Felipe González y Kike Sarasola, confidencias a mediodía en el local preferido de Zapatero

Hace unos días Felipe González se reunió a mediodía con Kike Sarasola en el restaurante niMÚ, uno de los locales preferidos del expresidente en el barrio de Salamanca. Además de pillarle cerca de su casa y despacho, tiene menús que no superan los 30 euros (sin vino). Unos días antes acudía el otro expresidente del Gobierno socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, que sin saberlo coincidió con un grupo de mujeres periodistas que celebraban el cumpleaños de una de ellas. Ambos dirigentes eligieron parecidos platos.

Felipe González y Kike Sarasola charlaron de sus cosas, además de la actualidad política y económica. Sarasola pasó como el resto de españoles su bache empresarialpero como otros emprendedores en su misma situación organizó un plan de viabilidad con negocios alternativos aunquesiempre relacionados con el mundo de la hostelería.Ambos tienen bastante en común. Entre otras cosas, la nacionalidad colombiana. González adquirió la ciudadanía en diciembre de 2014 de manos del presidente Santos, y Kike Sarasola siempre ha tenido la doble nacionalidad por su madre, Cecilia Maruenda, perteneciente a una de las familias más ricas del país; de hecho, son varios los negocios que tiene en el país iberoamericano.

Pero Colombia no es el nexo de unión entre el expresidente y el empresario. La relación entre González y Sarasola se encuadra en la gran amistad que unía a Felipe con el padre del exjinete olímpico, Enrique Sarasola Lerchundi, que falleció en noviembre del 2002. Ambos eran íntimos amigos desde siempre. Una amistad que comenzó en la época en la que el González todavía no había llegado a la presidencia del Gobierno ni tenía la repercusión internacional que alcanzaría años después. Ambos compartían, además de ideología, vida personal y social. Tanto es así que cuando en alguna ocasión preguntaron a Felipe por él llegó a declarar: “Sarasola pagó demasiado precio por ser mi amigo. Le perjudicó nuestra amistad”.

Almuerzos familiares en la finca de El Espinar (Segovia) que se convirtieron en reuniones en La Bodeguilla del palacio de La Moncloa una vez que González ganó las elecciones generales. En ese lugar de esparcimiento del matrimonio González, el empresario vasco solía amenizar las veladas cantando rancheras y boleros. Entonces,los hijos no tenían relación porque la diferencia la marcaba la edad. En aquella época,los niños Sarasola casi duplicaban la edad a Pablo y David González Romero, los mayores. María, la pequeña, tenía 4 años cuando su padre llegó a La Moncloa.

La famosa chaqueta de pana

Incluso existe una leyenda urbana sobre esta amistad que tiene que ver con la famosa chaqueta de pana que Felipe González utilizaba en sus mítines. Felipe González se la regaló a Sarasolapadrey este la guardaba como testimonio de una época. Cuentan que en una ocasión los hermanos Sarasola, jóvenes y alocados veinteañeros, organizaron una fiesta en casa en ausencia de los padres. Y aquí es donde empieza la leyenda urbana (o realidad). Alguien que conocía la existencia de la historia buscó la chaqueta y se la puso. Cuentan que se armó la marimorena cuando el padre se enteró de lo que había sucedido con la 'reliquia'.

Ahora Kike y el amigo de su padre mantienen la relación y la conexión familiar. Pero el empresario no es el único al que el político arropa. Gonzalo Miró, hijo de la que fuera su gran amiga, la periodista Pilar Miró, es otro 'segunda generación'con el que mantiene una relación continuada y fluida. Suelen almorzar a menudo para recibir consejos e intercambiar puntos de vista de cómo ve la vida un joven como Gonzalo.