Siempre discretos y alérgicos a los medios de comunicación, Pep Guardiola y Cristina Serra daban este jueves la sorpresa. A las 9:30 de la mañana, la pareja contraía matrimonio civil en el Ayuntamiento de Matadepera, en Barcelona, en las más estricta intimidad y acompañados de sus padres y sus tres hijos, María, que nació en 2011, Màrius, en 2003 y Valeria, en 2008.
Juntos desde hace más de 20 años, Guardiola y Cristina Serra, son dos piezas que encajan a la perfección tal y como confesó a Vanitatis su entorno más cercano hace ya un tiempo. “Nunca se dirige a Cristina como ‘mi mujer’, sino que prefiere referirse a ella como ‘compañera’”.
Con una relación ya consolidada después de conocerse en la tienda de ropa que poseen los padres de ella en Barcelona, Cristina es una pieza fundamental en su trabajo. “Mi mujer es más complicada que Robben (uno de sus jugadores)”, aseguró el entrenador en su última entrevista el pasado mes de marzo. “A veces se queja de mis decisiones tácticas y me dice que repita el equipo que ha ganado el último partido”, añade. “Es más difícil explicarle mi sistema de rotación que decirle a Robben ‘hoy serás suplente’”.
A pesar de que su fijación por preservar su intimidad ha hecho que mantenga una relación desigual con la prensa, lo cierto es que en esta ocasión Pep muestra su lado más familiar. Si bien para él es muy importante hablar de fútbol en casa, asegura que “separar trabajo y familia de forma estricta es imposible y quien diga eso no tiene credibilidad”, y que todas las decisiones que se toman en la familia son tomadas de mutuo acuerdo. “Mi mujer y yo decidimos juntos. En casa no soy ni técnico ni mánager. La armonía es muy importante”, confiesa.