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¿Cómo funciona nuestro cerebro? Alberto Soler lo explica para aprender a entender nuestras reacciones
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¿Cómo funciona nuestro cerebro? Alberto Soler lo explica para aprender a entender nuestras reacciones

Descubre de la mano del experto el funcionamiento de nuestro centro neurálgico, cómo se gesta una rabieta y cómo debemos reaccionar a ella

Foto: Descubre cómo funciona el cerebro humano. (Pexels)
Descubre cómo funciona el cerebro humano. (Pexels)
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A pesar del avance de la neurociencia el funcionamiento del cerebro sigue siendo en muchos aspectos un misterio todavía para la comunidad científica (y, más aún, para los ciudadanos de a pie), si que se sabe en qué parte del cerebro se gestan muchas de nuestras reacciones, y qué parte es la predominante, o la que toma el mando, en determinadas situaciones.

El conocido psicólogo Alberto Soler, experto, entre otras disciplinas, en neurociencia, explica en un post de Instagram, de una forma muy sencilla y fácil de entender, cuáles son y cómo funcionan las principales partes de nuestro cerebro utilizando una mano.

placeholder La neurociencia estudia el funcionamiento del sistema nervioso. (Unsplash/John Riemer)
La neurociencia estudia el funcionamiento del sistema nervioso. (Unsplash/John Riemer)

Las partes más antiguas y más primitivas del cerebro estarían en el centro, en la parte más inferior, y las más modernas y más evolucionadas estarían en la parte de arriba”, comienza el psicólogo. “Podemos explicar y entender mejor todo esto utilizando nuestra propia mano: nuestro brazo representaría la médula espinal, y la continuación, nuestra muñeca, vendría a ser el tallo encefálico, que es el encargado de la supervivencia, lo que se conoce como cerebro reptiliano, porque lo compartimos con muchas otras especies. El tallo regula funciones básicas como la respiración, el metabolismo o los reflejos”, continúa.

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Pero la cosa no acaba ahí. Mucho después aparece, con los mamíferos, el sistema límbico, que, como explica Soler, “es nuestro centro emocional, de aprendizaje y de memoria, y que representaríamos con nuestro dedo pulgar. Y unos millones de años después se desarrolló la corteza cerebral, que podemos representar con nuestros dedos”, explica.

Como continúa explicando Alberto Soler, la corteza se encarga de las funciones más avanzadas, como la planificación, la coordinación de movimientos, la comprensión de las emociones o el control de los impulsos. “Gracias al neocórtex pensamos y reflexionamos. En condiciones normales, estos dedos, la corteza frontal, tapan al pulgar (que sería el sistema límbico). Esto quiere decir que la corteza frontal está haciendo su función de controlar o de inhibir la actividad del sistema emocional. Sin embargo, a veces la emoción es tan fuerte que secuestra el funcionamiento del cerebro, y toma el mando. Esto se representa abriendo el puño. Decimos que estamos destapados cuando hay una desconexión temporal entre el cerebro superior y el cerebro inferior, y entonces actuamos de manera irreflexiva, movidos por las emociones”, asegura.

placeholder Alberto Soler explica, tomando la mano como referencia, las partes del cerebro y cómo funcionan. (Unsplash/Luis Quintero)
Alberto Soler explica, tomando la mano como referencia, las partes del cerebro y cómo funcionan. (Unsplash/Luis Quintero)

Resumiendo y simplificando podríamos decir que el tallo encefálico nos mantiene vivos, que el sistema límbico aporta las emociones, el aprendizaje y la memoria, y el neocórtex el pensamiento, la reflexión y la planificación. Pero hay otra parte del cerebro de la que también es importante conocer su existencia, ya que tiene mucho que ver con las reacciones explosivas emocionales que sufrimos en determinadas ocasiones: la amígdala.

Alberto Soler explica, en otro post diferente, pero igualmente interesante, lo que se conoce como ‘secuestro amigdalino’. Entender este concepto nos ayudará a entender ciertas reacciones muy frecuentes en los niños, pero que también nos afectan a los adultos. “En algunas situaciones ocurre algo que no esperábamos y que nos saca de nuestras casillas, haciendo que perdamos los papeles, gritemos, digamos cosas de las que luego nos arrepentimos, podemos llegar a ponernos violentos…”, comenta Soler. A menudo, incluso, mientras tenemos esta reacción, nos damos cuenta de que estamos metiendo la pata, pero la inercia del momento es tal que es difícil frenarnos.

placeholder Secuestro amigdalino, el nombre científico de las rabietas. (Unsplash/Caleb Woods)
Secuestro amigdalino, el nombre científico de las rabietas. (Unsplash/Caleb Woods)

Esto, explica Alberto Soler, es lo que los expertos llaman ‘secuestro amigdalino’, que ocurre porque las zonas más emocionales del cerebro, especialmente la amígdala (de ahí su nombre), se activan tanto que inhiben el funcionamiento de las regiones más racionales del cerebro, especialmente, la corteza frontal. Ocurre con menor frecuencia en los adultos, que sabemos controlarnos mejor, pero sí que es muy habitual en los niños, y es, precisamente, la explicación científica de las rabietas.

El experto nos explica cómo actuar cuando un niño está en un secuestro amigdalino: en primer lugar, no echar leña al fuego. Explicar las cosas de forma racional tampoco va a funcionar, porque las zonas del cerebro encargadas de recibir y procesar los mensajes verbales están anuladas. Lo que mejor va a llegar al niño que está en pleno secuestro amigdalino será el lenguaje no verbal: la mirada, el tono de voz, los gestos o el contacto físico, que nos servirán para bajar la intensidad emocional. “Mientras se produce esta explosión emocional debemos ser muy pacientes y acompañar al niño”, concluye Alberto Soler.

A pesar del avance de la neurociencia el funcionamiento del cerebro sigue siendo en muchos aspectos un misterio todavía para la comunidad científica (y, más aún, para los ciudadanos de a pie), si que se sabe en qué parte del cerebro se gestan muchas de nuestras reacciones, y qué parte es la predominante, o la que toma el mando, en determinadas situaciones.

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