después de misa, y el sacerdote reía de buena gana cuando mi amigo le preguntaba, entre copa y copa de aromas de Montserrat, si sabía a ciencia cierta si las monjas tenían muslos." (El Prisionero del Cielo) Imagen: Quiosco de bebidas en la Gran Vía con Villarroel. © Arxiu Fotogràfic de Barcelona. Autor: Frances Estorch, Joan.
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"Detecté su silueta rebujada frente al escaparate de la joyería Bagués. Me adelanté con disimulo hasta una de las casetas de escribientes que flanqueaban la entrada al palacio de la Virreina y lo observé con detenimiento. Los ojos le brillaban como rubíes y el espectáculo de oro y gemas preciosas tras el cristal a prueba de balas parecía haberle despertado una lujuria que ni una hilera de coristas de La Criolla ensus años de gloria hubiera podido arrancarle." (El Prisionero del Cielo)Imagen: Barcelona. Les Rambles. Joyeria Bagués, antigua El Regulador. © Fundació Institut Amatller d’Art Hispànic. Arxiu Mas.
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"Prosiguió su periplo hasta la entrada de la calle Hospital donde, por azares de la irrepetible geometría de Barcelona, convergían uno de los grandes teatros de la ópera de la vieja Europa y uno de los putiferios mástronados y revenidos del hemisferio norte." (El Prisionero del Cielo)Imagen: Gran Teatro del Liceo. © Arxiu Fotogràfic de Barcelona.
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"Tardé un cuarto de hora en llegar al hotel Ritz. Aunque no debía de haber más de diez grados de temperatura, estaba sudando y me faltaba el aliento. El portero me dirigió una mirada subrepticia, pero me abrió la puerta afectando una pequeña reverencia. El vestíbulo, con su aire de escenario de intriga de espionaje y gran romance, me resultaba desconcertante. Mi escasa experiencia en hoteles de lujo no me había preparado para dilucidar qué era qué." (El Prisionero del Cielo)Imagen: Barcelona. Hotel Ritz. Obra de Eduard Ferres (1872-1928). © Fundació Institut Amatller d’Art Hispànic. Arxiu Mas.
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"El alba despuntaba cuando llegó al laberinto infinito de chabolas que cubrían la playa del Somorrostro. La bruma del alba reptaba desde el mar y serpenteaba entre los tejados. Fermín se adentró en las callejuelas ytúneles de la ciudad de los pobres hasta caer entre dos pilas de escombros. Allí lo encontraron dos niños harapientos que arrastraban unas cajas de madera y que se detuvieron a contemplar aquella silueta esquelética que parecía sangrar por todos los poros de su piel." (El Prisionero del Cielo)Imagen: Barcelona. Montjuïc ('montaña pelada'). Barracas. Una comunión. © Fundació Institut Amatller d’Art Hispànic. Arxiu Mas.
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"El primer sol del día resbalaba como cobre líquido por las cornisas de la rambla de Santa Mónica. Era mañana de domingo y las calles estaban desiertas y en silencio. Al enfilar el angosto callejón del Arco del Teatroel haz de luz pavorosa que penetraba desde las Ramblas se fue extinguiendo a nuestro paso y, para cuando llegamos al gran portón de madera, nos habíamos sumergido en una ciudad de sombras." (El Prisionero del Cielo)Imagen: Barcelona. Les Rambles. © Fundació Institut Amatller d’Art Hispànic. Arxiu Mas.
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"Nos plantamos allí con las piernas colgando del muelle a compartir la botella que nos habían regalado en El Xampanyet. Entre trago y trago, contemplamos la ciudad en silencio, siguiendo el vuelo de una bandada de gaviotas sobre la cúpula de la iglesia de la Mercé trazando un arco entre las torres del edificio de Correos. A lo lejos, en lo alto de la montaña de Montjuic, el castillo se alzaba oscuro como un ave espectral,escrutando la ciudad a sus pies, expectante." (El Prisionero del Cielo)Imagen: Vista del puerto de Barcelona y del muelle de las golondrinas.© Fundació Institut Amatller d’Art Hispànic. Arxiu Mas.
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"Mi recuerdo del Raval es de infancia, el de una aldea huérfana y desheredada dentro del turbio abrazo de la ciudad madre, un laberinto de callejones oscuros, húmedos, poblados de ruido, de secretos, de vidacontra las cuerdas y de las costuras reventadas de aquello que los maestros de antes llamaban urbanidad. Dicen que, cuando la memoria de Barcelona se sintió acorralada por el pistolerismo de la modernidady sus inevitables franquicias, quiso refugiarse en los viejos rincones del Raval, pero para cuando llamó a sus puertas ya era tarde y nadie le abrió porque no la reconocían." (Guía de la Barcelona de Carlos Ruiz Zafón)Imagen: F. Català-Roca. Calle Arco del Teatro, Barcelona, c. 1955.Fons F. Català-Roca - Arxiu Fotogràfic de l’Arxiu Històric del Collegid’Arquitectes de Catalunya.
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"La Rambla fue, que ya no es, la puerta de entrada a aquella vieja Barcelona que al menos hasta hace unos treinta años se resistía a cambiar, para bien o para mal. Hoy en día poco queda de ella, más que sus piedras y sus fachadas, que paradójicamente no han cambiado tanto como otros lugares de la ciudad. Su espíritu, sin embargo, parece haber hecho lo que tantos barceloneses, ceder esa vía a los turistas y aquienes la pisan buscando algo que dicen que vivió y paseó por allí. Contemplarla hoy hace que uno se pregunte si las calles y las avenidas no serán un poco como los ríos o como la riera que originalmente corría por donde yace hoy la Rambla. Tal vez su esencia no resida en el cauce, sino en el caudal que fluye por ellos y se pierde irremediablemente." (Guía de la Barcelona de Carlos Ruiz Zafón)Imagen: Fuente de Canaletas. Image - Index Fototeca.
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"Muchos años antes de que nadie emplease la expresión «parquetemático» en relación con la ciudad, Barcelona inventó de las cenizas de su pasado y de las esperanzas de un presente con puntos suspensivos un distrito medieval que tenía tanto de memoria como de fantasía. Ni las hordas de ávidos visitantes que lo patrullan hoy en día, ni los músicos ambulantes o las boutiques de última hora han conseguido anularsu embrujo. Aún hoy es posible perderse en sus calles y dejarse llevar por ese vicio del creer. De murallas romanas a palacios medievales, pasando por puentes de cartón piedra y catedrales que desplazan los últimos remiendos del gótico al romanticismo del siglo XIX, el Barrio Gótico es un acto de prestidigitación tan soberbio que incluso ha conseguido seducir a los lugareños y persuadirlos de que en el difícil artedel urbanismo, como en el amor y en la guerra, casi todo está permitido." (Guía de la Barcelona de Carlos Ruiz Zafón)Imagen: La gótica calle del Bisbe. © Fundació Institut Amatller d’Art Hispànic. Arxiu Mas.
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