Eva Iglesias, la encargada de montar la boda de José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo: "No eran conscientes de la que se iba a liar en la iglesia aquel día"

Es 6 de abril de 2014. Horas antes de la llegada del novio, un pletórico José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, por las inmediaciones de Parroquia de San Francisco de Borja, ubicada en el barrio de Salamanca de la capital, se despliega el equipo de Bodas Colorín. Orquestados y perfectamente sincronizados por Eva Iglesias, la empresaria y wedding planner encargada de montar esa boda y otras muchas de la jet set de nuestro país, está a punto de arrancar el gran enlace del político y de Teresa Urquijo, una joven abogada nieta de Teresa de Borbón-Dos Sicilias.

Unos 400 invitados están convocados. Miembros de la familia real española, como los reyes eméritos Juan Carlos y Sofía; aristócratas de la talla de los duques de Huéscar, Sofía Palazuelo y Fernando Fitz-James; representantes del mundo de la política como Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo con su mujer, Eva Cárdenas, y más rostros conocidos. Todos esperan dentro del templo la llegada de la novia. Todos menos Eva Iglesias y parte de su equipo.

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Cuando se cumple el primer aniversario de la boda entre el alcalde de Madrid y Teresa Urquijo, y justo, cuando el matrimonio está a punto de convertirse en padres por primera vez, Vanitatis habla con la wedding planner detrás de aquel 6 de abril de 2024, la encargada de que su enlace fuera un éxito.

"Fueron meses de mucho trabajo y en parte, lo que pasó ese día, fue fruto de la suerte, mucha suerte. Tenía pesadillas con que algo pudiera salir mal, algo que yo no pudiese controlar, como que la puerta de la iglesia se enganchase y no se abriese, pero la verdad es que todo salió mejor de lo esperado. Aunque parezca difícil de creer, la de Teresa y José Luis fue una boda muy normal", comienza el relato de Eva echando la mirada atrás.

Pero antes de revivir ese día, retrocedemos algo más en el tiempo para descubrir como la pareja de novios más mediática de la temporada pasada llegó a la oficina que la wedding planner (y fundadora de la escuela The Wedding College) tiene ubicada en la calle General Díaz Porlier, 67, cuartel general de Bodas Colorín y punto de encuentro de los novios de la jet set madrileña.

"Ya había montado las bodas de otras amigas de Teresa, entre ellas, la de Luisa Bergel y Cristian Flórez. Ella había venido de invitada a varios enlaces de Bodas Colorín y en este sector, como en otros, funciona el boca a boca. Así que llamó a mi puerta como una novia más", cuenta. Una boda que llegó a manos de Eva por sorpresa cinco meses antes del día marcado y que, confiesa, "me hizo muchísima ilusión".

Desde un primer momento, tal y como ponen en práctica con otras bodas mediáticas, la discreción marcó el trabajo de Iglesias y su equipo. "Tuvimos claro que nuestro perfil tenía que ser bajo", apunta. Y más si tenemos en cuenta que pensando en el novio, en su cargo público y en su carrera política, esperaban otro tipo de protocolos. Pero no, Almeida hizo de novio y Urquijo de novia. Tal fue el secretismo que, en algún que otro corrillo de prensa, el político del Partido Popular llegó a confesar que se enteraba de las noticias y los avances sobre su enlace, gracias a este medio, a Vanitatis.

Como decimos, Eva Iglesias, tenía en mente una logística diferente. "Al ser el alcalde de Madrid, pensé que iba a ser un proceso más complicado, pero la realidad no fue así. Almeida dejó su perfil profesional para meterse en el papel del novio, separó el trabajo de su boda y dejó que, como siempre, fuese Teresa la que llevara la voz cantante. La boda fue de ella, como todas las novias".

Dividida en dos actos, primero, ceremonia religiosa en la Parroquia de San Francisco de Borja, y después, celebración en la finca El Canto de la Cruz, ubicada en Colmenar Viejo y pertenece a los abuelos maternos de la novia, "jugaban en casa, literalmente, y eso se notó en la organización de su boda, sabían que querían y que no". Más allá de los festejos en la finca familiar, la abogada y futura madre primeriza centró toda su atención en la ceremonia. "Ella lo que quería era casarse y hacerlo por la iglesia, por lo que le dio mucha importancia a la ceremonia religiosa. Elegir las canciones, las lecturas... Todo lo que tuviera que ver con el acto religioso. Para el resto, cosas buenas, pero sencillas, no querían estridencias".

Dos semanas antes del 6 de abril de 2024, Eva y sus Bodas Colorín desembarcaron en la finca. "Para el montaje en sí, invertimos algo más de dos semanas. Todo fue bien, sin sobresaltos".

Lo que más quebraderos de cabeza le trajo fue coordinar a la prensa, a los medios de comunicación que querían cubrir el enlace ese día en directo, y levantar todo el cordón de seguridad en el centro del barrio de Salamanca, el más exclusivo y lujoso de Madrid. "Nunca me había enfrentado a algo así y empecé a tirar de amigos, a preguntar a amigos periodistas sobre cómo hacerlo. La verdad es que en ningún momento ni José Luis Martínez-Almeida ni Teresa Urquijo eran consientes de la que se iba a liar en la iglesia aquel día. Una semana antes nos sentamos con ellos y les dijimos que solo por el número de llamadas que estábamos recibiendo, allí iban a congregarse muchos medios de comunicación. Ellos seguían sin creerlo, tampoco lo querían claro, pero iba a pasar. Recuerdo que a medida que avanzaba la semana íbamos añadiéndole peldaños a la grada de prensa".

La boda estaba muy cerrada y ese día, Eva llegó a la iglesia con la tranquilidad de que el trabajo ya estaba hecho. Como anécdotas, la wedding planner y empresaria, nos revela dos. "Ya en la finca, en la zona del parking, se rompió una tubería y tuvimos que desviar a los invitados a otro lugar. Y por la noche, en mitad del baile, se escaparon los perros. Al final, estaban en casa de los abuelos de Teresa y eso podía ocurrir. Mientras yo salí corriendo a por los perros, ellos me dijeron que no pasaba nada, que se podían quedar correteando por el salón".

Todo salió bien. Los novios felices y la wedding planner, satisfecha por el trabajo bien hecho. "Una de las cosas que más me gusta de mi trabajo es conocer y tratar con gente a la que admiras profesionalmente y que, después de tanto tiempo, acabas cogiendo cariño. Son meses de trabajo y se crean vínculos muy especiales. Y lo mejor de todo, es que ellos acaban reconociendo tu trabajo también. Pasarán los años, diez, veinte, y nadie se acordará, pero a mí me hará ilusión decir que yo hice la boda del alcalde de Madrid", sentencia.