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Bibiana Fernández, abducida en un polígono
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Bibiana Fernández, abducida en un polígono

Si el cumpleaños de Bibiana Fernández fue de película, los previos al festejo no lo fueron menos y darían para ilustrar cualquier guión futuro de Almodóvar.

Foto: Bibiana Fernández, abducida en un polígono
Bibiana Fernández, abducida en un polígono

Si el cumpleaños de Bibiana Fernández fue de película, los previos al festejo no lo fueron menos y darían para ilustrar cualquier guión futuro de Almodóvar. La multidisciplinar Bibi, que lo mismo presenta una gala que diserta (y muy bien por cierto) de fútbol, que cose un bajo o prepara una tarta, quería celebrar sus cinco décadas y un lustro por todo lo alto. Y lo que no pretendía era una reunión al uso con los invitados vestidos de punta en blanco o, en su defecto, en vaqueros. Deseaba que fuera inolvidable para todos.  

“Estuve dándoles vueltas al coco y como ya no tengo edad de un pijama party pensé en que sería entretenido hacer la fiesta de disfraces. Algo divertido y sofisticado y también cómodo y con pocas complicaciones para el que no tuviera tiempo. Por experiencia se que es un horror colocarte un traje de época porque dos horas más tarde te acuerdas de la madre de quien te ha convocado”, dice. Después de darle muchas vueltas y consultarlo con algunos amigos pensó que lo mejor era la temática china, “que sirve para todos y además, si ese día estás hinchada, te pones un kimono flojito y tan ricamente”.

El abanico para encontrar el figurín adecuado era amplio y largo para que no hubiera problemas. “Lo mismo lo podías sacar del El expreso de Sanghay, Indochina o la estética los sicarios del Doctor No. Lo que no quería era que la gente que no tiene tiempo se complicara la vida, que para eso ya me la complicaba yo”, reconoce. Y así fue. La actriz eligió el mismo restaurante oriental -Thai Garden-, donde celebró su boda con Asdrúbal. Aunque el local tiene una estética muy cuidada y una decoración espectacular con cascadas, nenúfares y orquídeas multicolores, la anfitriona quería dar su toque personal y especial. 

Empezó su viaje iniciatico en las comercios chinos del barrio de La Latina, el paraíso del “todo a un euro” en busca de objetos decorativos para su fiesta. Como no encontraba lo que buscaba se fue hasta otro barrio, pero tampoco. Entonces alguien le habló de un megapolígono en los alrededores de Madrid, donde compran directamente los chinos. Bibiana tenía poca información de Cobo Calleja, que así se llama el lugar, y mucho menos la amiga que le acompañaba. “Éramos como Thelma y Louis perdidas en un lugar donde todos los que veíamos eran chinos y la mayoría no nos entendían o nos querían entender. Yo les explicaba que quería farolitos, sombrillas, paypays y cosas así para decorar un local porque quería festejar mi cumpleaños. Y me miraban raro”, dice. Por fin pudo adquirir la decoración y la jornada de shopping le salió redonda.  

 

 

 

 

 

 

 

 

Si el cumpleaños de Bibiana Fernández fue de película, los previos al festejo no lo fueron menos y darían para ilustrar cualquier guión futuro de Almodóvar. La multidisciplinar Bibi, que lo mismo presenta una gala que diserta (y muy bien por cierto) de fútbol, que cose un bajo o prepara una tarta, quería celebrar sus cinco décadas y un lustro por todo lo alto. Y lo que no pretendía era una reunión al uso con los invitados vestidos de punta en blanco o, en su defecto, en vaqueros. Deseaba que fuera inolvidable para todos.