5 cosas que potencian la inteligencia de tu hijo en su primer año de vida, según Álvaro Bilbao

Según este neuropsicólogo, experto en crianza y padre de tres hijos, el cerebro del niño comienza a desarrollarse desde los primeros meses de vida, por lo que fomentar en los bebés la felicidad, unas emociones saludables y la inteligencia desde que son muy pequeños “es algo que debería ser habitual”. Para “mimar su inteligencia” nos ha dejado cinco ejemplos, que potencian el desarrollo desde que son bebés de su cerebro aún inmaduro.

Hablarles mucho

Para comenzar, el doctor Bilbao nos recomienda hablar mucho a nuestros hijos debido a que “la ciencia ha demostrado que la exposición a palabras y vocabulario durante el primer año influye positivamente en la inteligencia del niño”. Por estos motivos, nos aconseja que hablarle, leerle cuentos o escuchar canciones juntos es una gran forma de estimular su cerebro.

Darles mucho afecto

El cariño que trasmitimos a nuestros hijos es fundamental en su desarrollo, por ello, este experto asegura que “el afecto físico en forma de masajes, cosquillas, besos y tiempo juntos contribuye al desarrollo de conexiones en el cerebro de los bebés”.

Dejarles experimentar

Aunque muchas veces los padres puedan tener miedo de que sus hijos puedan hacerse daño, este neuropsicólogo nos explica que “la exposición del bebé a objetos, juegos y su entorno más cercano estimula el desarrollo de la curiosidad y el deseo de aprender”.

No exponerles a pantallas

Hoy en día es muy habitual que los pequeños tengan un acceso muy temprano a cualquier tipo de pantalla, ya sea de móvil, tablet o televisión. Pero el doctor Bilbao aconseja que retrasemos este momento todo lo que podamos, puesto que, explica, “los estudios demuestran que una exposición temprana y frecuente a pantallas está asociada con dificultades de atención, concentración y menor interés por aprender”.

No dejarles llorar a solas

Álvaro Bilbao nos da las claves de por qué no es una buena idea dejar a un niño llorar solo, sino acompañarle en su proceso, haciéndole sentir nuestra presencia. “Cuando un niño siente que sus padres responden a su llamada y sus necesidades, desarrolla confianza y seguridad en su propia iniciativa y aprendizajes”, asegura.