Los consejos de Álvaro Bilbao para que tus hijos sean más felices de adultos

El bienestar emocional en la infancia es fundamental para el desarrollo integral de los niños y un factor en parte determinante de su futuro como adultos. Desde los primeros años de vida, las experiencias emocionales juegan un papel crucial en la formación de la personalidad y en la construcción de habilidades sociales.

Así, fomentar un ambiente que promueva la salud emocional en esta etapa temprana sienta las bases para una vida adulta más equilibrada y satisfactoria y es uno de los mayores intereses de padres y educadores.

Puesto que el entorno en el que crece un niño, ya sea en el hogar o en la escuela, tiene un impacto directo en su bienestar emocional, la presencia de cuidadores afectuosos, la atención a las necesidades emocionales y la expresión saludable de emociones contribuyen a un desarrollo emocional positivo. Los niños que se sienten seguros emocionalmente, tienden a desarrollar una autoestima más fuerte y a establecer relaciones sociales más saludables.

Por todo esto, el experto en crianza respetuosa y en educación en positivo, el neuropsicólgo Álvaro Bilbao, ha publicado en su popular cuenta de Instagram (con 1,6 millones de seguidores) un post con un resumen muy práctico con 8 pautas que tener en cuenta a la hora de pensar en una infancia emocionalmente buena para que de adulto seamos más felices.

“Los adultos más felices fueron niños que…” comienza la primera imagen de este carrusel de Bilbao. En ese sentido, la primera afirmación del experto hace referencia a la educación emocional de los padres a la hora de enseñar a sus hijos. La infancia es una etapa de descubrimiento y aprendizaje constante. En este proceso, es esencial que los niños desarrollen habilidades emocionales, como la empatía y la gestión de emociones.

Por eso, las tres primeras ideas que establece el neuropsicólogo son que esos adultos que ahora son felices, de pequeños “recibieron abundantes muestras físicas de amor y cariño”, “se sintieron protegidos, escuchados y validados por su familia” y por último, que “sintieron que sus emociones eran válidas”.

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Al comprender y manejar sus propios sentimientos, los niños pueden relacionarse mejor con los demás, construyendo relaciones interpersonales más sólidas y resolviendo conflictos de manera constructiva. Estas habilidades son fundamentales para el éxito no solo en la infancia, sino también en la vida adulta.

Y es que la prevención de problemas de salud mental en la edad adulta comienza en la infancia. La exposición temprana a situaciones estresantes o traumáticas puede tener efectos duraderos en la salud emocional. Por ello, es esencial crear entornos que protejan la salud mental de los niños, brindando apoyo y recursos para enfrentar situaciones difíciles.

Otros dos de los puntos que Álvaro Bilbao remarca en su publicación hacen también referencia a las bases primordiales de la corriente de educación en positivo que aboga por respetar desde edad temprana al niño como individuo sin tener en cuenta su edad.

Por eso, el experto subraya estos tres puntos fundamentales si queremos que los niños se conviertan en adultos plenos y felices: “fueron corregidos sin poner en duda su valía, sin faltas de respeto ni descalificaciones”, “les pusieron límites de forma positiva y segura, sin aplicar el miedo” y “les enseñaron autodisciplina aunque nunca sintieron la necesidad de ser perfectos”.

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Por último, sobre las pautas que los niños y la familia deben seguir para que el abordaje en la infancia haga que la plenitud en la madurez sea más factible, Bilbao desarrolla dos ideas principales: que esos adultos felices “vieron a su familia a disfrutar, relajarse y reírse de sus propios errores” y que fueron infantes que “tuvieron libertad para jugar e investigar”.

En resumen, el bienestar emocional en la infancia es un componente esencial para el desarrollo humano integral. Los cuidadores, educadores y la sociedad en general, tienen la responsabilidad de crear entornos que fomenten la salud emocional de los niños. Al invertir en el bienestar emocional en las primeras etapas de la vida, se construyen cimientos sólidos para una sociedad más resiliente, empática y equitativa.